Por mediación de José María Picón he tenido el "dudoso" honor de escribirles un texto de presentación comentando la jugada (pobres incautos). Con el dinero que me he sacado del timo, un corta y pega de los diarios de Jacques Derrida y unas cartas de Jacques Lacan a Jean Cocteau, me he pegado una escapada de relax y en estos momentos les estoy escribiendo esto desde un spa en la isla de la Toja (los llaveros con caracolas siguen siendo tendencia, por cierto). El texto es el que sigue, y las imágenes son, las dos primeras de Picón, y las dos siguientes de Carro Tojo. Como ven, este post se lo he dejado bien masticadito, todo muy fácil de entender. No se acostumbren.
"Tiene algo de heroico titular Metamorfosis tu obra, con las pesadas resonancias que conlleva. Víctor Carro Tojo y José María Picón obvian los poemas mitológicos del clásico de Ovidio y se aproximan, premeditadamente de forma tangencial, a la obra homónima de Kafka, aunque sólo sea por su papel como representante de la Nueva Carne avant la lettre, y la presencia obsesiva de insectos en la obra de estos dos artistas.
Aunque a primera vista pueda parecer una paradoja plasmar los cambios en imágenes estáticas, cuando el cambio es precisamente movimiento, observando detenidamente las piezas de esta exposición, uno comprende que en una época como la nuestra de impresiones huidizas, de realidad difícil de apresar, quizás lo que tenga sentido sea el estatismo para resetear nuestras miradas, para restablecer unas coordenadas. Plasmar la mutación en una imagen única admite dos posibilidades: capturar el cambio in medias res, en el estadio intermedio entre ser una cosa y ser otra (como Bernini capturó en mármol a Dafne en mitad de su transformación entre mujer y laurel), o dejar meridianamente claro cuales son los dos polos entre los que bascula nuestra creación mutante.
José María Picón crea una realidad fragmentada que él mismo reconstruye como un collage. Sus imágenes son nudos gordianos en busca de significados nuevos, como si la realidad fuese un puzzle que admitiese más de una solución. Juega con la dualidad, en la forma y en el fondo: sus obras son metáforas visuales, con un significado muy claro que se alimenta de dos polos sin que eso divida su poder evocador, sino que lo multiplica exponencialmente. Quizás la pieza clave sea Tolemia: la ironía de que el artista/taur nos muestre su naipe, el Joker, la carta con valor cero. Quizás todo ha sido un juego.
Las metáforas visuales también están en la raíz de la obra de Víctor Carro Tojo: la mutación, el cuerpo como lugar de exploración, de dolor, como espacio para el hallazgo, para la sorpresa. Utiliza una técnica pictórica, con el valor distanciador del blanco y negro, pero elaborada, precisamente para cristalizar sus imágenes en el tiempo, detenerlas y convertirlas en iconos inmutables de la corrupción del cuerpo, para convertir lo transitorio en eterno.
La filosofía oriental entiende la realidad como un cambio continuo, entiende que la naturaleza última del ser es la mutación. Quizás las obras de estos dos artistas, Víctor Carro Tojo y José María Picón, puedan entenderse como imágenes inmutables del cambio, como instantáneas aisladas de un continuo imposible de detener."
Por si quieren saber algo más de los artistas, aquí les dejo un par de reseñas biográficas. Para una relación más intima, el día de la inauguración estarán por ahí derrochando joi de vivre y comiendo pinchos como si los hubiesen pagado ellos (que de hecho es así).
Víctor Carro Tojo: Nació un día muy ingrato si lo que uno ambiciona es acumular bienes (un 26 de diciembre). Su casa siempre estuvo llena de papeles, así que se dedicó a emborronarlos desde muy pequeño y desde entonces en ello sigue. La televisión y los comics se inmiscuyeron en su vida y truncaron una carrera prometedora y una vida sana convirtiéndolo en un ilustrador de mal vivir. Reconoce que le queda todo por aprender, lo cual dice mucho de él y poco de sus profesores.
José María Picón: Vive en el mejor barrio de Santiago D.C. (o eso cree él), y complementa su abultado sueldo con timbas de póker. Nacido en una familia con tradición artística, signifique lo que signifique eso. Desde pequeño quiso ser dibujante, pero con los años fue perdiendo habilidades manuales y ganando en pragmatismo: comprendió que la fotografía y el diseño manchaban menos. Un día tuvo una epifanía en el supermercado al comprender que las portadas de los discos y libros las diseñaba alguien, y encima cobraba por ello. Decidió que él también podía hacerlo (cobrar, lo otro ya lo sabía) y en eso anda, pobre diablo. Está perfeccionando su inglés para escribir su autobiografía, ya apalabrada con Random House. Además está pensando en hacer cosas más interesantes, pero todavía no se le han ocurrido.
Actualización: reseña, en plan corta y pega de mi texto original, en El Ideal Gallego.
1 comentario:
Sublime
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