domingo, 30 de marzo de 2008

:el asesino del parking


Si hay algo que me entusiasme en esta vida (es un decir) son las leyendas urbanas. Internet, con todo lo que de globalización e inmediatez proporciona, se ha convertido en abono y regadío para estas manifestaciones salidas del insconsciente colectivo jungiano. Vamos, una gozada. Los que todavía no nos explicamos como en su momento Ricky Martin pudo salir del armario y sorprender a la niña y al perrito en Santander y en Cádiz el mismo día sin internet ni móviles (eso sí me parece un misterio) ahora nos frotamos las manos con cada mail que nos llega incluyendo en el asunto palabras como "cuidado", "advertencia", "es en serio" o algo similar, porque, indefectiblemente, incluye una nueva (reescritura de una) leyenda urbana. Esta me la mandó una amiga, título Cuidado Centro Comercial Gran Vía 2, y es tan evidente que resulta entrañable. Lo transcribo tal cual, y ya sabéis, cuidado con el lobo feroz:

"RECOMIENDO QUE SI OBSERVÁIS UN NEUMÁTICO PINCHADO EN VUESTRO VEHÍCULO Y OS ENCONTRÁIS EN UN CENTRO COMERCIAL, SOLICITÉIS EL ACOMPAÑAMIENTO DE VIGILANTES'.
Ayer por la tarde se encontraba una mujer a la entrada del Centro Comercial Gran Via 2 distribuyendo panfletos a todas las mujeres que pasaban por ahí. La mujer ISABEL VEGAS DE SOSA, había escrito en los panfletos una experiencia que tuvo, para prevenir a otras tantas. El viernes esta joven había salido a dar una vuelta y hacer algunas compras. Comió en el Centro Comercial y después se dirigió a su coche, descubriendo un neumático pinchado. Cuando iba a llamar a su casa para que vinieran a auxiliarla, se acercó un señor joven, muy bien vestido,aparentemente todo un ejecutivo informal en viernes, con ropa de marca, portando un maletín y le dijo: Tiene un neumático pinchado ¿quiere que la ayude? La mujer agradeció la oferta.Hablaron muy cordialmente mientras el hombre cambiaba el neumático,después metió el neumático pinchado y el gato en el maletero. Isabel le agradeció profundamente la ayuda e iba a subir a su coche cuando el hombre le preguntó si podría acercarle a su coche que se encontraba al otro lado del centro comercial. Ella se sorprendió y le preguntó porqué su coche se encontraba al otro lado y él le explicó que había quedado en verse con un socio de ese lado del centro comercial y que había tomado una salida equivocada, motivo por el cual se encontraba de ese lado. Isabel no quería decirle un no después de que tan amablemente la ayudó, pero presintió algo. Entonces ella recordó haberle visto meter su maletín en el maletero del coche cuando metió el neumático para guardarlo. Le contestó que con mucho gusto lo llevaría pero que había olvidado comprar algo, que no tardaría,solo le tomaría unos cuantos minutos y que podría esperarla sentado dentro del coche pues sería lo más rápida posible. Ella tomó su cartera y las llaves del coche y entró nuevamente al centro comercial, diciéndole a un vigilante de seguridad lo sucedido. El vigilante salió con ella y se dirigieron a su coche, pero el hombre ya no estaba. Abrieron el maletero del coche y vieron el maletín y llamaron a la Policía Municipal. Uno de los policías lo abrió y encontraron unas esposas, celo del ancho, cocaína en pasta, unas pastillas llamadas RHUPINOL, vaselina, dos móviles robados,varios preservativos, una maquina de afeitar desechable, una pistola de juguete pero que parece de verdad y una navajita. Vieron en la policía un vídeo de la cámaras de seguridad del Centro, con la esperanza de que ayudara a la identificación, resultó ser una toma borrosa y difusa, se reconoce el vehículo, se le ve a ella conversando con el joven, cuando el se sube al coche y cuando ella sale y luego llega con el vigilante. Todo coincide con su relato pero no es suficiente para reconocer la cara del joven.El sábado por la mañana fue con su marido, a reparar el neumático pinchado que estaba en el maletero y no encontraron ningúnpichazo, simplemente lo habían desinflado. Eran obvias las malas intenciones del hombre.
POR FAVOR PASA ESTE MENSAJE A TODOS TUS CONOCIDOS, HOMBRES, MUJERES, HIJAS, HERMANAS, ESTO PUEDE SALVAR VIDAS... MANTÉNTE ALERTA,NO ACEPTES AYUDA DE DESCONOCIDOS.
MAPFRE AUTOMOVILES S.P.S."

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [11]

28 de octubre - Hoy me ha llegado una carta para una tal Marta Barcia Noya. Me imagino que es una antigua inquilina, así que he estado llamando al móvil del casero todo el día, por si sabe dónde vive ahora. Primero no me contesta, después me sale el buzón de voz. Será cabrón. Estoy por no ingresarle el alquiler, sólo por el gustazo de que tenga que llamarme.

29 de octubre - Justo me tiro un pedo cuando suena el timbre. Por la hora (doce y veinte del mediodía) y la forma de llamar (dos timbrazos cortos y rápidos) sé que es el cartero. Su modus operandi es el siguiente: deja las cartas tiradas en el portal, sobre la alfombra, timbra y entorna un poco la puerta de afuera, para dificultar un poco su labor a los ladrones de correo, digo yo. Salgo corriendo a la puerta, enarbolando la carta de ayer, que dejé encima del taquillón. Cuando el cartero sale del portal del vecino llamo su atención. Le digo que me ha dejado una carta que no es para mi. Se encoge de hombros y se acerca a comprobarla. Mira la dirección en el sobre, mira el número de mi casa sobre la puerta. Me pregunta si estoy seguro de que no vive aquí, a lo que yo le replico que sí, que estoy seguro. Se guarda la carta en el carrito y se va sin más, sin despedirse ni darme las gracias ni nada.
Sobre la alfombra me ha dejado publicidad de mi banco, que tiro a la basura sin abrir. No tengo claro si tengo que quitarle la ventanilla de plástico al sobre o si se puede reciclar todo junto, así que lo tiro en el cubo de la basura normal.

