lunes, 2 de diciembre de 2013

:Broadchurch vs. Hello Ladies.

Un par de series británicas que me he visto recientemente.
En un extremo, el melodrama policial Broadchurch.  Primera tanda de 8 episodios (que no tengo ni idea de cómo piensan continuar), siguiendo la costumbre inglesa de temporadas cortas.  El punto de partida no es especialmente novedoso (de hecho, desde la ya lejana Twin Peaks casi parece un lugar común al cual las ficciones televisivas seriadas vuelven una y otra vez): en una pequeña ciudad aparentemente idílica aparece un niño muerto, y la posterior investigación policial deja al descubierto la podredumbre subterránea de muchos de los ciudadanos. 
La trama se va desvelando poco a poco, sin olvidar ninguno de los ángulos (convecinos, policía, prensa...), repartiendo mierda para todos por igual.  Como viene siendo canon en estos casos, los sospechosos del crimen se van sucediendo en los episodios, hasta llegar a la resolución del misterio, más o menos imprevisible.  El gran acierto en este who did it continuo, en esta yincana de presuntos asesinos, es que esas subtramas-callejón-sin-salida en realidad están preparando, temática y moralmente, el verdadero final, la verdadera resolución del crimen.  Chapeau. 


Tanto detrás de las cámaras (o del guión), con Chris Chibnall, como delante, con David Tennant (y otros), encontramos relaciones con esa institución británica que es el Doctor Who, que no tiene que ser, por sí mismo, ni bueno ni malo, pero es así.
La realización es modélica, con un uso de los filtros y los objetivos exquisito, y con ese tono tan británico que encuentra la media sonrisa hasta en los lugares más insospechados. 

En el otro extremo del cuadrilátero tenemos la producción HBO pero de alma inglesa Hello Ladies.  Se trata de una comedia perpetrada por Stephen Merchant, el gigantesco partenaire de Ricky Gervais en sus mejores empresas.  Como en sus trabajos conjuntos, aquí la comicidad es, mayormente, a costa de sus protagonistas, sumergiéndose en la vergüenza ajena y las situaciones incómodas como un cochino en un charco de lodo. 
La cosa va de Stuart Pritchard, un empresario informático inglés mudado a Los Angeles y que dedica todas sus energías en intentar ligarse a toda moza despampanante que se le ponga a tiro.  El cuerpo desgarbado de Merchant sirve para evidenciar esa torpeza social, esa continua ineptitud imposible de ocultar con sus 2,04 metros de desesperación sentimental.


El resto de los personajes principales (una eterna aspirante a actriz, un divorciado que se niega a asumir el fracaso de su matrimonio...) no se quedan atrás en cuanto a patetismo.  El único personaje que parece moverse con soltura por entre los entresijos sociales es, paradójicamente, Kives, un sátiro paralítico que suele conseguir lo que ansía (básicamente ser follado) quizás por andarse sin dobleces e ir de cara.
Si uno gusta de las situaciones que se alargan hasta lo incómodo, y la gente que se engaña a sí misma para intentar alcanzar algo cercano a la felicidad, esta es su serie.

lunes, 7 de octubre de 2013

:Sitges

Pues ya es un hecho incontestable.  Hasta ahora podía dudar de si todo esto era un delirio de mi mente, que se había imaginado que había escrito un libro, y había elucubrado  con una compleja relación vía correo electrónico con unos editores imaginarios.  Pero no, resulta que es cierto: el libro existe, ya me han llegado los ejemplares de cortesía a casa y son tangibles (y pesados: buen papel).
Y ahora resulta que me voy a ir a Sitges a presentarlo en sociedad, porque parece ser que todos los años hacen una especie de feria donde se juntan un puñado de personas a las que le gusta esto, y vamos a intentar que nos compren unos pocos libros.
Les dejo aquí el afiche promocional.  Al parecer voy a firmar ejemplares el sábado día 12 de 18 a 19.  Si quieren ponerme en un compromiso, pásense por allí, porque sólo llevaré tres dedicatorias preparadas, así que la cuarta será repetida.
Al día siguiente, domingo 13, presentaremos el libro en público.  Y eso ya será el delirio.  Si quieren verme divagar y farfullar, pásense por allí.  Firmaré ejemplares del libro y pelotas de tenis gigantes a todos los que se acerquen.  
Atentamente: T.

jueves, 19 de septiembre de 2013

:cabalgando la bomba.

