Bueno, otro año que llega a
su fin. Otra buena cosecha comiquera,
compruebo cotejando mi listado de lecturas con el regusto que se me ha
quedado. Pues sí, buen año.
Han pasado muchas cosas, como
el affaire de El Jueves del que, mira tú, ha brotado una nueva revista con los
autores escindidos (los mejores, casualmente).
A nivel de ediciones, sigue publicándose demasiado para cualquier
bolsillo, y cada vez más variado.
En esta lista he incluido
solo obras publicadas en España en el 2014, así que los Burns, Ryan y compañía
que he leído en ediciones extranjeras tendrán que esperar su turno en futuras
listas. Tampoco he incluido reediciones
de materiales clásicos, aunque he disfrutado enormemente releyendo a Lauzier o
a Kurtzman, por ejemplo. Hay muchos
comics que se han quedado a las puertas de mi particular top-ten (no sé, Mi
amigo Dahmer de Derf Backderf, Tiempo de canicas de Beto Hernandez, Hulka 1, de
Soule, Pulido y Wimberly, Historias del barrio 2 de Beltrán y Seguí, Aama 4 de
Frederik Peeters...) y que podrían estar dentro si la lista la hiciera otro
día. Pero la lista la he hecho hoy, así
que estos son los que están. Los tres
primeros son así, tal cual, cada uno en su cajón del pódium. Los otros siete van en pelotón, sin ningún
tipo de orden. Son la plebe de la casta.
Ahí vamos...
La entrevista, Manuele Fior: si el Antonioni (con perdón) de El eclipse dibujase
extraordinariamente bien y decidiese hacer un cómic de ciencia ficción, podría
salirle algo parecido a esto. Una
maravilla.
Yo, asesino, Altarriba y Keko: una obra madura (no podría ser de otra forma, con
estos autores) y llena de matices, sobre el arte de matar; compleja y lejos de
maniqueísmos, desasosegante y brillante gráficamente (no podría ser de otra
forma, con este dibujante).
Paul en los Scouts, Michel Rabagliati: la obra de Rabagliati es una de mis debilidades,
así que mientras siga dibujándolas y sigan publicándoselas, seguirán
apareciendo puntualmente en mi repaso del año que corresponda. No hay mucho más que añadir: recuerdos de
juventud perfectamente estructurados para que no parezca que hay una estructura
meditada, un dibujo delicioso, y mezcla de humor ligero y pesada nostalgia.
Las Meninas, Santiago García y Javier Olivares: estaba llamada a ser una de las obras del año, y no
ha defraudado. Un canto a la dignidad
artística articulado a través de la figura de Velázquez, considerado en su
época poco más que un artesano (bien remunerado, pero un empleado). Una obra llena de aristas, como el dibujo de
Olivares, casi cubista, llena de facetas y miradas que van complementándose y
contraponiéndose, conformando esta impresionante historia.
L'Amour, Joann Sfar: segundo y último tomo con las aventuras del vampiro Fernand, uno de
los mejores personajes de Sfar, que aplica su habitual método anárquico y
libérrimo a uno de sus temas predilectos: el amor y sus vericuetos. Leer a Sfar es un placer que llena de
envidia, porque no parece que haya en él el sufrimiento del artista, todo
parece liviano y alegre, como si los cómics brotasen de la punta de sus
pinceles y rotuladores por generación espontanea. Seguro que no es así, pero la sensación de
libertad que desprende su obra es extraordinaria.
¡Universo! #1, Albert Monteys: autopublicado en internet, este primer número de su
nueva serie (debe de ser que ahora tiene un poco más de tiempo libre) es una
delicia extraordinariamente bien dibujada, una obra que mezcla la ciencia
ficción y el humor en un cóctel que desprende una sensación de maravilla
constante. Bravo.
Arsène Schrauwen Vol. 1 y 2, Olivier Schrauwen: compleja obra, más interesada en la captación de
atmósferas que en plasmar una historia lineal.
Schrauwen sigue demostrando, página a página, que es uno de los autores
más importantes y vanguardistas de la actualidad, reinventando el lenguaje del
cómic y desplegando recursos que parecen nuevos en cada página, casi en cada
viñeta. Una obra impresionante, compleja
y desasosegante; y llena de humor, no se asusten.
Las medallas:
Cowboy Henk, Herr Seele & Kamagurka: toda una institución en su Bélgica natal, iba
siendo hora de que aquí le dedicáramos, sino un monumento, sí al menos una
edición monumental. No es un integral,
porque hay miles de páginas de este personaje repartidas en publicaciones de
toda índole y procedencia, pero es muy completita y sirve para hacerse una idea
perfecta y cabal (es un decir) de esta locura postsurrealista. Los autores se sirven de la figura de Cowboy
Henk para plasmar todas sus inquietudes artísticas, en un mezcla que va del underground más macarra y delirante, al
más fino, sutil y metalingüistico humor tipo Raw, pasando por todos los estadios intermedios. Un libro imprescindible.
Hechizo Total, Simon Hanselmann: ay, amor a primera vista. Otra delicia que venía picoteando con interés
por internet, pero que así, en bruto y deliciosamente editado, ha resultado un
festín. La frescura con que plasma Hanselmann
(todo un personajes él mismo) las aventuras de sus personajes no se puede
impostar, y leerlo es como volver a leer un cómic por primera vez, cuando
parecía que todas las posibilidades estaban ahí y solo había que
descubrirlas. Ah, y además es divertidísimo.
Fabricar Historias, Chris Ware: este no solo es el cómic del año, lo es también, con toda probabilidad, de la década o de lo que sea que llevemos de siglo. El problema con Ware, si es que lo hay, está en que la forma es tan brillante que uno puede caer en el error de menospreciar el fondo. Sin embargo, como en toda gran obra, ambos son lo mismo. Esta obra tridimensional, literalmente, encierra tantos rincones y detalles que resulta inabarcable. No es un cómic sencillo, el trabajo de Ware nunca lo ha sido, pero desde unos años para aquí está subiendo el listón, y un profano quizás se pierda entre las viñetas, ya que la linealidad cada vez le interesa menos al autor; pero si uno supera esa primera dificultad formal, ya solo le queda disfrutar de una obra maestra prácticamente incomparable.
1 comentario:
Tomo nota... a ver si llegan los cuartos para tanto.
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