miércoles, 23 de abril de 2008

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [20]

12 de noviembre - Desde que me estoy tomando las pastillas me despierto con un desagradable regusto químico en el paladar y con un hormigueo en las yemas de los dedos. Pero duermo ocho horas del tirón, algo que no hacía desde que era preadolescente. También he notado que tardo mucho más en correrme. Tengo el prepucio irritado y dolorido, así que me pongo unos calzoncillos holgados.
Sigo con mi fin de semana: el sábado, en el supermercado, hago la compra para mis padres y al final se me olvida comprar lo que iba a buscar en un principio: la bombilla. En la caja se me escurre un bote de tomate Solís que se hace añicos contra el suelo, salpicándole el pantalón a una clienta. Le pido perdón con un susurro, abochornado, y ella coge sus bolsas y se larga mirándose los bajos con desprecio, sin dirigirme la palabra. La cajera nos manda pasar a toda la cola a la caja de al lado, mientras llama por megafonía a otra empleada para que venga a pasar una fregona. No me atrevo ni a mirar quien está en la cola. No podré volver a este supermercado en la vida.
En la puerta me cierra el paso un tipo trajeado. Tardo unos segundos en reconocerlo: es Fernando Gil, un amigo del instituto al que no veía desde hacía años. Me cuesta reconocerlo porque se ha quedado medio calvo y se ha rapado la cabeza al cero. Sin embargo, tiene los hombros, las cejas y las gafas llenas de caspa, algo que no logro explicarme. Parece nervioso y tiene las pupilas como dos agujeros de carcoma. Allí parados, con la puerta automática abriéndose y cerrándose, me pregunta qué tal todo, qué tal mi vida. Le digo que muy bien, que estoy de vacaciones y he venido a visitar a mis padres. De amor bien. Se queda unos segundos callado, supongo que esperando a que le devuelva la cortesía, pero de verdad, no me importa lo más mínimo su vida. Aun así me dice que trabaja en una inmobiliaria en el pueblo, con su suegro, que el negocio va fantástico y que si quiero comprar ahora es el momento y que lo llame. Me da una tarjeta que saca de un tarjetero de plata y le digo que tengo algo de prisa y finto hacia la izquierda y luego a la derecha. Cuando ya voy por la acera oigo que dice que se alegra mucho de verme. Aunque fuimos amigos durante cuatro años, el único recuerdo que me viene a la mente de él es cuando íbamos a tomar café al bar del instituto y pedíamos un vaso de agua y a él siempre se lo llenaban más que a mi. Hay gente así.
Sacando las cosas de las bolsas me acuerdo de que me he olvidado de la bombilla. Mi padre me dice que tiene algunas de repuesto por algún cajón. Como no. Después de rebuscar un rato doy con una y subo otra vez al trastero. Pongo la bombilla en la penumbra y enciendo la luz. [Continuará]

6 comentarios:

toni bascoy dijo...

Veinte entregas ya. Gracias a todos los que la han seguido, laica o religiosamente, desde el principio o ya mediada, con una sonrisa o con una mueca de hastío (sí, hay gente a la que le gusta aburrirse). Gracias a todos y espero contar con vuestra atención todavía un poco más, porque, como dijo el otro, lo mejor está aún por venir. Abrazos y besos.

Anónimo dijo...

Es un placer, enorme, leerte de vez en cuando...
un beso

(que continúe pronto!)

Anónimo dijo...

y qué pasa? qué pasa luego?
es genial.

Anónimo dijo...

Fiel lectora desde el primero hasta este último pero esperando nuevas entregas... En este entorno hostil en el que me encuentro, no veas cómo se agradecen estos paréntesis :)

Bicos

Anónimo dijo...

Broz me recomendó tu blog. De alguna manera, pienso que le recuerdo al protagonista.
Tienes un estilo muy fresco, es imposible aburrise con tu narrativa.
Te animo a que sigas escribiendo sobre este personaje, resulta realmente interesante y su vida hace que la mía no parezca tan indigna.

toni bascoy dijo...

Hola a todos:
Gracias por vuestros comentarios positivos (supongo que los otros os los callais... gracias también por eso). Por estricto orden de llegada:
También, Pi, es un placer leerte de vez en cuando. Y lo que no es leerte ya ni te cuento.
Poco a poco, Broz, vamos lentos pero con buen ritmo. Y gracias por dar a conocer la buena nueva. Ya eres una de mis apóstolas predilectas.
Flor de loto, ojalá tu entorno fuera otro (perdón por el pareado). Me alegro de que estas tonterías que escribo te sirvan para olvidarte unos segundos a la semana de lo que te preocupe. Es más de lo pretendo al escribir.
Querido anónimo: bienvenido seas a esta tu comunidad. Si tu vida se parece a la del protagonista... bueno, lo importante es la salud. Espero seguir contando contigo de vez en cuando y que sigas sin aburrirte. Un abrazo.
Y ya está, ¿es que no teneis nada mejor que hacer? Venga, que está buen día. Chao...