(Breve extracto, ligeramente modificado y ampliado, del libro Dark Star + El regreso de los muertos vivientes, Tyrannosaurus, 2013).


La escena del astronauta surfeando en el espacio sobre los escombros de la nave, quizás sea la imagen más recordada y representada de Dark Star (John Carpenter, 1974), y parece remitir a la obra de Stanley Kubrick ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964), siendo una reescritura directa de la escena del cowboy cabalgando la bomba en aquella. En realidad, esa imagen icónica tiene una larga trayectoria. Sin necesidad de retrotraernos al Barón Münchhausen, durante la Segunda Guerra Mundial los superhéroes norteamericanos cabalgando una bomba se convirtieron en una imagen muy habitual. Superman (tanto en cómic como en seriales), el Capitán Marvel, los Commands... Incluso imágenes alegóricas del Tío Sam, o anuncios para alistarse en la Marina, representaban a los protagonistas subidos a horcajadas sobre un pepino explosivo.







La figura, cargada de simbología nacionalista metamorfoseada en exaltación del poder masculino, nos decía que había que ser muy hombre para dominar el poder, para redirigir la trayectoria del misil; no existe, por ejemplo, una versión de Wonder Woman sentada sobre un misil, pero sí de ella atada a un misil, en una imagen de bondage y sumisión bastante evidente: podía ser una diosa, pero seguía siendo una mujer. Asimismo, Bucky Barnes, el sidekick adolescente del Capitán América, perdía su vida en plena contienda al quedarse su manga enganchada en una bomba, pues todavía no era lo suficientemente hombre para domarla. El petardo le explota en la mano: una eyaculación precoz en toda regla.



Estas estampas fálicas de aguerridos machos alfa domeñando pepinos de acero, ejemplarizaban el poder de Estados Unidos sobre los demás contendientes, y su dominio de la energía nuclear como una corrida letal pero controlada. Kubrick, con su humor negro, le da la vuelta a esta simbología: mientras en los años cuarenta el atlético cowboy domaba a la salvaje bomba enemiga o conducía hacia la gloria a la bomba amiga, en su película de 1964, irónicamente, es un obeso soldado el que, a base de sumar su peso corporal al de la bomba, hace que ésta caiga y llegue mortalmente a su destino, con la ausencia total de dramatismo que implican las leyes físicas. Ya no están en plena Guerra Mundial, pero la imagen no resulta en absoluto inocua ni inocente, pues el mundo vivía en plena Guerra Fría, sólo dos años después de la crisis de los misiles en Cuba, con un pueblo americano al que aún no se le había pasado el susto.  
El astronauta realizando surf espacial en Dark Star es, también, una instantánea de su época. En pleno bajón hippie, a principios de los muy narcotizados años setenta, la idea del trip, la idea de, literalmente, surfear la inmensidad del universo (interior o exterior) era casi un lugar común. Recordemos a otro icono del cómic (como buen arte popular, el comic-book recoge muy bien el zeitgeist): Silver Surfer. Aparece por primera vez en 1966, en las páginas de Los 4 Fantásticos, y obtendrá su serie original un par de años después (18 números entre 1968 y 1970).  Aunque alcanzó un éxito limitado, tuvo mucha predilección entre los universitarios liberales, que no sólo leían y debatían sobre sus cómics y las implicaciones morales y filosóficas que plateaban, sino que colgaban láminas con su figura en las paredes de sus dormitorios, junto a posters de Grateful Dead o Quicksilver Messenger Service.


