Hay cosas que nunca olvidas, no sabes por qué, pero se te quedan grabadas. Quizás porque van asociadas a una fuerte sensación, quizás porque te descubren algo nuevo de tí, quizás porque tienen una continuación y acaban por convertirse en una historia; y las historias difícilmente se olvidan.
Mi abuelo me dijo una vez mientras paseábamos junto a las casetas del circo, que si alguien se muere en el pueblo cuando el circo está en él, su alma, su espíritu, como quieras llamarlo, el remanente de esa persona que fue, se queda impregnada en el circo. Mi abuelo no me lo dijo así, claro.
El circo había llegado al pueblo el día anterior y todavía estaban montándolo todo, hizando las carpas, levantando casetas. Mi abuelo me dijo entonces eso: si te mueres esta semana, mientras está aquí el circo, te llevan con ellos. Nunca supe de dónde había sacado esa idea, de qué cuento, de qué tradición o de qué pseudorreligión, ni tampoco se la oí contar a nadie más. Hasta dónde yo sé, esa idea se la inventó mi abuelo.
Unos años después ocurrió el reverso de esa imagen, lo que hace que esto sea una historia y lo que hace que nunca lo haya podido olvidar. El circo volvió al pueblo, y mi abuelo se murió. No fué una sorpresa, de hecho fue lo contrario a una sorpresa: llevaba varios años muy enfermo, y un par de meses literalmente agonizando. Cuando llegó el circo cambié mis oraciones: en vez de desear que mi abuelo se muriese para que terminase su sufrimiento, recé para que aguantase unos días más, una semana, hasta que el circo se fuese del pueblo. Pero se murió, y lo enterramos, y esa tarde, al volver del cementerio, no pude evitar acercarme hasta el circo, donde ya estaban desmontando las casetas.
Eché un vistazo furtivo por el hueco entre dos carabanas. No sé qué esperaba ver, algún tipo de fantasía de niña, quizás a un payaso triste diciéndome adiós con la mano, algún tipo de cierre, de conclusión, de despedida; algún detalle que sólo yo entendiese, que sólo tuviera significado para mí. Pero lo único que vi fue a gente atareada yendo de un sitio a otro, desmontado estructuras y cargándolas en las carabanas para irse a otro lugar. Por la noche ya se habían ido.
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