viernes, 28 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [10]

25 de octubre - He descubierto una panadería en el barrio. Me siento excitado como si viviese en una película de Rohmer, pero después me he dado cuenta de que los personajes de las películas de Rohmer, si fuesen reales, no se sentirían excitados con sus vidas. Así que me imagino durante todo el día a Rohmer y a Néstor Almendros a mi lado, filmándolo todo. Sobreactúo un poco, lo sé, y no logro colar ninguna referencia a Pascal. La panadera es una señora mayor, argentina, que imposibilita cualquier fantasía (por mayor, no por argentina). Me imagino a una hipotética hija de veintitantos, con una mancha de harina en la mejilla, y me viene una semierección mientras vuelvo a casa, mordisqueando alegremente el corrusco de una baguette.
Tercera noche de serenata nocturna; tengo que comprarme unos tapones para los oídos.

27 de octubre - No he entrado con buen pie en el vecindario; es un hecho. Intento hacer la compra en las tiendas del barrio, donde las señoras se me cuelan por sistema y los dependientes malencarados me cobran precios desorbitados por los mismos productos de los supermercados. Empiezo a tener mis dudas en eso de la defensa del pequeño empresario.

Mi primera conversación con un vecino, fuera de un establecimiento comercial, fue con el viejo que vive en la casa de al lado. Los dos estábamos en nuestras respectivas huertas, él arrancando unas malas hiervas y yo, no sé, observando un poco el caos de mi jardín. Intento realizar un acercamiento, saludándolo con mi acento más campechano y casual. Hablamos un poco sobre el tiempo, mientras intento no mirar fijamente un ojo que tiene blanco y medio vacío. Actúa de forma desconcertante, como si ya me conociera de antes. De pronto comienzo a sospechar que cree que soy un vendedor de seguros, y me dice que él no necesita nada de eso: si alguien entra en su casa, le pega dos tiros con la escopeta y a la corte de los cerdos. En unos días no quedarían más que los dientes, que molería en la piedra del molino y tiraría como fertilizante en la huerta. Me guiña el ojo bueno.

Aunque no veo ninguna corte de cerdos ni ningún molino en su propiedad, una cosa sí tengo clara: por ninguna razón pienso entrar en la casa del vecino.

martes, 25 de marzo de 2008

:gatos



Vivir con un gato no siempre es fácil.

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [9]



23 de octubre - Me paso la mayor parte del día mirándome, literalmente, el ombligo. Tengo un remolino de vello a su alrededor en el sentido de las agujas del reloj. Me pregunto si estaría al revés si viviese en Australia. Mañana tengo que pasar vez en el paro, así que tendré que madrugar. Me acuesto temprano pero da igual, entre la falta de costumbre y los gatos no pego ojo hasta las tantas. Los gatos se pasan media noche maullando afuera, como en medio de un cortejo desesperado, o quizás estén follando, o las dos cosas. Qué extraños me resultan los animales.

24 de octubre - He madrugado para ducharme y afeitarme para ir al paro. Agradezco este tipo de excusas para que mi vida mantenga un mínimo de dignidad, como cuando limpias cuando alguien viene de visita. Al final me liaron más de lo que creía: como se me está acabando la prestación me han pasado a una superior (o por lo menos a alguien con despacho propio) llamada Encarna, que me ha estado hablando durante una hora sobre motivación, sobre cartas de presentación, sobre formatos de currículum y cosas similares. A los cinco minutos he medio desconectado: seguía escuchando lo que me decía pero haciendo un esfuerzo titánico por que sus palabras no hiciesen mella en mi cerebro, expulsando su significado de mi mente para quedarme sólo con el repiqueteo de su voz. Me pareció una mujer con una cara aburrida, y en general creo que trabajar en la oficina del paro debe de ser lo más triste del mundo. Mucho más que estar parado; aunque probablemente me equivoque.
Al final su discurso me ha hecho más daño del que creía, y no soy capaz de comprarme un libro que veo curioseando en una librería. Salgo con la cabeza gacha, pensando sólo en dinero. Y me queda un día largo por delante.
Decido hacer algo de provecho: limpio un poco en casa, pongo orden, tiro un par de revistas viejas (antes recorto un par de artículos salvables que sé que acumularé y acabaré tirando también). Saco la basura y meto cada cosa en su correspondiente contenedor. Esto me hace sentir reconfortado y parte de una cadena inabarcable de solidaridad y bondad. Por la noche me veo La gran evasión. Los gatos siguen a lo suyo.

sábado, 22 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [8]


20 de octubre - Esta tarde, volviendo a casa, de pronto sentí como algo líquido me caía en el hombro de la chaqueta. Rogué, como cualquiera en mi caso, por que sólo fuese agua, mientras acercaba mi nariz a la mancha. Como a simple vista era incolora y además sólo olía a hombro de chaqueta, respiré aliviado. Entonces, cabreado, miré hacia arriba y vi, sí, a una señora regando las plantas en el balcón del primero. Me sorprendo a mi mismo reprochándole que podría tener más cuidado, pero ella, indignada, me contesta de malas maneras que es su casa y que en ella hace lo que quiere. Yo le digo que a veces, con suerte, me follo a alguna chica en mi casa (mentira), pero que no me corro por la ventana. Y la muy zorra siguió regando las plantas como si no me hubiese oído. Mi plan es volver de madrugada y mearle en el portal, pero mi incapacidad para orinar en lugares públicos lo imposibilita. Así que mearé en un bote de mermelada vacío y verteré su contenido en su portal. Si no puedes hacer estas tonterías a los treinta, cuando las vas a hacer.

21 de octubre - Hoy me he quedado todo el día en casa. Las horas se me han pasado pensando en qué podría hacer, y al final no he hecho nada más que pensar. A lo lejos se oye un motor que no logro identificar; no sé si es alguna especie de motosierra o de cortador de césped. Es un ruido, en cualquier caso, de campo. Creo que por primera vez soy consciente de donde estoy viviendo. Ah, ayer me dio pereza lo de la meada y todo eso y se quedó en nada, pero como idea era buena.

