viernes, 2 de noviembre de 2012

:crónicas


Con Stone Arabia (Blackie Books, 2012) Dana Spiotta nos habla de la memoria, de esa recreación que la mente hace de lo que hemos vivido y que acaba convirtiéndose en un artificio que tiene tanto de real como de ficticio.  Para ello se ha servido, subtramas aparte, de una poderosa y acertadísima metáfora: las Crónicas que un músico de rock cuya carrera hacia el estrellato se truncó justo antes de comenzar. 
Todo el mundillo del rock, o de cualquier otro ámbito de celebridad fútil y basada, mayormente, en elementos pueriles, puede entenderse así como una historia apócrifa donde todo parece más intenso y significativo de lo que realmente fue; pero como todos los integrantes prefieren mantener la leyenda por encima de la realidad, la primera acaba por sustituir a la segunda.  Y “los que no estuvimos allí” tenemos que simular que todo es cierto, porque sino las estrellas serían como nosotros, y eso sí que no podemos soportarlo.  Un libro divertido por momentos, desmitificador y de lectura ágil.  Y sin embargo, muy triste. 
Un fragmento:
(…) las fotos han acabado con nuestros recuerdos.  Cada vez que hacemos una foto, nos olvidamos de grabar ese momento en la memoria, en nuestras neuronas.  Cuando hacemos una foto nos libramos en cierto modo de tener que recordar.  “Voy a sacar una foto para recordar este momento.”  Pero lo que haces en realidad es dejar ese momento fuera de la jurisdicción del cerebro y relegarlo a una Polaroid, o a un papel Kodak, pequeños recuadros medio desintegrados, pegados en álbumes.  Tan fáciles de perder, olvidados en cajas amontonadas en un garaje húmedo.  O sepultarlo en alguna carpeta de un dispositivo digital enorme, a la espera de que alguien la abra.  Lo que has hecho es posponer el acto de mirar y, con ello, la conexión real con el momento; lo único que re queda es un recuerdo de segunda generación, el recuerdo de un hecho que en realidad no es más que el recuerdo de una fotografía de ese hecho.  No se trata de un recuerdo auténtico y profundo, sino de uno falso y fugaz, y tu cerebro ni siquiera nota la diferencia.