domingo, 20 de abril de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [19]

11 de noviembre - Me despierta el timbre de la puerta. Me levanto como a cámara lenta y hago un poco de ejercicio con las mancuernas y me ducho para despejarme. Con el Nesquik a medias recuerdo que hace una hora llamaron a la puerta, probablemente el cartero, y voy a ver qué me ha dejado. A parte de publicidad hay una carta dirigida a esta dirección, pero sin precisar el destinatario. La abro y dentro hay un pequeño pliego en el que se lee una sola palabra: Gracias. Reconozco el remite: es la misma mujer de la carta a Marta Barcia Noya. Todavía queda gente agradecida en el mundo. Empieza a llover con fuerza.
Sigo donde lo dejé ayer: en la sobremesa. Después de comer, mi madre se larga a toda prisa a una reunión de tupperware, mientras mi padre lava los platos. Yo aprovecho y me escurro hasta el dormitorio. Se ha convertido en un almacén, en una habitación impersonal con cosas de mi hermana y cosas mías que hacen que no sea ni su habitación ni la mía. El papel de la pared es como de dormitorio de vieja, y todavía se entrevé la silueta de un crucifijo sobre la cabecera de la cama. Llegados a este punto, tengo que reconocer que no tengo ni idea de qué he venido a buscar, así que comienzo a revolver en los cajones y a poner sobre la cama todo lo que es mío. Cuando la cama está cubierta de libros, carpetas y trastos, me doy cuenta de que faltan cosas. Mis discos, por ejemplo. Le pregunto a mi padre, que está adormilado en el sofá, donde tienen las demás cosas, y me contesta que en el trastero. La llave está en el cajón de la cocina, me dice señalando con la cabeza. No acierto a preguntarle en qué cajón concreto, así que echo una ojeada. Descarto el cajón de las servilletas, el de la cubertería y el de las medicinas y encuentro un juego de llaves en el cajón de objetos varios. Le pregunto a mi padre qué trastero es, y me dice que el 8 y que lleve una linterna, que la bombilla está fundida. Cojo la linterna del cajón de objetos varios y subo hasta el último piso.
Mi padre y yo sólo hablamos lo imprescindible; apenas preguntas y respuestas donde todo lo banal es suprimido. Odio reconocerlo pero cada día nos parecemos más. Intento que mis aficiones, mi ropa, mi forma de hablar sean distintas, pero cuando estoy sólo, fuera del ámbito social, gana la naturaleza y me convierto en su doble. Estornudo igual que él, toso igual que él, bostezo igual que él, me encorvo al comer igual que él, y estoy seguro de que pongo la misma cara al correrme que él. Aggg.
Abro el trastero e intento encender la linterna, pero no funciona. La observo bajo la lámpara del rellano y veo que no es de pilas, sino que tiene una dinamo que se carga al agitar la linterna. La masturbo con brío durante un minuto y la enciendo, pero el resplandor es como el de una cerilla a punto de apagarse. A tientas saco la bombilla del trastero y bajo otra vez al piso. Le digo a mi padre que voy hasta el supermercado, que si quiere algo. Me dice que hay una lista pegada en la nevera. Efectivamente, la hay.
Esto me recuerda que tengo que tirar las bolsas de la basura del jardín. Al levantar la primera ha empezado a chorrear y rezumar un líquido marronáceo y apestoso que me ha puesta perdidas las zapatillas. Cagándome en todo lo divino voy a por otra bolsa y meto la primera en la segunda y la llevo hasta el contenedor, que ya está lleno a reventar. Pongo mi bolsa encima, como quien coloca una bandera en la cima de un ocho mil, y me escabullo hasta casa. Las demás ya las tiraré mañana. No dejo de pensar en el mensaje que me ha mandado Z, pero me niego a contestarle.

2 comentarios:

Sublimotrust dijo...

Aunque no comente, quizás lo hice una vez, siempre entro en tu blog para enterarme de las andanzas de mi querida botella de licor café.

Joder, a ver si quedamos de una puta vez. Mea culpa como siempre con estas cosas.

Abrazos!

toni bascoy dijo...

Hola, maese:
Que bien tener noticias tuyas. Como ultimamente no se te ve el pelo ni actualizas el blog, pensé que estabas ivernando entre luar y luar. Me alegro de que no sea así, y que le puedas dedicar unos segundos a la botella. Y sí, a ver si un día quedamos.
Un abrazo y cuidate mucho!