22 de octubre - Decido hacer limpieza en una de la habitaciones que no uso y encuentro un álbum de fotos. La fotos varían de cámara y formato, del color al blanco y negro, de estudio y caseras. Me produce una repentina tristeza el reconocer el mismo papel de pared que todavía cubre las paredes del comedor, y comprender que aquí vivió una familia y ahora vivo yo solo. Echo de menos a alguien, pero no logro distinguir su cara.

[Nota: la ilustración adjunta, por la cara, es de Dupuy & Berberian, de los que ya he utilizado, por la cara, más dibujillos en este vuestro blog. Aprovechar este rinconcito que yo mismo me brindo para recomendar con todas mis fuerzas todo lo publicado por este par de dos en español, y lo que no está publicado también, para los afortunados que hablen la lengua de Goddard y Colette y Victor Hugo y todos esos].

martes, 18 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [7]


12 de octubre - Hoy no tengo ganas de escribir.

13 de octubre - Veo a Damián sentado en un banco de la Alameda leyendo al sol. Me acerco sigilosamente por su espalda para darle un susto, cuando se tira un sonoro pedo. Me quedo paralizado unos segundos interminables, hasta que decido recular y aproximarme desde un lateral, como si lo acabase de ver y me acercase inocentemente a saludarle. El olor del pedo ya se ha disipado, y con él la poca autoestima que todavía me queda.

14 de octubre - Me gustaría poder desfilar por mi vida usando frases sentenciosas, como si Humphrie Bogart me interpretase. Pero no me imagino a Bogart diciendo: “Ayer me vi tres episodios de Perdidos, cené dos veces y me hice una paja”.

17 de octubre - ¿Por qué tengo que ser tan enamoradizo? Hace un par de días que no puedo dejar de pensar en una chica; es la dependienta de una tienda de frutos secos (por cierto, locales copados exclusivamente por clientela femenina) en la que entré a por unos piñones para hacer una ensalada que vi en un libro de cocina que regalaban con el periódico del domingo (esta es la versión corta). Es morena y, de refilón, guapa. Me da miedo observarla con atención y que se rompa la magia, porque me hace mucha compañía mientras intento dormir.

18 de octubre - He vuelto a la tienda pero no estaba la misma dependienta. Al principio me supuso un gran chasco, pero después comprendí que casi era mejor así: era demasiado buena para mi. La dependienta nueva tiene mechas como de profesora de parvulario y una pequeña verruga al lado de la nariz que la convierte en un ente completamente neutro en lo que respecta a mi como ser sexual; y aun así no puedo evitar un torpe y patético intento de galanteo. Me compré para disimular unos anacardos, que me parecieron unos frutos secos, dentro de lo que cabe, varoniles (más que las avellanas o las nueces de macadamia, en cualquier caso). Justo hoy tuvo que antojárseme comer chorizo asado, y unos continuos rebufos criminales me suben por la laringe cada vez que intento articular una frase de longitud media, con lo que me veo obligado a girar la cara cada tres palabras mientras entablo la conversación de rigor con la dependienta. Se debe de creer que tengo un tic nervioso. Ya no tiene ningún sentido volver.


domingo, 16 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [6]

7 de octubre - Últimamente mi vida se parece a esas pelis francesas en donde el antagonista es el propio protagonista, con sus carencias, sus incapacidades, sus dudas y sus pajas mentales. Y esas pelis son un puto coñazo.
Nota mental: necesito un antagonista en mi vida.
9 de octubre - Esta casa pierde más aire que un viejo. Ya no cabe duda de que hace más frío adentro que afuera. Tengo que dejar la puerta de la nevera medio abierta para caldear el ambiente.
Sin noticias del casero, que se ha acabado por convertir en un número de cuenta corriente. ¿Será el antagonista que anhelo? Buf, suena aburrido sólo de pensarlo.
10 de octubre - Nadie podría imaginar que llevo cinco días con los mismos calzoncillos.
11 de octubre - Creo que ya ha pasado el tiempo suficiente como para asimilar lo ocurrido y poder plasmarlo por escrito, aunque me temo que el abecedario no es suficiente para plasmar mi drama. A pesar de que esto es sólo para mí, mi acusado y congénito pudor me obliga a narrar los hechos en tercera persona y estilo indirecto. Ahí va: una relación de los acontecimientos, en el orden cronológico en que sucedieron, quizás arroje una nueva y esclarecedora luz sobre su persona: desde su más tierna infancia empezó a acumular aventuras ilustradas de superhéroes en forma de cuadernillos coleccionables hasta que el volumen fue tal que ocupaba todo el espacio y tiempo de la casa. A pesar de ello logra entablar relaciones con al menos tres mujeres. La última, tras 16 meses de convivencia y sin previo aviso, le confiesa que odia que sus uñas (de él) se enganchen en sus jerseys (de ella), y trata de convencerlo de que morderse las uñas es una manifestación subconsciente de un desprecio latente hacia ella. Él le contesta que su desprecio es absolutamente consciente y que siente una mayor dependencia por sus recuerdos televisivos de infancia que por todo el tiempo pasado a su lado. Ella se va, despechada, mientras él encarga por internet la serie completa de la Tortuga Dartagnan en DVD. Cuando por fin llega y comprueba que no está doblada al castellano, la echa por primera vez de menos en tres semanas.

jueves, 13 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [5]

4 de octubre - En el videoclub ya empiezan a tratarme como si me conocieran de toda la vida. Inician conversaciones conmigo que no tratan sobre DVD’s o tarjetas de socio. El otro día dos dependientas tenían una acalorada discusión (dixit) sobre qué era mejor: el verano o el invierno. Yo, que sólo esperaba mi turno en la cola, me vi envuelto sin quererlo en el debate y, no sabiendo como permanecer neutral, opté por murmurar algo ininteligible, confiando en que las fuertes corrientes internas de sus palabras nos dejasen, a mí y a mis balbuceos, abandonados a nuestra suerte en algún meandro de la conversación. Pero como no dejaban de mirarme inquisitivamente opté por contestar que prefería el otoño. Creo que creen que soy un poco imbécil, que a mi modo de ver es peor que ser simplemente imbécil.

