jueves, 17 de abril de 2008

: los archivos del Doctor Schwab-Smidt (211/08)

Expediente (211/08): Gregory G. Clinton, de Ontario, se despertó una mañana que no logra precisar (probablemente del año 1961) notando un cambio en su forma de percibir el tiempo; afirma que desde entonces cada segundo de reloj para él equivale a una vida entera, como si su mente viviese “aislada en una eternidad de eones”. Mostrándose incapaz de realizar cualquier acción, por sencilla que ésta sea, ya que su cuerpo parece moverse con la desesperante lentitud de los continentes, se ha ido aislando poco a poco del mundo exterior. Atrapado en esta escala de tiempo geológica, agotada su mente por esta prisión eterna en la que ha tenido tiempo de imaginar y pensar todo lo imaginable y pensable, clama por una muerte que no llegará hasta el final de los tiempos. Cualquier solución que le propongo es recibida con el hastío y la resignación del que ya lo ha dado todo por perdido. “Esto tiene que ser el infierno”, se lamenta.

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