El surfista de Dark Star es una imagen diametralmente opuesta a la de exaltación militar y masculina de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento se entendía que estaban librando una guerra "necesaria", en la que había que arrimar el hombro para ayudar a mantener alta la moral del soldado y del ciudadano. En 1972, cuando se inicia el rodaje de Dark Star, con la guerra de Vietnam ya en pleno decaimiento, una guerra denostada y considerada inmoral por la mayoría de los ciudadanos, lo normal era mostrar una imagen de independencia y libertad personal frente a una sociedad y unas instituciones represoras. En los años cuarenta, el cowboy colaboraba con la maquinaria militar y gubernamental; en Dark Star, tres décadas después, el surfista flota libre en el espacio: su final trágico sólo le implica a él, no habrá víctimas colaterales.


Esa imagen debió de gustarle al guionista de la película, Dan O'Bannon, pues volvió a realizar una variación en un breve cómic titulado Soft Landing, publicado en la  revista Heavy Metal en 1979, ilustrado por su amigo Thomas Warkentin (que también ilustrará el libreto de la edición en VHS de Dark Star). En este cómic mudo de cuatro páginas, una lanzadera espacial expulsa de sus entrañas un descapotable conducido por un astronauta que, al acercarse a tierra, abre un paracaídas que hace que el coche aterrice suavemente en el desierto. La historia la retomará O'Bannon para su colaboración en la película de animación Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981), compuesta por segmentos independientes. Una versión animada de este Soft Landing acompaña los acordes hard rock melódico de los créditos de apertura.



John Carpenter, director de Dark Star, también realizó su particular autohomenaje a tan representativa secuencia, con la huida de Kurt Russell y Peter Fonda en 2013: rescate en L.A. (Escape from L.A.,1996), subidos en sus tablas, acompañados de los acordes del mito de la música surf Dick Dale.

viernes, 6 de septiembre de 2013

:Double Feature

Ustedes perdonen que les tenga tan abandonados de un tiempo a esta parte.  Justo al día siguiente de publicar la última entrada de este blog, una personita apareció en nuestra casa.  Bueno, miento, apareció en el hospital; un par de días después apareció en casa.
Bueno, pero no he venido aquí a hablar de mi vida privada, sino de mi libro.  Sí, en esto he estado ocupado la mayor parte del tiempo.
Les dejo aquí una primera imagen promocional para ir abriendo el apetito.  En cuanto tenga más novedades sobre fecha de publicación (inminente) y puntos de venta, les tendré informados.
Atentamente:
T.

jueves, 14 de marzo de 2013

:Woodring dixit.

En el tercer tomo de las aventuras de Frank, primorosamente editado por Fulgencio Pimentel, el enorme Jim Woodring se marca un texto que no he podido evitar transcribir aquí.  Sirva esto para que, si alguien no se había enterado, se entere ahora de que una obra capital como Frank está a disposición de todos en las librerías.


"Cierta vez, en un momento de debilidad, me hice con un libro dirigido a artistas sin experiencia en los negocios que desearan aprender a comercializar y vender su trabajo.  Busqué un lugar cómodo y abrí el libro por el comienzo, pero sólo alcancé a leer hasta la mitad de la introducción, donde se anunciaba:

Mucha gente piensa que los artistas son seres excepcionales, provistos de poderes excepcionales, que desempeñan una suerte de servicio místico a la comunidad que solo ellos pueden llevar a cabo.  Nada más lejos de la realidad.  Los artistas son personas normales como cualesquiera otras.  Tiene un trabajo que hacer, exactamente igual que lo tiene un fontanero.  El fontanero arregla cañerías; el artista crea arte.