5 de octubre - Hoy el colmo: me han recomendado que, yo que cojo tantas películas, debería pensar en sacarme la tarjeta para el cajero, pues así me saldrían más baratas, pudiendo alquilarlas por horas en vez de por días. No sé por qué, la propuesta me sonó de lo más sexual y no pude evitar sonrojarme. Les dije que me lo pensaría, pero lo tengo ya muy bien pensado: seguiré yendo por allí un par de semanas más, alquilando cada vez menos películas, y acabaré cambiándome de video club. Me disolveré poco a poco, para que se olviden poco a poco de mi presencia y al final no me recuerden en absoluto. O también podría decirles que si es por dinero me podría bajar las películas gratis del E-mule. No sé.
[Nota: de nuevo, la fotografía no guarda la menor relación con el texto, pero visto el aluvión de entradas desde el episodio anterior (desbordado me hallo, en serio) me he visto obligado a utilizar el mismo subterfugio. La carne es débil]

:frederik "one eyed" penn

Nacido circunstancialmente en Filipinas, donde su padre, marine, estaba destinado. Pronto la familia retorna a Estados Unidos, donde se instalan en una base cercana a Portland (Oregon). La primera vocación del joven Frederik es la de la carrera militar, pero pronto se ve obligado a abandonarla al perder un ojo durante unas maniobras de entrenamiento. Se decanta entonces por la música, en la que ya había hecho sus pinitos como bajista en el grupo The Hot Nites, integrado por compañeros del ejército. Instalado en Seattle, entra como mozo para todo en la productora discográfica Parrot, donde pronto se convierte en mano derecha del productor Bob Thiele, y hace sus primeras producciones, no acreditadas, en la primera mitad de la década de los 60’s. Pionero en el uso del sonido estereofónico en la música pop, pronto su toque comienza a ser reconocido y apreciado, hasta llegar al punto de crear su propio subsello dentro de la citada Parrot, para luego independizarse del todo en 1966. En su propia compañía, “One Eyed”, compuso canciones (sin acreditar) y produjo a bandas destacadas del underground del noroeste, como Happy Birthday o Feeling my Age, aunque su producción más representativa quizás sea la del grupo texano de querencias psycho-garageras Smart Seafood, en su homónima ópera prima nunca superada, donde logró sacar del quinteto de Houston un sonido robusto y chirriante, pero lleno de matices que se aprecian sobre todo en una escucha con auriculares.
Aprovechando todas las posibilidades que le brindaba el estéreo, compuso y grabó numerosas bandas sonoras, consideradas hoy pioneras de cierto ambient ruidista de base jazz, pero siempre lejos de la pretenciosidad vacua de otros artistas más reconocidos. Trabajó sobre todo con el cineasta canadiense Irving Toussont, en títulos como Banana Nightmare (1967), Painless (1969) o en la arty-blandiporno Five and Seven and Eight (1976), donde siempre se mostró muy por encima de las obras fílmicas a las que servía de acompañamiento.
Un derrame cerebral lo deja tretapléjico en 1981, y pocos meses después aparece muerto en su hogar en circunstancias nunca del todo esclarecidas. La gente que lo conoció destacan sobre todo su incansable capacidad de trabajo, su gran sentido del humor, su modestia y su afán por ir siempre un paso más allá de lo que ya se había hecho.
En 2006, conmemorando el vigésimo quinto aniversario de su fallecimiento, se publica un doble recopilatorio en su honor, principal motivo de este artículo, titulado “Cyclop” (Restless Records), donde lo más granado del underground internacional (sobre todo norteamericano y nipón), versionea 24 de sus composiciones. Destacan, para un servidor, las relecturas ofrecidas por Taylor Deupree, Ryoji Ikeda, Desmond Trump y, sobre todo, un desatado e inspirado Kawabata Makoto, corazón y cerebro de los imprescindibles Acid Mother Temple.

miércoles, 12 de marzo de 2008

:star wars : el musical

Lo que el sentido común descarta, youtube lo refuta. Existe un episodio inédito de Star Wars, rodado como especial navideño en clave musical en 1978 y nunca emitido (por comprensibles razones). Aquí teneis un resumen de apenas 5 minutos del despropósito.


:carmine plumber


De origen pakistaní (su apellido real era Plakhamla) pero nacido y criado en la pequeña ciudad de Claremont (California), fue un joven introvertido y más interesado en la carrera espacial en ciernes que en la música. Todo esto cambia cuando a finales de los cincuenta entra en contacto en Berkley (en cuya universidad ingresa) con el círculo de La Monte Young, del que pasa a ser tímido discípulo durante un par de años. Aparentemente ganado para la causa, se traslada a New York en 1963, interesado por el folk de corte minimalista y las influencias de la vanguardia europea que por entonces afloraban en ciertos ambientes in de la ciudad.
En 1965 inventa el “econister”, una suerte de mezcla entre instrumento percusivo y prehistórico sintetizador que le permitía modular sonidos mediante un complejo sistema de válvulas y pedales.
En 1966 publica Holes in the Water, su único disco en solitario, sirviéndose tan sólo del econister y su voz para la grabación. El sonido resultante, demasiado crudo y seco para la psicodelia amable y exuberante que imperaba en la época, y quizás demasiado pop para la vanguardia más radical, hace que el disco pase absolutamente desapercibido y pronto sea descatalogado, convirtiéndose con el tiempo en una preciadísima pieza de coleccionismo.
Poco después conoce al organista de formación clásica y origen croata Hal Encre, y juntos graban un álbum en apenas 11 horas de febril y fértil improvisación, Pollinesy (1967), cuya repercusión en ventas en tan escasa como su anterior aventura en solitario. Decepcionado con una industria que no es capaz de asimilar su personal propuesta, abandona su carrera musical para dedicarse a la ingeniería electrónica, su primera y académica vocación. Muere en 1983 debido a complicaciones cardíacas que arrastró toda su vida.
A pesar de su escasa producción discográfica (apenas 14 composiciones), su influencia es recogida y reconocida por bandas tan dispares como Silver Apples, Neu, Glass Radio o los más recientes Wilco y Oneida.
La discográfica afincada en New Jersey Olive Musik , especializada en oscuras reediciones sesenteras, acaba de darnos una de las alegrías del año al poner a nuestra disposición una exquisita edición en vinilo y cd del Holes in the Water . Por una vez, destacar la opción digital, que incluye versiones alternativas de dos de los cortes, y un completísimo libreto explicativo del experto David Burbank, así como la única foto promocional de la época (aquí adjunta), que entendemos que no ayudó precisamente a que vendiera más discos. Un señor descubrimiento.

