El Doctor Extraño siempre me ha parecido más interesante como icono pop (sobre todo en su etapa psicotrónica de los 70’s) que como personaje en sí. Por mucho que ese proto-friki que es Raimon Fonseca se empeñe desde el prólogo en convencernos de lo contrario, Stephen Extraño siempre ha sido un segundón dentro del universo Marvel, tanto a nivel de ventas como de resultados artísticos. Así que un servidor se aproxima a esta obra más motivado por el plantel autoral que por el casting (y también por el hecho de ser una historia autoconclusiva y no el principio de una nueva serie); y es que el guionista de este coqueto tomo no es otro que el gran Brian K. Vaughan. Para el que desconozca la obra previa de este geniecillo, recomendarles encarecidamente las series en curso Y, el último hombre, y sobre todo la impresionante Ex-Machina, con 5 volúmenes ya publicados en castellano. Que ningún integrista anti-superhéroes se asuste, pues aunque ambas obras están publicadas por editoriales especializadas en el ramo, ninguna de ellas podría considerarse como un cómic superheroico en sentido estricto. Como dato para escépticos, el señor Vaugham se ha añadido al plantel de guionistas de la serie Perdidos en su tercera temporada, así que algo habrán visto en él.
Pasando ya a la obra que nos ocupa, recoge una miniserie de cinco números de gran éxito en su U.S.A. natal (premio Wizard incluido), en la que los autores logran algo realmente complicado: explicar el origen del héroe, imbricándolo en una aventura actual sin que chirríe ni se haga redundante, con lo que puede ser leído tanto por un veterano marvelita como por un lego en el asunto. La historia comienza con fuerza, con una premisa que atrapa (las vidas de los protagonistas colgando, casi literalmente, de un hilo), para a continuación llevarnos hacia delante y hacia atrás en el tiempo, sin perder nunca el ritmo ni las ganas de sorprender y divertir (lo que uno espera de este tipo de comics, pero rara vez encuentra), pasando de lo particular a unas dimensiones donde lo que hay en juego es mucho y muy grande (bigger than life, que lo llaman). Es cierto que hacia la mitad pierde algo (sólo algo, ojo) de fuelle, pero pronto remonta hacia un final en lo más alto, con dramáticas implicaciones morales en juego, además del físico de los implicados. El tono es ciertamente irónico, sin acabar de tomarse demasiado en serio a sí mismo, pero al mismo tiempo demostrando un gran amor por el personaje y sus singularidades genéricas; es decir, es respetuoso con el pasado pero sin clonarlo (un equivalente cinematográfico podría ser un Indiana Jones en comparación con cualquier película de aventuras de los años 50’s).Resaltar también el estupendo apartado gráfico, un pleno español. El dibujante Marcos Martín hace un estupendo trabajo, basándose sobre todo en el Dr. Exraño clásico de Ditko, con un resultado cercano al de un Tim Sale menos exuberante y expresionista, con algo de la calidez de Paul Smith (un dibujante a reivindicar). Álvaro López corresponde con un ajustado y preciso entintado, y Javier Rodríguez (conocido entre los veteranos) logra un coloreado de tintes clásicos, acorde al tono general, a pesar del uso del inevitable Photoshop.
Comentar por último la buena y cargadita edición de Panini en un solo tomo, que aunque nos priva de la comezón mensual de los cliffhangers entre episodios (una de las especialidades de Vaughan) nos permite disfrutar de la historia de una sentada. A esto hay que añadir la ya comentada introducción contextualizadora del entrañable y sabio Raimon Fonseca, más una entrevista de este último a Marcos Martín. Como guinda, una pequeña historia promocional de los mismos autores y personaje, que no es nada del otro mundo pero es gratis. He dicho.
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