Mi
personal revisión de lo mejor del 2018 en el mundo del cómic. Ahí va mi
top-ten:
10. ¡Universo! Vol. 1 (2018) Albert Monteys:
recopila en un tomo los cinco primeros números editados digitalmente por
Panelsyndicate (ha salido hace poco el sexto), por lo que uno puede pegarse un
atracón analógico y descubrir uno de los mejores cómics de ciencia ficción del
momento, y también uno de los más divertidos, y también uno de los más tristes,
etc. Además, se me olvidaba, Monteys dibuja como quiere.
9. Nejishiki (2018) Yoshiharu Tsuge: salido
de un universo paralelo, Japón, leyendo este recopilatorio de Tsuge que abarca
distintos años y períodos de su trayectoria, podemos intuir a qué altura y
profundidad se puede llegar hilvanando una viñeta tras otra. Tercera obra de
este autor publicada por aquí, y tercera obra monumental.
8. Gus 4 (2018) Christophe Blain: fin de
trayecto, conclusión de otra obra mayor de Blain. Pongan aquí todos los
epítetos superlativos que se les ocurran para describir el trazo del francés,
su capacidad para captar el movimiento, el detalle revelador, la pura gracia, y
ya tenemos la reseña. Supongo que, cuando esto se recopile en un tomo,
integral, se podrá apreciar mejor su grandeza, aunque solo sea por la anchura
de su lomo.
7. Siete sitios sin ti (2018) Juan Berrio:
qué poco se prodiga Berrio, tendría que haber un Berrio cada mes del año, cada
mes de la vida, para poder entenderla mejor, la vida, con sus rimas asonantes,
sus reflejos, sus entrecruzamientos. Si dibujar es clarificar, dejar a un lado
lo superfluo, entonces Berrio tiene que ser uno de los mejores dibujantes que
tenemos.
6. Pantera (2018) Brecht Evens: apabullante
en lo gráfico, aterrador en su contenido, con ese aspecto de cuento infantil,
Evens plasma en colores casi fauve, un recordatorio de lo que es la infancia:
un cúmulo de temores, de misterios, de metamorfosis sin pausa.
5. La blusa (2018) Bastien Vivès: es Vivès
un habitual de estas listas, porque por aquí se le aprecia, cuando vuela ligero
y cuando se pone grabe, y sobre todo cuando se queda entremedias, como aquí.
Otra clase de narración del ya-no-tan-joven prodigio francés, que parece
acariciar con su trazo lo que representa.
4. El método Gemini (2018) Magius:
monumental obra esta, una historia nada edulcorada, más bien amarga, de la
mafia neoyorkina de los setenta; por lo que es inevitable hacer referencia al
Scorsese de los grandes frescos, con lo que ello implica: movimiento continuo
de la historia, violencia desatada, personajes cruzándose laberínticamente en
esta hoguera que Magius dibuja como un tebeo de Disney donde el lumpen hablase
con acento murciano. Hay aquí muchas decisiones arriesgadas, y todas, todas,
funcionan a la perfección. Una experiencia eléctrica.
3. Unreal City (2018) D.J. Bryant: esta
recopilación de historias cortas parece compilar, valga la redundancia, varias
de las propuestas más excitantes del indie de los años noventa, germen de mucho
de lo mejor que vivimos ahora en el mundo del cómic y la novela gráfica y todo
eso; heredero, Bryant, de Clowes, Burns y compañía, su obra, lejos de ser
derivativa y referencial, parece estar inventando algo nuevo con la gramática
de antaño, y el disfrute es similar al de antaño, aunque uno no sea ya el de
entonces, lo cual me parece un logro.
2. Röhner (2018) Max
Baitinger: geometría y física, ideas hechas diseño (en el sentido de dar forma
a algo), humor esquivo, Tati y Keaton pasados por el filtro de Becket,
convertido todo en pinturas de Patrick Caufield. La obra de Baitinger, además
de conjugar en mi mente todos estos, y muchos otros nombres más, da un nuevo
sentido a la línea clara, y supone, para un servidor, la mayor sorpresa en
viñetas del año (porque el número uno sí me lo esperaba).
1. Lo que más me gusta son los monstruos
(2018) Emil Ferris: impepinable pódium, aquí y en la mayoría de las listas de
lo mejor del año. Creo que desde la última obra de Chris Ware no había tanta
unanimidad en que estamos ante una Obra Mayor; una narración poderosísima, tan
atractiva en lo formal que puede distraer, sino fuera porque cada trazo tiene
su sentido y su función. Apabullante, a la espera de que salga el segundo
volumen que cierre la historia.
Fuera
del top-ten, pero también recomendables: Last Man 9 (2018) Sanlaville, Vivès, Balak, se acerca el final de esta
serie, que no deja de dar vueltas sin aburrir; En la cocina con Kafka (2018)
Tom Gauld, otra recopilación deliciosa de chistes de una página, para reír de
medio lado; El gato del rabino 6 (2018) Joann Sfar, el culo inquieto de Sfar
vuelve a una de sus series más reconocidas, con otro capítulo maravilloso; Ulna
en su torreta (2018) Izu Toru, el manga más adictivo que he leído este año,
decir que es desconcertante es quedarse corto; Giant Days (2018) Allison,
Treiman, Cogar, una maravillosa sit-com en viñetas, de lo más divertido y mejor
dialogado que hay ahora mismo; El show de Albert Monteys (2018) Albert Monteys,
recopila sus historietas “autobiográficas”, muy muy divertido; Pulse enter para
continuar (2018) Ana Galvañ, ciencia ficción hecha aquí y ahora; Soppy (2018)
Philippa Rice, deliciosa; The Black Holes (2018) Borja González, uno de los
cómics españoles que más ha dado que hablar este año, y no es para menos: muy
solvente, muy serio; Mi experiencia lesbiana con la soledad (2018) Kabi Nagata,
si la sinceridad es una virtud, esta obra es de un virtuosismo casi
insoportable; Belleza (2018) Kerascoël & Hubert: una delicia gráfica y una
historia cercana al cuento moral clásico, pero con la crudeza de las versiones
sin edulcorar; Criminal 7 (2018) Brubaker, Phillips: el noir de este año, se ha
hecho esperar, pero ha valido la pena; Prison Pit 6 (2018) Johnny Ryan: este es
un poco trampa, porque aún no se ha editado en español, pero lo incluyo porque
es una de mis series favoritas de los últimos años, y este es el demoledor y
nihilista final; El hombre garabateado (2018) Lehman y Peeters: una narración
sobre el poder de la narración, y lo dibuja Peeters, para mí ya vale; Coleguis
(2018) Matt Furie: desopilante; Poochytown (2018) Jim Woodring: otra virguería
de Woodring, no hay nada más que decir; Yo, loco (2018) Altarriba, Kim: un
thriller narrado con la sequedad y el virtuosismo del mejor polar; Alan y
Martha (2018) Guibert: pequeña, en dimensiones, digresión en la biografía que
de Alan está realizando Guibert, una maravilla al alcance de pocos; El tesoro
del cisne negro (2018) Paco Roca, Guillermo Corral: Roca sigue sin agotar su
hiper-capacidad narrativa, de hecho depurándola, y aquí poniéndola al servicio
de un thriller de despachos que no decae, instruye y deleita; Rey Carbón (2018)
Max: llega Max a una pureza narrativa y de trazo tal que ya no necesita ni
palabras, ya que su dibujo es puro lenguaje. Me parece que no se dice lo
suficiente: Max es un genio.