Dice mucho en favor de la grandeza de este país que alguien pueda escribir una basura dañina e incendiaria sin dar inmediatamente con sus huesos en la cárcel.  Solo Dios sabe a cuántos jóvenes y brillantes botarates apartó aquel libro de una carrera segura y socialmente aceptada en pos de los ignotos reinos de la obsesión, en cuyos surcos hacen lucha libre cada noche los artistas.
Lo sé, en esencia todos somos divinos, o lo que es lo mismo, ordinarios.  Pero, ¿hubo alguna vez un joven salvaje y anhelante que descubriera entre las nubes la frase TÚ SERÁS FONTANERO escrita en letras de fuego?  ¿Vivió alguna vez ese fontanero que desempeñaba su oficio como una vocación compulsiva, loco por las tuberías, desesperado por instalarlas a toda costa aún cuando nadie se las hubiera pedido, sin obtener por ello apenas recompensa pero enfrentado a los más severos juicios críticos a cambio de sus esfuerzos año tras año, década tras década, hasta desplomarse, aún con el soldador en la mano, en su ataúd?  Bueno, quizá lo hubo.  en tal caso, aquel fontanero era un artista, y acreedor de nuestra misericordia".
Fragmento de la introducción a The Walking-Away World de Kenneth Patchen. (New Directions Books.  New York. 2008)

sábado, 2 de marzo de 2013

:Steampunk Cinema, compra, compra, compra!



Intentar persuadirlos de que éste es un producto que puede ser de su interés me recuerda a esos anuncios de una marca de agua mineral embotellada que tratan de convencernos de que beber dos litros de agua al día es saludable e incluso recomendable.  Vale, en principio no veo por qué dudar  de su sinceridad, pero me sonaría más verosímil en boca de un fabricante de neumáticos.
Me explico: los superhéroes que llevan la editorial Tyrannosaurus Books se pusieron en contacto con un servidor a través de la intermediación del omnipresente Under (si no lo conocen tienen un problema), para ver si me dejaba liar en este maravilloso proyecto: un libro en el que se analizarían las 25 mejores películas de género steampunk.  El trabajo de selección de las películas lo realizaron ellos de antemano, algo que se agradece.  Y el resultado, ya disponible en algunas librerías y en su página web.
Ahora el autobombo: ¿por qué debería usted comprarlo, querido lector?
Se me ocurre que si a usted le interesa el cine, así, en general, puede ser de su interés, porque es la primera aproximación en lengua castellana a este subgénero, y por lo tanto si quiere usted estar en la honda, o cómo se diga ahora, tiene que tenerlo, e incluso sería interesante que lo leyese.  De buenas a primeras, el género steampunk (ese retrofuturismo lleno de artilugios a vapor y decoración art decó) ha dado varias grandes obras (sobre todo en el mundo del cómic), pero en el cine todavía está pendiente La Gran Obra Maestra.  Da la sensación de que por ahora el subgénero sirve de atrezzo y marco, pero en contadas ocasiones es el leit motiv; así como el cyberpunk ya ha dado varias obras incuestionables, el steampunk todavía parece un alegre festival que se niega a ser constreñido en una trama convencional.  En el mundo del cosplay es lo más, y estoy seguro de que será una de las próximas modas cinematográficas, de que en breve explotará y estas 25 películas aquí analizadas serán consideradas el embrión de todo lo que ha de venir.  Puto hipster, si quieres ser alguien tienes que tener este libro.
También le puede interesar, querido lector, si no tiene ni idea de lo que es el steampunk, porque en este coqueto tomito de 524 gramos, no sólo se analizan las 25 películas más representativas, sino que en la introducción se explica en qué consiste el asunto de una forma didáctica y bien documentada, desde los orígenes, los antecedentes, desde el steampunk avant la lettre hasta hoy mismo.
Los análisis, variopintos al ser el resultado de ocho plumas, pero todos sin excepción contagian el placer de ver cine, todos dan ganas de conocer la película que refieren si no se ha visto aún, o de volver a verla con estas nuevas pistas y coordenadas.  He de decirlo: algunos textos están por encima de la película comentada.  No se me ocurre mejor piropo para un texto sobre cine: da ganas de ver cine.
Si todavía no está usted convencido, he de decirle que 9 de cada 10 colaboradores del libro se lo recomendamos.  

