Amour es la película de amor de Haneke, como
Funny Games fue su sit com. Haneke sitúa
siempre a sus personajes en situaciones extremas, incómodas tanto para ellos
como para el espectador. Si en Funny
Games unos intrusos hacían la vida imposible a una familia, en Amour el intruso
es interno: es la enfermedad, la decadencia del cuerpo lo que penetra en el
piso de la anciana pareja protagonista.
Salvo una breve escena inicial, toda la película se desarrolla en ese
piso, un espacio claustrofóbico y sin salida, como la vida misma.
Haneke no se refocila en la miseria de los
personajes, que mantienen su dignidad sin la ayuda de subrayados. Dirección sutil, precisa, inteligente,
elíptica, analítica, como viene siendo habitual en Haneke; que en este caso se
permite un par de ensoñaciones, un par de imágenes subjetivas, y un sueño
magistralmente rodado (quizás el mejor que he visto desde la apertura de Fresas
Salvajes). Pero nada es demasiado
evidente, ni esas subjetividades ni los planos poéticos de la paloma atrapada. Todo funciona calladamente, como una
corriente subterránea, horadando nuestra resistencia ante la belleza y la
realidad de esta historia. Sin demorarse
en detalles macabros (hay cosas que no es necesario ver, dice el personaje
interpretado por Jean-Louis Trintignant).
Belleza y terror: el terror de saber que, si
tenemos la suerte de llegar a ancianos al lado de la persona que amamos,
probablemente acabaremos así. No nos
asesinará un alienígena beligerante ni un psicópata vengativo, pero quizás sí
veamos la mirada de nuestra pareja vaciándose de recuerdos, o sentiremos el
pánico de la pérdida de nuestra persona reflejada en sus ojos.
Mención especial para los protagonistas de
esta historia, el ya mencionado Trintgnant y una sobrecogedora Emmanuelle
Riva: dos interpretaciones simplemente PERFECTAS.
Una película esencial y necesaria. Una obra maestra en su sentido estricto: es
decir, una obra hecha por maestros.
(Si el trago no es suficiente amargo para
usted, querido lector, pruebe a combinarlo con la lectura de Un adiós especial,
de Joyce Farmer).
No hay comentarios:
Publicar un comentario