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [4]

1 de octubre - Me encontré a Marcos por la calle. Lleva tres años, desde la última vez que nos vimos, preparando unas oposiciones para auxiliar de no sé qué. Estudia ocho horas al día, o eso dice. Hay gente que exagera con estas cosas, y otros todo lo contrario. Yo soy más de la segunda opción, porque si suspendes se te queda menos cara de gilipollas. Sea como sea, estudia tanto que se le está poniendo fisonomía de flexo. Por ahora lo compadezco, pero si acaba aprobando haré chistes crueles a su costa movido por un profundo sentimiento de envidia que acabará convirtiéndose en un profundo sentimiento de rencor que yo negaré pero que será tan evidente que me veré obligado a adoptar una postura irónica hacia mi propia postura, en un ejercicio de autoparodia que me acabará convirtiendo en un personaje de mi propia autoría, en un ejercicio metalingüístico que no me llevará a ninguna parte. O a ninguna parte que me interese visitar.

(Nota del Editor: la foto adjunta no guarda relación alguna con el texto, pero me hacía coña; a parte de que tengo la sensación de que ya nadie lee nada que no venga acompañado de una imagen, como ya casi nadie usa el punto y coma a no ser para formar parte de un emoticono)

:the dead king


Una conmoción sacude la pequeña población de Perryville (Missouri) la mañana del 6 de diciembre de 1904. En cuestión de un par de días todos los medios de comunicación del país se personan en el pequeño condado atraídos por una macabra noticia. Elizabeth, la pequeña de cuatro hijas de la familia Cares, mortificada por los remordimientos, declara ante la policía ser la autora del asesinato de su padre, el pastor evangelista Jonah M. Cares. Al principio las autoridades no quisieron dar crédito a sus palabras, pues el reverendo Cares, aunque llevaba tiempo sin ser visto por la ciudad, solía ausentarse con regularidad por cuestiones relativas a su ministerio. Pero tras encontrar en la vivienda de los Cares restos de huesos humanos se comienza una investigación policial en toda regla, mientras la joven Elizabeth se suicida ahorcándose en su celda. En el juicio sale a relucir toda la verdad: lo que en principio podía parecer un simple (es un decir) caso de parricidio, resulta ser la punta del iceberg de lo que sucedió en aquella casa. Anna, la madre, mantenía una compleja relación con sus cuatro hijas, con las que acabó por formar una suerte de comunidad matriarcal completamente hermética a influencias externas. Entre todas mataron al reverendo Cares y, lo más macabro, se lo comieron en los meses sucesivos. No estoy destripando el libro, ya que todo esto se narra en el primer capítulo; el resto, lo realmente interesante y espeluznante, es cómo pudieron llegar a esa situación extrema las mujeres Cares. Resulta terrorífico comprender que, dentro de su lógica desviada, quizás tenían razón al hacer lo que hicieron.

Douglas Meyer, autor del libro, dio con la noticia por casualidad en la hemeroteca del Baltimore Chronicle, donde trabajaba como documentalista. Intrigado por el caso decide investigar y pronto comprende que de ahí puede salir un libro apasionante. Durante seis largos años se dedica a recopilar toda la información sobre el caso reflejada en la prensa de la época y, lo que es más interesante, en las declaraciones policiales de las cuatro supervivientes y en las actas del juicio. Los pequeños huecos los rellena hábilmente con una dramatización efectiva, de estilo seco y conciso, con un resultado más próximo a La canción del verdugo de Norman Mailer que a A sangre fría de Truman Capote. Sin tomar partido por ninguna de las partes, Meyer se limita a narrar los hechos tal como ocurrieron, y deja que el lector juzgue los actos de las protagonistas, como hizo el juez en la época, que las condenó a la pena capital (las únicas mujeres ajusticiadas en el estado de Missouri en el siglo XX). El libro fue merecedor del premio Banquet de Investigación Periodística en su edición del 2002, y es una verdadera pena que hasta ahora nadie se haya dignado a editarlo en castellano. La edición original resulta muy atractiva, ya que viene acompañada de fotografías de la familia (escalofriantes sabiendo lo que ocurrió después), y copias de las actas del juicio y titulares de la prensa. Si tu inglés es simplemente correctito, no lo dudes y hazte con él.

martes, 11 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [3]

30 de septiembre - Hoy me vi una peli donde doce tipos llegan a una mansión en mitad de una isla de la que no podrán salir hasta la mañana siguiente, cuando un barco los irá a recoger, pero los tipos se van muriendo, uno a uno, en un orden absolutamente predecible y de una forma maniquea y absurdamente moralista en relación a faltas y acciones reprobables de su pasado, hasta que los tres que quedan vivos averiguan, treinta y cinco minutos después que el espectador, quién es el asesino y por qué quiere matarlos, en una explicación absurda e innecesaria por parte de éste, amén de anti-climática, que precede a su aparente muerte y misteriosa desaparición del cuerpo para posibilitar una hipotética segunda parte, en un confuso amalgama de accidente involuntario y ajusticiamiento muy muy voluntario, tras el que hay una sorpresa final para dos de los supervivientes, cuando averiguan, cincuenta minutos después que el espectador, que el tercero en discordia es un compinche del asesino, y un asesino a su vez, y lo matan en defensa propia pero de una forma exageradamente sangrienta, quedándose los dos solos, él y ella, al final de la película pero al inicio de una más que probable relación afectiva de carácter meramente sexual, viendo amanecer el nuevo día, siendo ya, y para siempre, dueños de sus destinos, todo con una realización plana, confusa y mareante. No me quedé con el título, pero estuvo de puta madre.

