Las vidas de dos de los mayores ilustradores belgas del siglo XX están más interrelacionadas de lo que hasta ahora creíamos. La historiografía académica coincidía en señalar que la mayor influencia artística de René François Ghislain Magritte (1898-1967) era la del pintor italiano De Chirico. Sin duda el conocimiento de su obra en un año tan temprano como 1926 le sirvió al belga para depurar su incipiente estilo, alejándose de forma definitiva de las demás vanguardias y centrándose en un muy particular surrealismo. La que no es tan conocida es su otra principal influencia, ésta a nivel icónico, y no porque el propio Magritte lo ocultase, pues reconoció en numerosas ocasiones que su particular look (abrigo y bombín negros) estaba inspirado en los personajes Hernández y Fernández (Dupont et Dupond) de su admirado Hergé (1907-1983), creador del mítico Tintín.
Ambos se conocieron en 1947, cuando Magritte visitó a un convaleciente Hergé en su casa-estudio de Bruselas, aquejado de unas fuertes fiebres. Allí, según testigos, hablaron de lo divino y lo humano, pero sobre todo de arte. Ambos reconocieron su mutua influencia y, lo que hasta ahora no se sabía, Hergé mostró al maestro sus Cuadernos de Enfermedad. Sabíamos de la existencia de estos cuadernos plagados de textos e ilustraciones que Hergé garabateaba compulsivamente en sus muchas convalecencias (de sobras era conocida su mala salud). Algunas de estas ilustraciones han salido a la luz ahora, y en su totalidad serán editadas próximamente por la editorial gala Casterman, en unos (dicen) preciosos facsímiles. La que acompaña a este texto la realizó el creador del reportero del tupé en 1941, aquejado de unas incapacitantes fiebres acompañadas de diareas (sic), provocadas por la ingesta de sidra en un estado cuestionable. Esta ilustración, huelga decirlo, recuerda poderosamente al autorretrato de Magritte titulado The son of a man, fechado en 1964. Ustedes dirán...
Ambos se conocieron en 1947, cuando Magritte visitó a un convaleciente Hergé en su casa-estudio de Bruselas, aquejado de unas fuertes fiebres. Allí, según testigos, hablaron de lo divino y lo humano, pero sobre todo de arte. Ambos reconocieron su mutua influencia y, lo que hasta ahora no se sabía, Hergé mostró al maestro sus Cuadernos de Enfermedad. Sabíamos de la existencia de estos cuadernos plagados de textos e ilustraciones que Hergé garabateaba compulsivamente en sus muchas convalecencias (de sobras era conocida su mala salud). Algunas de estas ilustraciones han salido a la luz ahora, y en su totalidad serán editadas próximamente por la editorial gala Casterman, en unos (dicen) preciosos facsímiles. La que acompaña a este texto la realizó el creador del reportero del tupé en 1941, aquejado de unas incapacitantes fiebres acompañadas de diareas (sic), provocadas por la ingesta de sidra en un estado cuestionable. Esta ilustración, huelga decirlo, recuerda poderosamente al autorretrato de Magritte titulado The son of a man, fechado en 1964. Ustedes dirán...
2 comentarios:
Soy Magín..
has visto ya Berserk ?
io me vi dexter entera, no estuvo na mal
Ey, tío, que sorpresa encontrarte por aquí. Pues no, aun no me vi la de Bersek, y no será por ganas. De lo último en animé, le eché un vistazo a Gantz. Conocía el manga, que está divertido. Sólo son 26 episodios, y te los puedes descargar muy rápido en cinetube.com.
Un saludo!
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