domingo, 11 de mayo de 2008

:decadencia

Nick Drake murió en 1974, con 26 años de edad, en una situación no del todo esclarecida. Todavía se duda si se trató de un suicidio o si se le fue la mano con las pastillas. De lo que nadie duda es de que murió, dejando tres discos impecables y varias cintas de trabajo muy reveladoras. En 26 años no tuvo tiempo de llegar a una decadencia artística, sólo vital. Pero no me cuesta imaginar una vida en la que la madre lo encontrase moribundo y lo llevasen al hospital a tiempo de salvarle. Sería así, aunque podría ser de otras mil formas: tras una larga terapia y un par de discos tristes y cada vez más desnudos de lirismo, ya totalmente limpio, es asimilado por la gran industria. Un par de canciones suyas tienen cierto éxito en voces ajenas, lo que le lleva a replantearse el rumbo de su carrera: ahora o nunca. Rompe contrato con Island y ficha por otra compañía que apuesta por él. Saca un disco producido por alguna luminaria pop que por fin le hace entrar, aunque tímidamente, en las listas. Es un Nick Drake entrado en carnes a causa de los antidepresivos, con principios de alopecia, con coristas sexis y una música sobreproducida y tarareable. Son los ochenta, y se pasa de la heroína, el hachís y los ácidos a la cocaína. Saca discos con portadas coloristas, con preeminencia de sintetizadores y ritmos de batería electrónica. Se mantiene en una digna segunda división comercial, teloneando a Elton John y colaborando con algún arpegio en discos de Phil Collins y Sting. Sale en la tercera fila de la versión inglesa de Live Aids, haciendo coros entre el saxofonista de Spandau Ballet y el negro de Culture Club. No le dedican ni un solo plano. Pasa por una etapa mística en la que no deja de hablar de ovnis y de Jesucristo en las entrevistas. Saca discos temáticos vergonzosos, coqueteando con el AOR y la New Age. A los antiguos fans cada vez les cuesta más seguir reivindicando los viejos LP’s, y los escuchan con auriculares, a solas, mirando atentamente las portadas como quien otea un universo paralelo. Toca fondo a finales de los ochenta. Entra en una clínica de desintoxicación para dejar la cocaína y el alcohol. Logra, más o menos, dejarlos. No así el tabaco: fuma tres cajetillas diarias. Se semirretira a la mansión familiar, donde profundiza en la poesía inglesa medieval y toma los primeros apuntes para una futura autobiografía. Llegan los noventa: Rick Rubin lo convence para que vuelva al estudio tras siete años de ausencia discográfica. Con un par de canciones nuevas y varias versiones bien elegidas sacan un disco decente, desnudo y austero que, sin acercarse a sus obras maestras, vuelve a ser digno. En las revistas especializadas escriben reportajes hablando de los viejos buenos tiempos, e incluso salvan alguna canción de la cosecha ochentera, lastradas sin duda por una producción inadecuada. Las nuevas generaciones descubren sus primeros discos, ahora reeditados en CD: no dan crédito. Se sacan recopilatorios, canciones inéditas, versiones alternativas. Graba un Umplugge para la MTV, que pasa sin pena ni gloria. Un par de discos más, siguiendo la estela del anterior, ya sin sorpresas. Entra en los circuitos de festivales de jazz de salón, como Van Morrison. Conciertos predecibles, inofensivos, amables, para cuarentones progres. Graba discos de duetos que se venden relativamente bien en las campañas navideñas. Finalmente, muere de cáncer en el 2007, a los 59 años. En El País, Diego Manrique le escribe una necrológica, y le dedican un par de segundos en los telediarios de Tele 5 y Cuatro. Ya ves tú.

3 comentarios:

Belén dijo...

Tienes toda la razón del mundo, siempre me pregunto qué hubiera sido de james dean si no hubiera comprado ese porche rojo y rápido... no se, soy de las que piensan que es muy probable que el gran Dean no hubiera hecho semejantes películas... cosas...

Besos

Sublimotrust dijo...

Una mezcla extraña de varias luminarias muertas. Se ven rastros de Cash en tus palabras y de otros que se me escapan.

Quién sabe...quizás hubiese evolucionado como Scott Walker...igualmente oscuro pero más melódico (en el sentido estricto de lo que todo el mundo entiende como melodía) y con intrumentación más dentro de la normalidad.

¿Que hubiesen hecho Morrison, Hendrix, Cobain....? Por desgracia o por suerte nunca lo sabremos.

Quizás Lola Flores en el 2008 estaría sacando un disco creative commons (tipo The Slip el último de NiN) de weird folk o de puro ambient drone postrock. Quizás una colaboración con Devendra Banhart producida por Rubin...¿Quién sabe?.

toni bascoy dijo...

Hola, sublimo... cuánto tiempo! Efectivamente, esta sólo es una posibilidad, y una de las peores, si me apuras. A mi también me gusta elucubrar con un carrera de Nick Drake coherente y personal, como la de Scott Walker, o como la de Tom Waits, o como la Nick Cave, o como la de Elvis Costello, o como la de Ian Hunter, o como la de Neil Yonug o la de muchos otros francotiradores más o menos metidos en el mainstring. Talento y personalidad no le faltaban, quizás un poco de carácter. No sé.
Lo que dices, Belén, es interesante. Quizás la grandiosidad de las películas de Jimy Dean sean retroactiva, y no las valoraríamos tanto si no hubiese acabado como acabó. Sólo un detalle de puntilloso repelente: el porsche era plateado, no rojo. Por lo demás, un abrazo a uno y un besito casto a la otra. Sed buenos...