1 de octubre - Me encontré a Marcos por la calle. Lleva tres años, desde la última vez que nos vimos, preparando unas oposiciones para auxiliar de no sé qué. Estudia ocho horas al día, o eso dice. Hay gente que exagera con estas cosas, y otros todo lo contrario. Yo soy más de la segunda opción, porque si suspendes se te queda menos cara de gilipollas. Sea como sea, estudia tanto que se le está poniendo fisonomía de flexo. Por ahora lo compadezco, pero si acaba aprobando haré chistes crueles a su costa movido por un profundo sentimiento de envidia que acabará convirtiéndose en un profundo sentimiento de rencor que yo negaré pero que será tan evidente que me veré obligado a adoptar una postura irónica hacia mi propia postura, en un ejercicio de autoparodia que me acabará convirtiendo en un personaje de mi propia autoría, en un ejercicio metalingüístico que no me llevará a ninguna parte. O a ninguna parte que me interese visitar.
(Nota del Editor: la foto adjunta no guarda relación alguna con el texto, pero me hacía coña; a parte de que tengo la sensación de que ya nadie lee nada que no venga acompañado de una imagen, como ya casi nadie usa el punto y coma a no ser para formar parte de un emoticono)
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