viernes, 20 de julio de 2012

:memorias (desordenadas) de un lector de tebeos [2]


El azar ha hecho que la primera bolsa que llega a mis manos no sea especialmente prometedora, al menos a priori.  Una cuartilla con un listado de los tebeos que hay dentro, una prevención de mi yo del pasado para facilitarme las búsquedas, me recibe antes de abrir la bolsa.  Algunos títulos me traen buenos recuerdos con su sola mención, otros ni recuerdo haberlos leído. 
Abro la cremallera y huelo el interior. 
Nunca he sido demasiado olfativo, a pesar de tener una buena pista de aterrizaje.  Veo a esas personas que abren los comics nuevos y lo primero que hacen es abrirlos, meter las narices dentro y respirar profundamente, y siento envidia, como si me estuviese perdiendo parte del show.  Yo soy eminentemente visual: disfruto del tacto de las páginas, de su textura, del peso del objeto, del sonido de las páginas al pasarlas y toda la pesca… pero lo que me fascina, lo que sigue dándome vueltas años después dentro de la cabeza, son los dibujos, la cuatricromía, las tipografías, los logotipos empresariales, las cabeceras de las secciones de correo, las líneas cinéticas, los contornos de los globos, las onomatopeyas… Por eso, aunque adoro el objeto, creo que no sufriré un trauma cuando los tebeos se conviertan en digitales de aquí a unos años. 
Por el bien del experimento, huelo el interior.  El inconfundible aroma de la tinta de los tebeos está oculto bajo el fuerte olor a papel viejo y húmedo.  Huele a librería de segunda mano, ni más ni menos: un olor acre que se agarra al fondo de las fosas nasales, que me evoca humedad e insectos xilófagos.  No pone en marcha ningún proceso proustiano,  o nada relacionado con lo que hay en el interior de la bolsa.  Así que vamos con el contenido.
Encima de todo, tres tebeos sueltos de “el corredor escarlata”.  
Primero: Flash serie limitada 50 aniversario num. 1.  He de decir, así, ya de buenas a primeras, que siempre he sido más de Marvel que de DC, no creo que por una cuestión de calidad (de hecho, cuando comencé a leer tebeos “en serio” en los 80, DC tenía, sino una calidad media superior, sí unos highlights mucho más evidentes y que han trascendido más), sino de presentación: las ediciones de Zinco me parecían oscuras y pobres en comparación con el cinemascope dolby surround de Fórum, que se me antojaban irresistibles objetos pop (mentira, eso me lo parecen ahora, entones simplemente me resultaban más molones).  En realidad los comics americanos tenían el miniformato de Zinco, mientras que los de Fórum se habían inventado un formato un poco más grande (el célebre, para toda una generación, “formato Forum”), para lo que ampliaban los originales americanos.  La distribución de Zinco también era más caótica, al menos en mi ciudad, así que blanco y en botella: fui un Marvel Zombie, no un DC Addict


Lo de DC lo viví un poco de soslayo, un poco sin entenderlo del todo: los multiversos, la Crisis en Tierras infinitas… lo leí por encima y me pareció indigesto y como si hubiese nacido viejo. 
Y Flash… como concepto me encanta, el traje clásico rojo también me parece muy grande (no así el prehistórico, el de la palangana en la cabeza, que bebe, como mucho del material DC de los treinta y cuarenta, de la mitología clásica), pero nunca he leído demasiado de él.  Cosas sueltas, empezadas in medias res e inconclusas, como destellos.  Así, obviamente, es imposible meterse en una mitología y un corpus con tanto peso como el que me imagino posee Flash después de tantas décadas.  Pero tampoco me estresa: abro un cómic, lo leo, aprovecho lo que puedo, y lo que no lo dejo.  Había TANTO, que no me importaba perderme ALGO.  Eso cambiaría unos años después.
No recuerdo haber comprado este tebeo concreto, pero supongo que caí en la trampa fácil de “el número 1”, y no me atrajo lo suficiente como para continuar comprándola (y con mi presupuesto exiguo de entonces, para “hacer” una colección, tenía que gustarme MUCHO).  Echo un vistazo al interior y tampoco me dice gran cosa: supongo que me lo leí una vez, hace más de veinte años, y no he vuelto a abrirlo desde entonces.  Me llaman la atención un par de cosas que entonces seguro que se me pasaron por alto: una introducción contextual de Mark Waid, uno de esos hombres de empresa siempre tan voluntariosos y cargados de datos que ayudan a ver que todo lo que se hace en el presente es una nueva Edad de Oro (como Raimon Fonseca en España, vaya).  La última página del tebeo reproduce un poema de Kipling, siguiendo esa moda instaurada por Moore en su Watchmen de salpicar los tebeos con citas literarias, como para dar mayor empaque y profundidad (los imitadores, no Moore).  En el listado de novedades del mes (octubre del 90), veo que DC estaba en una época relativamente notable: La Liga de Giffen y DeMatteis, V de Vendetta, Animal Man de Morrison, Hellblazer de Delano, etc.


Seguimos con otro tebeo: El nuevo Flash, especial Legends num.1 (caí otra vez en la trampa).  Esta portada sí la “recuerdo”: Flash corriendo por una pista de aterrizaje a la misma velocidad que unos cazas.  Visto ahora, por encima de la iconicidad de Flash (que sigue funcionando) sólo puedo ver los defectos: demasiado peso de la figura, lejos del dinamismo que debería de tener (y que tenía, por ejemplo, dibujado por Carmine Infantino): parece una estatua más que un corredor real (¿se puede correr con los pies así?).  Los objetos están “mal” dibujados: tienen una fuente real, pero son reduccionistas y torpes.  ¿Tanto cuesta conseguir unas fotos de un F-15 para documentarse?  ¿Los edificios del fondo no parecen un aeropuerto hecho con piezas de Tente?  La cuatricromía con degradados ya anticipa el futuro coloreado informático, pero vista ahora parece más kitsch que no un logro técnico.
En el interior de la portada vemos una primera versión de la portada, con un corredor más coherente (o que al menos no parece estar flotando en el espacio), así como unos edificios más creíbles, y unos F-16 copiados de la realidad, no imaginados por un niño. 


De la historia en sí no recuerdo nada: incluye los dos primeros números de uno de los reinicios de la colección en USA, con guión de Mike Baron (Nexus!) y dibujo de Jackson Guice, un tipo al que no sé muy bien por dónde pillar: parece venir de esa escuela de cuerpos alargados y anatomías definidas de Neil Adams, con gestos graves, como de película sueca.  Pero por otro lado tiene un aire muy hortera, y un acabado anatómico al límite de lo correcto, como si fuera un buen mal dibujante (o un mal buen dibujante).  No debería gustarme, pero me gusta.
Hojeando el tebeo, hay mucha fisicidad, mucho interés en describir a un Flash “real”, que, por ejemplo, debe alimentarse constantemente para contrarrestar el desgaste de sus carreras.  Supongo que otra herencia del mayor “realismo” que venía imponiendo Watchmen (con un guiño en una de las viñetas).  Hay, por encima del argumento, varias imágenes que sí me han quedado grabadas en la memoria, como muestra de que, al menos por entonces, leía los tebeos más icónica que literariamente.  (¿Ha cambiado eso con el tiempo? Espero poder responderme esta pregunta de aquí a unos cuantos posts).
(Continuará).

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