:Doctor Extraño : El juramento

El Doctor Extraño siempre me ha parecido más interesante como icono pop (sobre todo en su etapa psicotrónica de los 70’s) que como personaje en sí. Por mucho que ese proto-friki que es Raimon Fonseca se empeñe desde el prólogo en convencernos de lo contrario, Stephen Extraño siempre ha sido un segundón dentro del universo Marvel, tanto a nivel de ventas como de resultados artísticos. Así que un servidor se aproxima a esta obra más motivado por el plantel autoral que por el casting (y también por el hecho de ser una historia autoconclusiva y no el principio de una nueva serie); y es que el guionista de este coqueto tomo no es otro que el gran Brian K. Vaughan. Para el que desconozca la obra previa de este geniecillo, recomendarles encarecidamente las series en curso Y, el último hombre, y sobre todo la impresionante Ex-Machina, con 5 volúmenes ya publicados en castellano. Que ningún integrista anti-superhéroes se asuste, pues aunque ambas obras están publicadas por editoriales especializadas en el ramo, ninguna de ellas podría considerarse como un cómic superheroico en sentido estricto. Como dato para escépticos, el señor Vaugham se ha añadido al plantel de guionistas de la serie Perdidos en su tercera temporada, así que algo habrán visto en él.
Pasando ya a la obra que nos ocupa, recoge una miniserie de cinco números de gran éxito en su U.S.A. natal (premio Wizard incluido), en la que los autores logran algo realmente complicado: explicar el origen del héroe, imbricándolo en una aventura actual sin que chirríe ni se haga redundante, con lo que puede ser leído tanto por un veterano marvelita como por un lego en el asunto. La historia comienza con fuerza, con una premisa que atrapa (las vidas de los protagonistas colgando, casi literalmente, de un hilo), para a continuación llevarnos hacia delante y hacia atrás en el tiempo, sin perder nunca el ritmo ni las ganas de sorprender y divertir (lo que uno espera de este tipo de comics, pero rara vez encuentra), pasando de lo particular a unas dimensiones donde lo que hay en juego es mucho y muy grande (bigger than life, que lo llaman). Es cierto que hacia la mitad pierde algo (sólo algo, ojo) de fuelle, pero pronto remonta hacia un final en lo más alto, con dramáticas implicaciones morales en juego, además del físico de los implicados. El tono es ciertamente irónico, sin acabar de tomarse demasiado en serio a sí mismo, pero al mismo tiempo demostrando un gran amor por el personaje y sus singularidades genéricas; es decir, es respetuoso con el pasado pero sin clonarlo (un equivalente cinematográfico podría ser un Indiana Jones en comparación con cualquier película de aventuras de los años 50’s).
Resaltar también el estupendo apartado gráfico, un pleno español. El dibujante Marcos Martín hace un estupendo trabajo, basándose sobre todo en el Dr. Exraño clásico de Ditko, con un resultado cercano al de un Tim Sale menos exuberante y expresionista, con algo de la calidez de Paul Smith (un dibujante a reivindicar). Álvaro López corresponde con un ajustado y preciso entintado, y Javier Rodríguez (conocido entre los veteranos) logra un coloreado de tintes clásicos, acorde al tono general, a pesar del uso del inevitable Photoshop.
Comentar por último la buena y cargadita edición de Panini en un solo tomo, que aunque nos priva de la comezón mensual de los cliffhangers entre episodios (una de las especialidades de Vaughan) nos permite disfrutar de la historia de una sentada. A esto hay que añadir la ya comentada introducción contextualizadora del entrañable y sabio Raimon Fonseca, más una entrevista de este último a Marcos Martín. Como guinda, una pequeña historia promocional de los mismos autores y personaje, que no es nada del otro mundo pero es gratis. He dicho.

:murders

La editorial granadina Gato Negro, especializada en el género negro (valga la redundancia), llega ya a sus cinco años de existencia casi subterránea, y para conmemorarlo sacan a la calle la quinta edición (todo un logro) de su particular bestseller, Murders, de John Moore. La prosa hipnótica y obsesiva del californiano (una especie de Thomas Bernhard del noir, salvando las distancias) nos sumerge desde el principio en un ambiente enrarecido del que ya no podemos despegarnos hasta mucho después de acabar su lectura. Sin desvelar nada relevante de la historia (la mayor gracia del libro radica en los sorprendentes giros argumentales) podemos decir que todo comienza cuando unos viejos compañeros de facultad se reencuentran en su habitual quedada anual en la casa que uno de ellos tiene en un pequeño pueblo costero de Vermont, prácticamente vacío en invierno. Por supuesto, los crímenes comienzan a aflorar pronto, entre los compañeros y entre los particulares habitantes del pueblo, y uno ya sólo puede dejarse llevar hasta el sorprendente final. Por una vez, NADA es lo que parece, pero sin que el autor se saque ningún truco barato de la manga. La estructura es ambiciosa, aunque no especialmente novedosa: cada capítulo es narrado por uno de los protagonistas (incluido el asesino), conformando un puzzle del que poco a poco vamos obteniendo la imagen general.
La distribución a nivel estatal, lamentablemente, no es demasiado buena, pero siempre podéis pedirlo directamente a la editorial. Si os quedan ganas de más John Moore, los mismos felinos han traducido y editado un par más de sus locuras: Versus y El multiplicador, ambas también muy recomendables.

lunes, 10 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [2]