martes, 19 de febrero de 2013

:Hitchcock x2


1. Existe este extraño fenómeno pop: las películas de grandes estudios que nos llegan de dos en dos.  Ya saben: después de años sin rodarse un western de alto presupuesto, de pronto un año se ruedan dos biopics sobre Wyatt Earp, otro año tocan dos superproducciones de meteoritos acercándose a la tierra, o dos películas sobre terremotos, o dos películas sobre submarinos, o dos películas sobre ladrones de coches albinos, o lo que toque.
Este curso cinematográfico le ha tocado el turno a Alfred Hitchcock, con el producto HBO titulado The Girl, y con Hitchcock, que me temo se ha llevado toda la publicidad debido al plantel de estrellas que lo puebla.



2. No existen los finales felices, sólo los fundidos a tiempo.  Toda ficción comprende un pedazo de realidad, una fracción temporal de las vidas de unos personajes.  Pero sabemos que toda historia de amor, tras el y fueron felices y comieron perdices y fundido a créditos, incluye momentos amargos y sinsabores.  Lo sabe por ejemplo Haneke, que en su Amour comienza donde las demás historias de amor suelen terminar.

Una oportunidad perfecta para apreciar esta impostura de los falsos finales felices se nos presenta con el visionado conjunto de Hitchcock y The Girl, exactamente en ese orden.



3. Hitchcock, la película, se centra en el período en que Hitch preparaba y rodaba Psicosis, un film a la postre tremendamente exitoso, pero que le supuso un gran riesgo económico y personal llevarla a cabo.  Hitchcock, la película, es un producto con una pátina hollywoodiense almibarada que convierte la oscuridad de Hitch en poco más que caprichos.  Un sobreactuado Anthony Hopkins, maquillado como un villano de Dick Tracy, da vida a un Hitch de chichinabo, cuyos únicos problemas parecen ser cierta tendencia a comer y beber de más, y a encapricharse con sus actrices.  Los responsables de la película se esfuerzan en crear una historia de amor entre el director y su esposa y colaboradora, Alma Reville, con un juego de celos cruzados que termina con un Hitch claudicando a sus caprichos y aceptando que su esposa es su verdadero amor.  Vaya paparrucha.
La película concluye con un Hitchcock hablando a cámara, como en su célebre serie televisiva, preguntándose cuál será su próximo proyecto.  Un cuervo se posa en su hombro, un guiño a cualquiera que sepa dos palabras sobre cine de que Los pájaros será su siguiente obra maestra.  Y así concluye esta película fofa, llena de estrellas desaprovechadas, de personajes que van y vienen sin aportar nada, una película falsa y mentirosa como sabrá cualquiera que haya profundizado un mínimo en la personalidad del director británico.

4. Y The Girl comienza exactamente donde Hitchcock termina, ya que es una crónica de las vicisitudes del rodaje de Los pájaros (y en menor medida de Marny la ladrona, su siguiente proyecto).  Aquí, con un menor despliegue monetario, pero con la sobriedad de los productos HBO, si se nos presenta a un Hitch oscuro, obsesivo, sádico, inseguro, caprichoso y, por todo ello, complejo y humano.  Absolutamente obsesionado con Tippi Hedren, la destruye física y mentalmente para reconstruirla a su gusto, como un Pigmalión psicópata.  La relación con su esposa, estupendamente interpretada por Imelda Staunton, resulta mucho más dolorosa y creíble con sólo un par de escenas, con sólo un par de miradas, que en toda la película de Hitchcock.  Al tratarse de una tv-movie el acabado no es tan almibarado, y hay momentos de verdadera desazón, de una crueldad y un sadismo impensables en un producto Hollywood para el gran público.  Toby Jones hace un trabajo soberbio encarnando a Hitchcock, demostrando que, teniendo menos nombre que otros divos, tiene un talento interpretativo de primer nivel. 
Esta película, que puede parecer una coda de la primera, es en realidad la demostración de la falsedad de aquella, de lo impostado de su final feliz.  Deja con el culo al aire a Hollywood.