Recientemente me he visto Las cajas de Stanley Kubrick, un documental televisivo en el que su
director, Jon Ronson, nos cuenta su experiencia de cinco años revisando, tras
la muerte de este, las más de mil cajas que el director había acumulado en su
mansión inglesa. En tantas cajas Ronson se encontró de todo, y con esos hallazgos
intentó reconstruir la metodología de trabajo y de vida de Kubrick, llegando a
la manida y obvia conclusión de que "era un genio". Vaya, gran
novedad. A ese respecto, en el apartado de conclusiones, el documental no
aporta gran cosa, es más interesante por lo que muestra, por poder ver de
primera mano (vale, de segunda) las intimidades del "genial"
cineasta.
En
las cajas de Kubrick, ya lo he dicho y lo recalco, había de todo, desde
proyectos de películas que nunca llegó a realizar, algunos realmente avanzados
(estuvo dos años documentándose, por ejemplo, para una película sobre el
holocausto judío, tiempo en el que Spielberg preprodujo, rodó y estrenó La lista de Schindler, con lo que
Kubrick sintió que el tema estaba agotado), hasta las cartas que le enviaban
fans y haters, perfectamente catalogadas según el grado de animosidad/odio del
remitente (en una escala que iba del "Rendido fan" a "My Own
Private Mark David Chapman" que bien podría catalogarse en una Escala
Kubrick), y de su localidad de procedencia.
Llegados
a este punto, la visión que se nos muestra de Kubrick es la del excéntrico
maniático lindante con la psicopatía, el obsesivo del orden y la perfección que
se acabó recluyendo en su casa, celoso de su intimidad, y bla bla bla. En
realidad, solo era un tipo adelantado a su época, como ya demostró en otras
varias ocasiones. "Llegó" a la Luna un año antes que la NASA, y de
forma mucho más verosímil; a la propia NASA le pidió que perfeccionara unos objetivos
ópticos con los que poder trabajar con escasísima luminosidad para poder
realizar Barry Lyndon usando solo luz natural; en El Resplandor usó como
operador de Steady-cam a su inventor, pues nadie más podía manejarla como él
quería por entonces... Siempre puso la tecnología al límite, siempre pedía a
los técnicos algo que no solo nunca nadie había hecho antes, sino que ni
siquiera se lo habían planteado. Con ello, hizo avanzar el lenguaje
cinematográfico, que durante unas décadas parecía ir siempre un par de pasos
detrás de él. Y con sus cajas, lo que "inventó" fue internet tal como
hoy lo conocemos. Un internet unipersonal, analógico y realmente aparatoso; un sistema
carísimo, una red que solo alguien con una cuenta corriente saneadísima podía
permitirse. Un internet que ocupaba varios trailers, no un simple disco duro.
Ejemplos.
Durante
años, creó una empresa interpuesta que contrataba a lectores profesionales para
que se leyeran prácticamente todos los libros que podían tener algún interés y
le hiciesen un resumen y se lo remitiesen, con lo que podía leerse varios
proyectos de una sentada, como el que echa un vistazo por amazon leyendo sinopsis y clicando enlaces.
Tenía
a un fotógrafo de mano que, cual google
imágenes personal, sacaba fotografías de todo lo que Kubrick le pidiese.
¿Que le telefoneaba y le pedía que le fotografiase entradas de bares del
sudeste de Londres? Pues una semana sacando fotos de puertas de pubs. Para
preparar Eyes Wide Shut a Kubrick le
interesaba una calle en concreto de Londres, y en lugar de salir de su casa y
verla in situ, le encargó al tipo
este que la fotografiase por él, con lo que se plantó allí con su cámara y una
escalera de mano (por cosas de la perspectiva) y sacó una foto de la calle cada
tres metros, pegándolas después en una tira de seis metros. Con el google street view hoy Kubrick lo
tendría más fácil, pero el proceso sería mucho menos divertido de ver.
¿Guardar
las misivas que uno recibe en carpetas clasificadas? Sí, qué gran excentricidad,
Stanley, ninguno de nosotros lo hacemos. En una ocasión le escribió una carta a
una fábrica de cajas porque quería que las tapas de sus cajas favoritas no
estuvieran muy apretadas como para tener que forcejear con ellas, pero tampoco
tan flojas como para que se soltaran a la mínima. Quería que fueran PERFECTAS.
Vale, esto puede hacerlo parecer un pelín quisquilloso, pero ¿acaso no tenemos
nosotros, simples mortales, preferencias en el interface de nuestros ordenadores? ¿No cambiamos el color o la
forma de las carpetas? ¿El fondo de escritorio? ¿Nuestra foto de perfil? ¿Acaso
no nos enerva hasta el infinito cuando el doble click para abrir un archivo va
un poco más lento de lo que deseamos? Kubrick, simplemente, exigía del mundo
real, analógico, físico y tangible, lo que nosotros le exigimos al virtual,
electrónico y binario: un funcionamiento perfecto. Kubrick lo quería todo, ya, disponible para él
sin tener que salir de casa. Vaya loco.
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