21 de septiembre - Me he comprado un jersey nuevo, pero pienso devolverlo. Cometí el error de pedirle consejo a Carlota sólo porque me la crucé por la calle y me preguntó que estaba haciendo, rompiendo uno de los puntos clave de mi “Decálogo para llevarme bien con las mujeres sin dejar de ser yo mismo”. Por ahora tiene 14 puntos, pero me gusta como suena lo de decálogo. El punto 9 reza: “Nunca dejes que te acompañe una mujer a comprarte ropa”. El resultado suele ser como el de hoy: necesito comprarme unos zapatos que abriguen, pero que guarden de la lluvia, negros; pero vuelvo a casa con un jersey amarillo y azul que no me gusta como me sienta. Causa y efecto.
22 de septiembre - Hoy me levanté con ganas de enfadarme, pero todo el día fue perfecto y maravilloso. Así que estoy entre decepcionado y un poco nostálgico. Pero de enfadado, nada de nada.
23 de septiembre - No me han puesto ninguna pega por lo de cambiar el jersey. La empleada fue muy amable y se ofreció a devolverme el dinero si no encontraba el de mi talla. No sé como llegó a la conclusión de que quería un jersey igual pero en XL. Por suerte no había ninguno y, de mala gana, llamó a la encargada para que me devolviera el dinero, después de una complicada gestión con la que taponé la cola casi diez minutos de reloj. Algunos en la cola, desesperados, dejaron las prendas que se disponían a comprar por cualquier parte, de cualquier forma, con un gesto teatral seguido de un murmullo malencarado ininteligible. Calculo que les hice perder, contando mi devolución, unos 45 euros con 95 céntimos. Está bastante bien teniendo en cuenta que estamos al final de las rebajas.
Nota mental: la revolución sólo es posible en temporada alta.
26 de septiembre - Hoy me hice tres pajas. Las tres con la misma foto. Tenía el día romántico.
27 de septiembre - Han cambiado las cortinillas en la tele. ¡Ya es otoño!

domingo, 9 de marzo de 2008

:la mano rota

No dejaron de oírse ladridos a lo lejos en toda la noche, como puntuando las punzadas de dolor que sentía en la mano. Los achacó a la luna llena. Llevaba un día y medio sin tomar los calmantes, mortificándose conscientemente con su presencia sobre la mesa: no quería depender de nada que un día se acabaría. Sentía el dolor en todas sus múltiples modulaciones, como los pasos de un invitado por toda la casa; y como un invitado, su presencia sólo es soportable cuando comprendes que no se quedará para siempre.
Al principio, hacer las cosas con una mano tenía algo de juego. Pero sólo al principio. Ahora piensa más despacio, y los pensamientos parecen ajenos y resuenan lejanos, rebotan en mil superficies antes de llegar a su cabeza, y parecen usados, y cansados. Toda su vida parece un eco. Mira su mano rota, la carne desgajada y reorganizada; una visión en tiempo real de su metamorfosis. Algo negro sale de entre las costuras, abriendo las suturas, haciendo saltar los puntos. Algo que nunca terminará. No es pelo, como pensó, con un pensamiento barítono, en un primer momento. Son plumas, comprende; plumas negras de un cuervo retorciéndose sobre la alfombra con el ala rota mientras él está lejos, en cualquier otra parte.

:concurso


En junio del año 77 se organizó en San Diego (California) la primera edición del concurso "Peinado estúpido/comentario musical estúpido combinados", que ganó con una mayoría aplastante el DJ aficionado local Stuard "Rico" Oesterberg, con su ya mítica alusión a Cheap Trick: "La voz de reminiscencias lennonianas les emparenta indirecta, y paradógicamente, con la tradición del blues". Por desgracia, este concurso ha dejado de convocarse en 1999 (sonoro lamento). En este caso, el merecido vencedor fue Ibrahim "Little Sex Machine" Melki (foto adjunta), con su perla en alusión a los ya por entonces en decadencia Pavement: "Con los arabescos de su doble batería esquíban la influencia del minimalismo metronómico de la Velvet".

:la rebelión de la máquinas (5)

Aquí les dejamos el quinto episodio de la saga. La emisión o no del tercero todavía está debatiéndose entre nuestros asesores legales, ya que aparecen imágenes muy comprometidas de una importante figura de este país (por no citar nombres, digamos que sus iniciales son Su Majestad el Rey Don J.C.). En cuanto al cuarto episodio, estamos trabajando en estos momentos en la posproducción, más laboriosa de lo que una mamarrachez como esta supone a simple vista. De todas formas, si a Tarantino le funciona, ¿por qué a nosotros no? Flashforward al canto, como contrapunto cómico al apocalipsis, que también tiene su coña, para que nos vamos a engañar.

sábado, 8 de marzo de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café)


Apelo encarecidamente a mis tres (3) fieles lectores. Sé quienes sois, porque comemos juntos todos los domingos. Difundid el siguiente texto a los cuatro vientos (os toca un viento y un tercio por cabeza). Recientemente, en una de mis habituales redadas nocturnas en busca de alimentos en semi-buen estado por los contenedores de la ciudad, me encontré con un modesto cuaderno de tapas azules, con manchas de grasa y una serie de traducciones de verbos latinos al castellano durante 16 páginas. Atrapado irremisiblemente en su amena lectura, me encontré con que en la página 17 el apasionante listado mutaba en una suerte de diario pormenorizado de las aventuras de un desconocido congénere. Y aquí es donde requiero de su ayuda: necesito saber quién es el artífice de semejante atentado gramatical, pero que a pesar de todo me ha mantenido atrapado hasta el final de sus desventuras. Aquí les dejo el primer fragmento, pronto, si su anónimo autor no da señales de vida, los siguientes. Gracias por anticipado. (Nota: la casa de la foto es una dramatización de éste, su atento editor)

"16 de septiembre - Hoy es mi último día en el piso, el piso que a partir de mañana llamaré “mi antiguo piso”. Eso es lo que más raro se me hace de todo.
Ya tengo tres “antiguos pisos” (contando este) y tres “ex-novias” (contándola a “ella”). Damián me han recomendado que para olvidarla (a parte de dejar hablar de “ella”, de dejar de pensar en “ella”, de dejar de escribir sobre “ella” y de dejar de llamarla compulsivamente por teléfono para acto seguido colgar) debo dejar el piso que compartía con “ella”. Sin el sueldo de “ella” tampoco me queda mucha más opción, así que he simulado que seguía su consejo, y me he puesto, cabizbajo, a buscar piso.

