lunes, 28 de abril de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [22]

[Continuación] Después de cenar pasamos a la sala a ver la tele. Mi padre zappea unos minutos en concentrado silencio hasta que, de tácito acuerdo, deja un programa de entrevistas y variedades que parece satisfacer a los dos. Me está repitiendo el chorizo de la tortilla. De hecho, nunca ceno carne roja sazonada por esa razón, pero no me atreví a comentar nada porque la tortilla parece ser la especialidad de mi padre. Las patatas estaban crudas para mi gusto y el huevo demasiado cuajado, pero ellos se la comieron con tanto entusiasmo que me pregunto si la tortilla es de su gusto o si su gusto se ha ido adaptando a la tortilla. Sea como fuere, me lamento de haberme olvidado el cepillo de dientes. Voy de todas formas al baño y me doy un lustre de pasta de dientes con el dedo para sacarme el sabor de boca. Me miro en el espejo y me veo desmejorado; me echaría un par de años de más. No sé por qué uno sólo se ve como es realmente en los espejos de los demás. Tengo que hacer algo con los puntos negros, comprar de una vez una crema o un gel o lo que sea. Tiro de la cisterna para disimular y vuelvo a la sala. Fuera de contexto, mis padres parecen hipnotizados por el parpadeo azulado del televisor. Me siento y los observo de reojo. Mi madre se saca restos de comida de entre los dientes con la lengua, y mi padre se saca los mocos y los tira al suelo. Quitando el chándal y la rebeca, no cabe duda de que somos primates.
Un rimbombante intermedio parece despertarlos de su trance. Sin importarles la continuidad ni nada por el estilo, se levantan y se van dándome las buenas noches. Mi madre, más afirmando que preguntando, me dice que si me quedo mañana a comer. Le respondo que sí para que no crean que he venido sólo a por mis cosas, sino también a comer por la cara. Sé que este tipo de actitudes les hace sentirse útiles.
Y ahí estoy yo, solo, a las diez y media de un sábado, con un ardor de estómago agudo y una programación televisiva como para plantearse seriamente el suicidio. Cojo el mando a distancia, me recuesto en el sofá y hago un par de barridos por la parrilla. Me veo una película mediada hasta que recuerdo que ya la he visto y zappeo sin ningún sentido, tartamudeando de cadena en cadena como un mantra averiado. Me dan las doce con la tontería y en los canales locales desaparecen las echadoras de cartas y aparecen las películas porno. Me engancho a una en la que un tipo sentado en un sofá parece estar haciendo un casting o algún tipo de reconocimiento a una chica que se va desnudando poco a poco. La chica se ríe nerviosa, y ambos hablan en alemán o algo parecido a alguien que está detrás de la cámara. No tengo ni idea de por qué, pero la idea me resulta excitante y presiento una paja. Me rebusco en los bolsillos y encuentro un kleenex acartonado de mocos. Me vale. Entreabro la puerta para ver si mis padres se levantan y bajo un poco el volumen. Cuando ya tengo la polla fuera, la chica se saca el sujetador y veo que tiene unas tetillas blancas y vacías como monederos, y algo que no sé si es un tatuaje o una mancha de nacimiento, pero que, en cualquier caso, no ayuda en nada. Puestos ya en faena me la meneo sin entusiasmo pero a buen ritmo, para acabar lo antes posible. Los primeros planos del coño irritado y mal afeitado me hacen replantearme mis objetivos, pero remonto y llego a buen término. Me corro con un chasquido, con una leche espesa como el flan y tan abundante que me desborda el kleenex, poniendo perdido el pantalón y la funda del sofá. Ahora hay que actuar con rapidez, sin dudas: primero cambio de cadena con el único dedo limpio; saco la cabeza al pasillo para comprobar que no hay nadie y echo una carrera hasta el cuarto de baño con la polla en la mano. Tiro el kleenex en el retrete y me lavo las manos y la minga. Humedezco una esquina de una toalla y me froto la mancha del pantalón; luego hago lo mismo con la de la funda. Tiro de la cadena para deshacerme de las pruebas y me tumbo otra vez en el sofá, como si no hubiese pasado nada. Con el imperativo reproductor saciado la noche se me presenta larga. No tengo ni pizca de sueño y oigo a mis padres roncar acompasadamente, como la música de un tiovivo. [Continuará]


9 comentarios:

Anónimo dijo...

Que gran invento la tortilla con chorizo!! es uno de mis platos favoritos!! la tia que las haga como mi madre o mi abuela ya me ha conquistado!!! Tienes que juntar un puñado de estas cosas y sacar "Manuscrito hallado en una botella [de licor café]: el libro"
yo lo compraría...en serio...buenísimo, ya somos legión los fans del diario
Un abrazo!!

toni bascoy dijo...

Que gran mundo el de las tortillas. Algún día trataremos el tema en profundidad, porque da para una tesis. Lo del libro lo estoy estudiando con mi editor (en realidad es mi dentista, pero como me pilla siempre con la boca abierta no soy capaz de decirle que no a nada). Él es partidario de sacarlo directamente en película americana, y después ya se haría la versión original española y la novelización. No sé donde entro yo en todo ese entramado, pero él lo tiene muy claro.
Un saludo!!!!!

Anónimo dijo...

Tio, se te va la pinza...te lo he dicho alguna vez? jajajaja :P

toni bascoy dijo...

El mundo avanza que es una barbaridad. Estás ahí sentado, a medio metro, y tienes los santos cojones de hablarme vía wifi. No, si es que...Lo de la pinza me lo había dicho mi psiquiatra y la vecina de abajo, pero tú nunca. A ver si os presento un día y haceis un grupo de versiones de los Panchos y me dejais en paz de una puta vez. Por lo demás, que te vaya bien y un saludo cordial!

Anónimo dijo...

Me parto..(ya lo he leído María ;-)
Hoy me he leído tu blog de un tirón y estoy de acuerdo con el sujeto ánonimo que escribe arriba.
Esto debería de ser carne de editorial! Anímate!
El boca a boca funciona y cada vez somos más los interesados en lo que escribes. Es realmente bueno...
Por cierto, la tortilla con chorizo es suculenta...y otra cosa, ¿es que todos los padres son iguales?

Anónimo dijo...

Una tarde, tres posts...Toni, somos exigentes, queremos más!
Un beso

Anónimo dijo...

Hmmm....

No pienso insistir en eso de que te presentes un texto a una editorial...

No. En serio.

Tú verás lo qué haces....

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.

PD tío, quita la puñetera verificación de palabra que sólo sirve pa'perder el tiempo.

toni bascoy dijo...

Hola a todos:
Gracias por los ánimos. Al final me lo voy a acabar creyendo y me voy a volver un engreído de mierda. Eso sí, si publico ya os veo a todos apoquinando religiosamente; la dedicatoria os la hago gratis. Borja, a ver si nos vemos un día y me explicas como se quita lo de la verificación, porque me tiene traumatizado (esto no es una hipérbole). Al filólogo, bienvenido: es usted el tercer lector con título superior que lee esto. Cuidaré más mi gramática e intentaré no abusar de las conjunciones copulativas. Por lo demás, no le haga mucho caso al sujeto anónimo de más arriba: aparte de anónimo es un impresentable que llegó atraído a este humilde blog más por el licor café que por el manuscrito.
Un fuerte abrazo a todos y un beso a quien corresponda. Y tened cuidado ahí fuera.

toni bascoy dijo...

Se me olvidaba: Sí, todos los padres son iguales.