En la última edición en DVD (The Definitive Edition, le llaman) de la mítica serie Twlight Zone nos encontramos con una agradable sorpresa: un episodio perdido. Investigando un poco hemos averiguado que este episodio, el 36 de la primera temporada, iba a ser emitido el 24 de junio de 1960, pero fue cancelado en el último momento, no sabemos exactamente por qué; ¿demasiado crudo? Bueno, visto hoy en día es inquietante, pero no más que otros episodios emitidos en su momento. La conspiranoia ha esgrimido ya decenas de razones, a cual más imaginativa y delirante; no entraremos aquí en detalles, dejándoles que lo investiguen ustedes mismos, amados lectores, y se echen unas risas. Lo único cierto y demostrable es que esa semana no se emitió ningún episodio, y a la semana siguiente se emitió A world of his own como episodio 36, quedando el verdadero episodio 36 oculto durante 48 años en los archivos de la CBS, inédito en todas las reposiciones y ediciones hasta el momento.
El episodio, que lleva por título The two Mr. Gilmty, fue escrito por Jerry Sohl y protagonizado, ni más ni menos, que por Richard Widmark. Éste interpreta a un viajante de comercio que se dedica a vender unos revolucionarios plumeros que atrapan el polvo en vez de dispersarlo (¿les suena?). El coche se le estropea a la entrada de Bundertown, un pequeño pueblo idílico de la América profunda, como en tantos otros episodios. Unos amables vecinos se detienen para echarle una mano con el coche, dando muestras de conocerle. Se refieren a él como Norman Gilmty, sin que él logre entender por qué. En este momento aparece Rod Serling para advertirnos que hemos entrado, sin darnos cuenta, en la Dimensión Desconocida. El pobre y desconcertado Widmark es conducido a la casa de los Gilmty, donde, oh sorpresa, hay un tipo llamado Norman Gilmty que es idéntico a él. Tras la sorpresa inicial, se lo toman con humor (todos menos Widmark, al que se le ve ligeramente acojonado). Los Gilmty lo invitan a cenar y a quedarse a dormir en la habitación de invitados mientras le arreglan el coche. Por la mañana, un enjambre de vecinos pulula en torno a la casa: todos quieren ver a los dos señores Gilmty, que se convierten en el espectáculo del pueblo. Widmark aprovecha la coyuntura para vender unos cuantos plumeros, pero cuando acaba el stock y le arreglan el coche, la familia Gilmty no parece muy dispuesta a dejar que se vaya y perder así su protagonismo en el pueblo. Lo dejan sin sentido de un cachiporrazo y lo encierran en el sótano (que sería del cine y la televisión americanos sin los sótanos), sacándolo sólo de vez en cuando para que lo admiren los vecinos, a los que sigue haciéndoles gracia el chiste.
Pero un día, el pobre Widmark se despierta en el dormitorio de los Gilmty, con el pijama del señor Gilmty y la señora Gilmty durmiendo a su lado. Ella no parece notar nada raro en él, que corre al sótano donde comprueba que ha habido una fuga… y no les cuento el final para que lo disfruten como es debido. Sin ser el mejor episodio de la serie, es realmente inquietante, como el reverso macabro de la ya de por sí oscura Qué vello es vivir. El final es redondo, y la interpretación doble de Richard Widmark, antológica y sobria. Inexplicable que haya permanecido inédito hasta ahora, e imperdonable perdérselo. He dicho.
El episodio, que lleva por título The two Mr. Gilmty, fue escrito por Jerry Sohl y protagonizado, ni más ni menos, que por Richard Widmark. Éste interpreta a un viajante de comercio que se dedica a vender unos revolucionarios plumeros que atrapan el polvo en vez de dispersarlo (¿les suena?). El coche se le estropea a la entrada de Bundertown, un pequeño pueblo idílico de la América profunda, como en tantos otros episodios. Unos amables vecinos se detienen para echarle una mano con el coche, dando muestras de conocerle. Se refieren a él como Norman Gilmty, sin que él logre entender por qué. En este momento aparece Rod Serling para advertirnos que hemos entrado, sin darnos cuenta, en la Dimensión Desconocida. El pobre y desconcertado Widmark es conducido a la casa de los Gilmty, donde, oh sorpresa, hay un tipo llamado Norman Gilmty que es idéntico a él. Tras la sorpresa inicial, se lo toman con humor (todos menos Widmark, al que se le ve ligeramente acojonado). Los Gilmty lo invitan a cenar y a quedarse a dormir en la habitación de invitados mientras le arreglan el coche. Por la mañana, un enjambre de vecinos pulula en torno a la casa: todos quieren ver a los dos señores Gilmty, que se convierten en el espectáculo del pueblo. Widmark aprovecha la coyuntura para vender unos cuantos plumeros, pero cuando acaba el stock y le arreglan el coche, la familia Gilmty no parece muy dispuesta a dejar que se vaya y perder así su protagonismo en el pueblo. Lo dejan sin sentido de un cachiporrazo y lo encierran en el sótano (que sería del cine y la televisión americanos sin los sótanos), sacándolo sólo de vez en cuando para que lo admiren los vecinos, a los que sigue haciéndoles gracia el chiste.
Pero un día, el pobre Widmark se despierta en el dormitorio de los Gilmty, con el pijama del señor Gilmty y la señora Gilmty durmiendo a su lado. Ella no parece notar nada raro en él, que corre al sótano donde comprueba que ha habido una fuga… y no les cuento el final para que lo disfruten como es debido. Sin ser el mejor episodio de la serie, es realmente inquietante, como el reverso macabro de la ya de por sí oscura Qué vello es vivir. El final es redondo, y la interpretación doble de Richard Widmark, antológica y sobria. Inexplicable que haya permanecido inédito hasta ahora, e imperdonable perdérselo. He dicho.
2 comentarios:
Y había un episodio que era un tío que veía que cuando alguien se iba a morir... veía como una corona así como de santos... joder, una mañana se mira al espejo y...
Que maravilla!
besicos
Hola, Belén:
Me alegro de que sigas pasándote por aquí de vez en cuando. Efectivamente, Twilight Zone era una maravilla. Obviamente, no todos los 156 (bueno, 157) episodios están a las misma altura, pero tenía picos de calidad casi insuperable, y un nivel medio que deja en bragas a la mayoría de la ficción televisiva actual. Y con unos medios ínfimos, sólo con talento y unos guiones increíbles (soy especialmente fan de los de Richard Matheson). Sin duda, una de mis series clásicas favoritas, quizás junto con Alfred Hitchcock presenta.
Un saludo y besos para tí también!
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