Le he dicho que quería un piso más pequeño, porque el espacio vacío me recordaría su ausencia. Ahora suena ridículo, pero logré soltar dos lágrimas mientras lo decía.

Corrí la voz entre todos mis conocidos de que buscaba piso, pero tras una semana desalentadora, tomé la decisión de buscar a través de una agencia. Como resultado, acabé alquilando una casa de dos pisos en las afueras, en vez de un apartamento en la zona vieja (siempre he querido vivir en una vieja buhardilla remodelada, y tener una claraboya sobre la cama).

Es una casa de dos pisos, terriblemente amplia y húmeda. Tiene un patio (que cuando el tipo de la agencia me enseñó, estaba lleno de caracoles) con un pequeño gallinero vacío que parece como una diminuta casa abandonada, y una huerta llena de maleza al fondo. El tipo de la agencia y yo compartimos un momento de sincronía cósmica cuando ambos comprendimos, en el mismo preciso instante, que todas sus explicaciones habían dejado de ser una pequeña bendición para convertirse en un gran inconveniente. Cuando le dije que me la quedaba, ninguno de los dos dábamos crédito a lo que acabábamos de oír.

Me prometió que me llevaría un par de deshumificadores una vez me hubiese instalado. No entiendo por qué tendría que mentirme, pues la propuesta fue iniciativa suya, y una vez que yo ya había firmado el contrato. Pero aún así estoy seguro de que nunca veré esos deshumificadores. "

:historia universal de la puntería

Esperamos a nuestros enemigos agazapados, conteniendo el aliento. Son cuatro meses ya, y si no fuera por el Coronel, sería muy difícil mantener el entusiasmo y la tensión de los primeros días. Sólo nosotros sabemos que hay una guerra en curso; el resto de los ciudadanos siguen con sus vidas: en el bar de abajo las putas juegan al parchís mientras esperan nuevos clientes, y el resto esperan nuevas ofertas de teléfonos móviles o lo que sea. Todos estamos esperando algo.
El Coronel va de cuarto en cuarto dándonos ánimos con pequeñas arengas. Hoy nos dice que prefiere enemigos con armas automáticas que con semiautomáticas, porque con estas últimas tienden a apuntar mejor; sin embargo el miércoles nos dijo que reconoceríamos a nuestros enemigos sólo porque nos apuntarán con sus armas. No comento nada sobre estas contradicciones, porque los ánimos ya están bastante bajos: el Coronel ha perdido más de quince quilos la última semana. Si no llevase siempre el mismo pasamontañas, creo que ni lo reconocería.

lunes, 3 de marzo de 2008

:consejos prácticos

Existen una serie de contingencias vitales en las que difícilmente nos veremos involucrados y para las que, por lo tanto, el inconsciente colectivo no nos ha preparado para solventar. Para ello está el mundo del cine, ese espejo deformante en el que mirarse y que, a manera de botica de la abuela, nos da respuestas precisas a problemas concretos que de otra manera nunca se nos ocurriría plantearnos. He aquí unos cuantos ejemplos:
-Si tienes una cerilla pero no su caja correspondiente, no te preocupes, puedes encenderla frotándola sobre cualquier superficie (una barba de tres días, la suela del zapato, una uña... ).
-Si te despides de alguien cristal mediante (un autobús, un tren, la sala de visitas de la cárcel...) debes poner la palma de tu mano en tu lado del cristal para que el otro haga lo propio desde el otro lado.
-Si alguien se muere con los ojos abiertos (otra forma no se concibe) debes cerrárselos con un movimiento preciso de la mano.
-Si has de dar una mala noticia a alguien, acompáñala de un vaso de agua. Por lo visto su efecto narcotizante está contrastado.
-Si has de forcejear con alguien con una pistola cargada, asegúrate de que el seguro esté quitado; anexo: el que se lleva el susto más grande es el que sobrevive.
-No hagas caso a la etiqueta del colchón: da saltos en él a la mínima oportunidad (si es posible en pijama y en medio de una guerra del almohadas).
-Si te persiguen por un bosque y necesitas coger resuello, escóndete detrás del árbol caído.
-Si estás enfadado con alguien, nada como una pelea con comida para solventar la disputa. Se recomiendan espaguetis y tarta.
-Si te pegan un balazo corre al mueble bar: el whiskey desinfecta las heridas.
-Si una chica te apunta con un arma, no te asustes: las mujeres no saben quitar el seguro.


:no se olviden de votar este domingo

:el primogénito

Su tía abuela había perdido a su primogénito en un viaje a Lyon. Desde entonces, casi cada noche, hasta el día en que murió, soñaba con él. Pero no eran pesadillas, sino sueños reconfortantes en los que veía a su hijo crecer, día a día, hasta convertirse en adulto.

En sus sueños, su primogénito entraba como empleado en una frutería, y cuando moría el dueño llegaba a un acuerdo con la viuda y se quedaba con el negocio. Al despertar podía recordar hasta el importe exacto del alquiler que pagaba por el local. Nunca cuidó ni se interesó por sus demás hijos. Siempre mostró un desapego por ellos que los demás percibían como antinatural. En general se la consideraba una mala persona, con todo lo que ello implica.

Cada mañana, mientras se vestían, le contaba a su marido lo que su primogénito había hecho esa noche, con todo detalle: qué había comido, qué ropa se había puesto, cómo le iba el negocio. Aquel era el único momento de verdadera alegría que ella se permitía compartir con alguien. El otro era íntimo: el instante en que conjuraba la presencia de su hijo cuando se acostaba y esperaba a quedarse dormida.

El marido la escuchaba pacientemente cada mañana, sin interrumpirla, mientras se vestían. Pero un día, cuando ella hizo un pausa para subirse una media, él le abrió la cabeza con la palangana de mármol, matándola en el acto. No supo decir por qué lo había hecho, pero en realidad sólo el juez acertó a preguntarle la razón, y probablemente sólo por exigencias de su cargo.