A solas no necesito disimular los pedos, y me los tiro con premeditación y alevosía. Es un placer incomparable. No digo que no haya nada mejor en el mundo, sólo que no hay nada igual: la intuición de una bola de gas desplazándose por el intestino grueso, cada vez más veloz, cada vez más cerca de la salida, y dejarlo salir, sin cortapisas morales, tal cual es. Como en un parto, sólo puedes aventurar cómo será el fruto de tus entrañas; pero una vez sale a la luz, adquiere vida propia, con su carácter y su idiosincrasia. Me ha bastado un día y medio en casa de mis padres para recordar mi técnica de pedos silenciosos, tan evolucionada que mi cuerpo parece asimilar los gases para luego exudarlos con el resto del olor corporal. Eso sólo puede conducir al dolor de barriga y a la depresión.
Hoy tiro la segunda bolsa de basura, que apesta a podrido. El contenedor está medio vacío y decido tirar la tercera. Antes de cenar me apetece hacerme un paja. Le echo un vistazo a mi archivo videográfico y elijo conscientemente a una chica lo más distinta posible de Z: morena y de pechos grandes. Pero a mitad de faena Z se inmiscuye en mi cabeza, con sus pechitos diminutos y afilados, y con el vello translúcido de su vientre, y pierdo presión y acabo mecánicamente, con una corrida ramplona e insatisfactoria.
Ceno gambas a la plancha, las favoritas de Z.
Como el cuarto de baño no tiene ventanas deduzco que sólo han podido salir de un cadáver. Echo un vistazo al veneno y compruebo que el montoncito ha desaparecido. Apenas quedan un par de bolitas desperdigadas. Pero no hay ni rastro del cadáver del ratón. Vuelvo a echar un poco de veneno, por si acaso, y salgo a comprar el pan: se me han pasado las ganas de ducharme y de desayunar.
La panadería argentina está cerrada. En la puerta han pegado un cartel en el que se lee “Cerrado por defunción”. Me puedo imaginar el proceso en el que alguien lo escribió en el Word y lo imprimió y lo pegó con celo por la parte de dentro del cristal, y me entran ganas de llorar.
2 comentarios:
¡Y a mi de abrazarte mientras lloras!
Ay, que suerte la mía...
Un besito!
Publicar un comentario