¡Ay!, ¿qué sería del cine sin sus tópicos y lugares
comunes? Pues sin duda algo mucho mejor.
Cuántas veces hemos visto esto en una película: con
la trama ya bien avanzada, una recapitulación sonora (e incluso visual) en la
que se repiten, sobre el rostro del protagonista con gesto pensativo, frases
(con un ligero reverb) del principio de la película para recordarnos detalles importantes,
momentos cruciales, información que deberíamos recordar por nosotros mismos si
hubiésemos prestado un mínimo de atención o si los responsables del producto
audiovisual tuvieran un mínimo de pericia para resaltar lo importante sin
necesidad de subrayados. ¡Vagos!
¡Incompetentes! ¡Películas hechas
por débiles para débiles!
Peor aún que los sustos en las películas de sustos en
los que solo se sirven de un corte de montaje brusco y una subida repentina del
audio es: secuencias oníricas inquietantes dentro de películas de terror anodinas
para crear una sensación insana e inquietante que no tiene nada que ver con el
tono ni la trama. Si vuestra historia es
sosa y queréis darle un poco de chispa, que alguien sueñe con que su abuela
vuelve de la tumba, medio podrida, y que de sus heridas supurantes salgan
cronenbergianas criaturas reptantes susurrando "rosebud"; acto
seguido el nieto en cuestión se despertará entre sudores y taquicardias y ya
puede seguir la trama insípida sabiendo que la platea está con el esfínter
tenso y el rictus contraído. Otra
pandilla de cobardes e incompetentes; timadores: ¡si quieres asustarme, mete el
"miedo" en la trama, no seas caradura!
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