domingo, 8 de junio de 2008

:cellular love

Ella oyó su politono, se volvió con curiosidad y se miraron entre la multitud: fue un amor a primera vista. Esa misma noche se intercambiaron los números y él le llamó a ella dos días después. Las siguientes fueron semanas de llamadas y SMS’s, cada vez más íntimas, cada vez más largas. Fue una época de morse con llamadas perdidas y de fotos por MMS. Ella se puso una foto de él de salvapantallas; él una de los dos. Ese mes la factura del móvil fue abultadísima, así que lo hablaron y decidieron tomar medidas. Ella se cambió de compañía para que les saliese más barato; él se pasó de tarjeta a contrato para que les saliera más barato y, finalmente, tras meditarlo y consultarlo, se duaron. Las llamadas eran prácticamente gratuitas, sólo tenían que pagar tres céntimos de establecimiento de llamada y podían hablar durante horas y horas sin preocuparse del dinero. Pero cada vez las llamadas eran más cortas y espaciadas, más llenas de silencios y de palabras frías y desapasionadas. Todo sonaba a excusa y a despedida. Igual que la primera vez, en esta ocasión también fue ella la que dio el primer paso: entre dos clases, sin pensárselo, le mandó un breve SMS en el que le decía, sin ambigüedades ni dobles sentidos, que se había acabado. Él se pasó días y días llamándola y mandándole mensajes, pero ella siempre estaba apagada o fuera de cobertura y no le contestaba los mensajes, que primero leía y después borraba sin siquiera abrir. Días después empezó a saltarle el buzón de voz y, finalmente, tras dejar de llamarla durante un tiempo, volvió a intentarlo con más insistencia, pero ella le cortaba las llamadas. Probó entonces a llamarla con el móvil de un amigo y ella por fin respondió, pero al reconocer su voz le dijo que se había acabado, que no había nada más que hablar, y que si seguía insistiendo cambiaría de número. Él se resignó, cambió el salvapantallas por una foto de su perro jugando en la playa, cambió los tonos de llamada y mensaje recibido que tanto le recordaban a ella, y volvió a su antigua tarifa de de 4 a 4 con 3 favoritos: su madre y dos amigos.

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