domingo, 28 de septiembre de 2008

:Edika: la vieja carne

Este fenómeno de la naturaleza tocó tierra en Heliópolis (Egipto) un 17 de diciembre de 1940, llevando por nombre Édouard Karali. Tirando de wikipedia nos enteramos de que inició su carrera como dibujante publicitario en Egipto, pero pronto se traslada a Francia donde comienzan a publicar algunas de sus barrabasadas hechas cómic en revistas como Pilote, Charlie Mensuel y Psykopat (ésta última dirigida por su hermano Carali: ni los genios se libran del enchufismo). Pero pronto se pasa a la editorial Fluide Glacial, bajo cuya cabecera y paraguas publica el grueso de su producción desde principios de los 80.
Practicante de un slapstick desaforado, desmesurado; de un expresionismo feísta, demente, partiendo de donde Basil Wolverton lo dejó y a donde Boucq, Gotlib, Vuillemin o cualquier otro ser humano medio cuerdo nunca se atrevería a llegar, Edika realiza obras de un humor eminentemente físico, matérico: el material, en primer lugar, del cuerpo humano, objeto y motor de todas sus historias; cuerpos deshuesados, de goma y pelo, que se retuercen y deforman intentando amoldarse a un ideal estético impuesto por una sociedad pacata y convencional, quedándose siempre, en el mejor de los casos, a medio camino. Edika parece especialmente interesado en desmitificar nuestro cuerpo, dirigiendo su mordaz lente a los ángulos menos favorecedores: michelines, coronillas ralas, hombros velludos, pechos asimétricos, tetillas caídas, nalgas acnéicas... es muy difícil mantener la dignidad en tanga, parece advertirnos. Se centra, a la mínima oportunidad, en las acciones que nos hace más (patéticamente) humanos, en nuestras necesidades más primarias; es decir: sexo y escatología. La materia, en segundo lugar, del propio papel impreso, del propio cómic: pocos autores tan metalingüísticos se pueden encontrar en el panorama mundial. Sus personajes usan y abusan del gutter para sus propios intereses, violan el sagrado rectángulo de la viñeta al mínimo despiste del autor, no siendo extraño que interactúen con el propio demiurgo, demostrando una plena consciencia de su naturaleza bidimensional. El mismísimo Edika protagoniza muchas de sus historietas tras el alter ego de su personaje recurrente Bronsky Proko (y familia, de entre los que destaca el gato Clark Gaybeul, un icono a reivindicar).
Muchas de sus mejores historias parecen dibujadas sobre la marcha, improvisando en busca del más difícil todavía, de la vuelta de tuerca imposible, en un tour de force hiperbólico y excesivo que no busca la sonrisa del lector, sino la carcajada, la mancha en los calzoncillos. Son historias que crecen viñeta a viñeta, de forma natural, aunque a veces (a menudo) tengan que romper los presupuestos establecidos por el propio autor y la lógica de la historia: en el mundo de Edika no existe nada lógico.
Sus viñetas conforman estructuras autosustentantes: un sistema que se comprende a sí mismo, que diría Hofstadter. Frente a la tiranía del final de página, Edika abigarra sus figuras en diminutas viñetas (como camarotes de los Marx atravesados por líneas cinéticas), si le queda mucho que contar y poco espacio, comprimiendo líneas y dejándonos con un etcétera o unos puntos suspensivos que se pasan por el forro el giro final, el cierre redondo. Más próximo a la jam sesion jazzística que a la canción pop, aunque éstas tampoco se le den mal. El absurdo que parece sobrevolar toda su obra también se pone de manifiesto en los diálogos. Su obra está infestada de personajes verborreicos que parecen vivir en un perenne discurso, un nonsense con el que pretenden disimular sus verdaderas intenciones: de nuevo, sexo y escatología. Y es que el disimulo es uno de los principales leit motives de la obra de Edika: un disimulo que no engaña ni al autor, ni al lector, ni al resto de los personajes, sólo al actuante (y a veces ni eso).
Y llegamos a la única parte triste de esta historia: de su amplia obra (más de una treintena de álbumes), en España sólo se pueden encontrar (o se podían, hace años) algunas historietas sueltas en revistas como Humor a Tope, Tótem (época New Cómic) y, creo, Penthouse Cómix. Los de New Cómic le sacaron cuatro Tótem Extra (Los mejores cuentos de Edika) que se encontraban saldados no hace demasiados años; y los de Norma también publicaron (al menos) un par de Festivales Edika en su colección Humor a Tope. Poca cosa, en definitiva, y difícil de encontrar a estas alturas de milenio; se siente. Rebusquen de todas formas en librerías de saldo y similares (e-bay, entiéndase), y quizás se lleven una alegría. O si me conocen y me encuentran por la calle, pídanme que les preste lo que tengo, que la cultura es para compartir, coño.

4 comentarios:

Miski dijo...

Jejejej qué recuerdos...no tenía ni idea de que era egipcio. A ver si encuentro un album que tenía de él que eran historias hilarantes/pornográficas con burradas a cuál más grande y divertida.
Un saludo.

PD: gracias por visitarme.

Anónimo dijo...

Lois dijo... Ahh, el bicho de Edika. Tronchante a la par que escatológico, sin duda. Que recuerdos! Cómo olvidar a esos personajillos esmirriados (y tan irritantes que dan ganas de mentar a sus progenitores),siempre machacados por esos otros personajazos mastodónticos, de mandíbula prominente y cara de muy, muy , pero que muy malas pulgas; o a esas chicas cuyos cuerpos deslumbrantes hacen babear a los primeros; o al gato Clark Gaybeul (je) cagando por todas partes. Sencillamente hilarante!
Otro dia, si te va o te viene, hablamos de Basil Wolverton. Ahh, El Gran Basilio!! Para orinarse en los calzones con sus dibujos.
Y creanme, señoras, señores y otros seres espantajerioadictos, que si Toni dice que presta esos cómics, es que los presta. Como hizo conmigo generaciones ha. Siempre con vuelta, claro; como los boomerangs bien lanzados o los escupitajos en contra del viento.
Apertas, Lois.

toni bascoy dijo...

Pues sí, cuantos recuerdos... que juventud... quien nos pillara en nuestros buenos tiempos. Y sí, algún día hablaremos de Basil. Unha aperta!

Rafa dijo...

que grandes recuerdos,
por favor como bien has dicho hay que compartir....
porque no te animas a escanearlos y compartirlos por internet, ya que son realmente dificiles de encontrar muchas gracias.