Es la nuestra, sin duda, una postura mucho más hipócrita: miramos hacia otro lado con disimulo, levantamos levemente la ceja, somos cool, no pensamos en sexo ni cuando follamos.
La postura japonesa es mucho más sincera: todos estamos pensando en sexo constantemente. Es un hecho, y negarlo es absurdo.
Un par de ejemplos con los que me topé en el país del sol naciente:
1. Carteles en ciertos vagones de metro advirtiendo que en hora punta sólo pueden entrar mujeres en ellos.
2. En la exposición de Lee Bul en el Mori Art Museum, una de las salas tenía el suelo de espejo. Como las féminas por allí son muy dadas a vestir microfaldas, en la entrada de dicha sala uno podía servirse de unas maxifaldas negras para evitar tentaciones.
Esa es la clave: evitar tentaciones. No creo que sea una sociedad más enferma que la nuestra, sólo son más conscientes de su enfermedad. Oscar Wilde, en su clarividencia, ya lo dijo (como casi todo): “Puedo resistirlo todo menos la tentación.”
Atentamente: T.