jueves, 27 de agosto de 2009

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [68]


Me hago una paja en la ducha de Carlota. Esto tiene visos de convertirse en una costumbre: correrme en las duchas ajenas.
Tras el desahogo, las cuestiones vuelven a agolparse en mi cabeza pero, afortunadamente, acaban respondiéndose solas. Eso sí, otras ocupan su lugar.
Carlota insiste en preparar un par de tazas de café (yo insisto en que prefiero té). Veo el ordenador en pausa sobre la mesa y le pregunto si puedo usarlo y ella me responde desde la cocina que sí. Me conecto al wifi del vecino y consulto mi correo electrónico, el equivalente digital del correo basura que me llega en papel a casa: saldos de ropa, boletines de noticias del club de garage y psicodelia al que estoy subscrito y del que me da pereza darme de baja, últimos movimientos de mi tarjeta, etc. En un rapto de frenesí creo una cuenta, ay, a nombre de “pisamierdas_con_ositos_de_ganchillo”.
Desde la cocina Carlota me pregunta si quiero leche. No. ¿Azúcar? Sí.
Ya con el google encendido aprovecho para mirar lo de Damián. Su enfermedad se llama erotomanía. No está solo.
Sin ser yo de natural curioso decido echar un vistazo a una carpeta que me mira desde el centro de la pantalla del ordenador. Su título: FOTOS (las mayúsculas no son mías). ¿Qué espero encontrar? La prueba fehaciente y palpable de que Damián y Carlota están confabulando a mis espaldas; o al menos de que están liados. Necesito un complot en mi contra.
Sólo tengo tiempo de ver unas pocas fotos. Carlota y una amiga (Tania, Antía, Tatiana... no sé, una chica esquelética que me han presentado un par de veces y que tiene un piercing encima de la boca que de lejos parece una verruga) de viaje por Londres. En la mayoría aparecen fotografiadas en un salón de actos con los participantes de un concurso de dobles de famosos. Una tipa supuestamente parecida a la Reina de Inglaterra le entrega el primer premio al ganador: un tipo mayor con la calvicie engominada hacia atrás y que no deja de sonreír enseñando los dientes y que, imagino, debe de ser un doble de Jack Nicholson aunque sólo se le parece en las Ray-Ban. No puedo preguntarle a Carlota que narices hacía en Londres en un concurso de impersonators porque sabría que le he estado curioseando las fotos; así que, o bien saca el tema ella, o me iré a la tumba con la duda. Buff, qué ansiedad.
Vuelve de la cocina con una taza de café, una de té y un popurrí de pastas, y pone un popurrí de éxitos de los ochenta en el equipo de música a medio volumen. Su forma de conversar me pone de los nervios: nunca te dice directamente lo que quiere, sino que comienza in media res, como si entrases en el cine cuando ya llevan veinte minutos de película, lo que convierte la conversación en una sucesión de flashbacks que van conformando un entramado de apariencia complejísima y que sólo al final puedes observar en toda su estúpida integridad. Pero sólo porque tú, en primera instancia, has preguntado.
Cómo puedo ser amigo de alguien tan retorcido, eso es lo que yo me pregunto.
No puedo dejar de mirarle los dientes mientras habla: los tiene grises y gastados, casi translúcidos. Carlota “coqueteó” (sic) durante un tiempo con la anorexia. Decía que era como comer con condón. Me ofrece pastas: las ha traído de Londres; el té es de Carrefour.
Pasamos así un rato intrascendente. Alabo las pastas, ella me pregunta por mi jersey nuevo.
Saca el tema de Rosendo, pero yo no tengo ánimos para seguirle el juego, así que la conversación entra en vía muerta. Hablando de personas con tonterías encima del labio: cuando conocimos a Rosendo tenía una herida justo debajo de la nariz, una herida que se le complicó y se le infectó y que tenía una costra realmente fea. La cosa es que con eso debajo de la nariz parecía Hitler, y comenzamos a llamarle Adolfo. Por lo demás, tiene aspecto de relaciones públicas de una discoteca, de persona que trabaja de noche y duerme de día, con su barba perfilada, los dos botones superiores de la camisa siempre desabrochados y la mano adaptada al contorno de un vaso de tubo.
Saltamos cuatro años hacia el futuro, a hoy por la tarde. A Rosendo sigue sin salirle pelo donde la herida (con lo que se parece más a Cantinflas que a Hitler), y Carlota me habla de él como si hubiésemos estado hablando de él ayer mismo, cuando en realidad no lo hacemos desde hace, no sé, nunca. Resulta que al final ha conseguido la beca y ha entrado en el grupo de posgrado de psicología donde trabajan con ciegos de nacimiento para tratar de dilucidar qué gestos son aprendidos y cuáles innatos. Yo, de verdad, no tengo nada que decir sobre Rosendo; soy del tipo de persona que se hace una opinión rápida de los demás basada en detalles nimios y superficiales. Sé que es injusto y que probablemente en la mayoría de los casos me equivoque (de hecho, lo sé: todos mis amigos me cayeron mal en un primer momento), pero no puedo evitarlo. De Rosendo sólo podría decir que tiene unos codos feos, huesudos y rojos, como dos rábanos, y que es de los que pone una pelota de tenis en el enganche del remolque, y que por esos dos motivos no lo soporto. La única conversación que mantuvimos sin un tercero mediante fue acodados en la barra del Atasquito, entre dos bailes (él) y dos copas (yo); nunca lo olvidaré: se me acercó y me dijo que se follaría hasta a una bicicleta si tuviesen coño.
Carlota intenta sacar el tema “Rosendo” adelante, bregando, empujando, bombeando, pero yo me muestro tozudo como una montaña. Como corolario de este sinsentido y anticipo de mi marcha, le pregunto si Rosendo sigue con Domenica, y Carlota salta y dice que la idiota esa se ha vuelto a su país y demás cosas que no vienen para nada a cuento, como que tiene las tetas tan caídas que cuando se pone en bikini las dos piezas se tocan y parece que lleve bañador.
Me vuelvo a casa con el coche resollando. Desde que como rico en fibra mi mierda es tan dura, tan compacta, que ni mancha el culo. Cagar vuelve a ser uno de los puntales del día.

3 comentarios:

UNDER dijo...

Compañero, estupenda critica de "Carriers" que nos brinda el amigo de zombie.blogia...como "dejame entrar" pero con infectados...tenemos que organizar un visionado conjunto a la de ya :) un abrazo!

http://zombi-blogia.blogspot.com/2009/08/critica-de-carriers.html

Anónimo dijo...

Siendo el próximo manuscrito el que hace el número 69, me huele que va a estar sumamente interesante.
Xoselois.

SoL dijo...

hola, interesante el comentario de Rosendo, me he estado leyendo estos dias el diario y espero pronto leer algo nuevo, me gusta mucho es bastante intrigante... bueno cuidate y te mando besos y abrazos desde el primaveral otro lado del mundo.... SoL