jueves, 25 de septiembre de 2008
:El Horror de Nerja
Nunca he entendido por qué esa animadversión hacia Verano Azul, esa identificación de la serie de Mercero con el buenrollismo y la comedia pacata... Cuando leo referencias o críticas a este mítico serial, creo que no se están refiriendo al mismo que yo he visto. ¿Existen dos series tituladas Verano Azul y yo no me he enterado? Porque la que yo vi, reví y sufrí en mis tiernas carnes, estaba trufada de referencias desconcertantes, momentos terroríficos, detalles crípticos que la convierten en punto de inflexión en la vida de cualquier prepúber con un mínimo de sensibilidad. También es cierto que mi recuerdo se encuentra velado y deformado por el paso del tiempo; pero prefiero quedarme con esa visión primigenia e iniciática, con la escalofriante sensación de que el terror puede aparecérsenos encarnado en las formas más insospechadas... y a pleno sol. Para un servidor, una clara actualización de los mitos lovecraftianos: Nerja es nuestro Dunwitch.
A continuación, una serie de recuerdos inconexos y reflexiones a bote pronto sobre esta obra maestra del horror hispano:
Chanquete: un ser siniestro que gustaba de rodearse de niños. Con las palabras “angina de pecho” escritas en la frente, y esa respiración asfixiada, como si le hubiese entrado arena en la maquinaria, ¿a alguien le pareció raro que acabase muriendo? A mí lo que me extrañó fue que aguantase hasta el penúltimo episodio. Lo normal habría sido que Tito y Piraña se lo hubiesen encontrado sin vida en el primer capítulo, acostado en la cama de la Dorada, semidesnudo, con una media de red atada al cuello, rodeado de viejos ejemplares del Lib. Eso sí habría sido un buen comienzo.
Julia la pintora: un ser depresivo y deprimente, con ojillos de valium. Uno se la imaginaba, con su chándal Adidas rojo o en pareo, pintando payasos tristes y arlequines llorosos con mariposas al fondo. Incluso siendo un crío, uno intuía que había algo extraño en un adulto que se siente a gusto en compañía de niños. Vaya par de dos.
Pancho: atrapado en un pueblo subdesarrollado y una vida claustrofóbica de recados y vueltas del pan, como el Jimmy Stewart de Qué vello es vivir (otra cima del terror incomprendida), acabó peor que Tino de Parchís (¿o es una leyenda urbana? Por la foto diría que no).
Javi hace un stripteasse en la piscina de un amigo del padre. Cuando se quita los calzoncillos, en una escena de un homoerotismo turbador incluso para un prepúber asexual como yo, uno podía mascar la tragedia. Y como no: Manuel Gallardo, el padre de Javi, un tipo de bigote y perenne mala hostia que encarnaba ciertas tendencias y tics preconstitucionales no del todo superados, lo pilla con la pita al aire y le cruza la cara de un bofetón que nos dolió a toda una generación y que, a título personal, me impactó más y me dejó más mal cuerpo que lo del otro tipo de bigote el 23-F.
A Bea le baja la regla: un episodio enigmático y hermético como una película de Lynch, construido y argumentado en torno a un hecho esquivo e inexpugnable para un niño de 6 años. Y encima resuelto entre líneas: a Bea le pasa algo, a Bea le duele algo y no quiere jugar ni bañarse; y de pronto todo son sonrisas y miradas de comprensión y yo no entiendo qué coño ha pasado entre medias, pero Bea ya no es la misma. Ríase usted de Los ladrones de cuerpos.
Barrilete-Telerriba, un policía con obesidad mórbida persiguiendo cuesta abajo a los pequeños hijos de puta, con las carnes bamboleándose a base de adoquín, mientras el personal se parte el eje a su costa. Muy políticamente incorrecto, oigan.
Piraña: hablando de obesidad mórbida, un crío con una cara como un saco de arenas movedizas en los que se le hundían irremisiblemente los rasgos, con un serio problema glandular que le obligaba a estar permanentemente engullendo alimentos, con una especial predilección por esa generalidad llamada bocadillo, es decir, cualquier cosa dentro de un pan. Uno de los tonos de voz más desagradables y una de las imágenes más desasosegantes y abofeteables de la historia de la televisión mundial (junto con las dos bolas de sebo que salían en algún episodio de La Pandilla). Tras pegar el estirón salió como detective en chándal y gabardina, comiendo tostadas con margarina en una de las secciones más aburridas de La bola de Cristal. Carrerón.
Dessi: para cualquiera con dos dedos de frente, la belleza de la serie. Si uno se abstraía de la ortodoncia, las gafas y la trenza, podía ver que estaba claramente mucho más buena que la plana de Bea. Y encima tenía moto. En una posible subtrama en la que desarrollasen su personaje como Dios manda, uno bien podía fantasear con una relación hard con Quique (el niño invisible) y un fatal accidente con la mobilette. Ah, rebelde sin causa.
Un tipo misterioso escribe mensajes no menos misteriosos en la arena de la playa. Mercero da una lección de modernidad mostrando que los extraterrestres no son enanos plateados venidos de Ganímedes VI, sino fans de Triana con el globo subido recién llegados de Ibiza. El hecho de que el misterioso paisano luciese una frondosa barba no ayudaba mucho a sobrellevar el mal rato: siempre me han dado pavor los tipos con barba: los reyes de la baraja, Papá Pitufo, Serpico o ZZ-Top, que encarnaban mis pesadillas pop en lugar de los melifluos Thriller de Michael Jackson o el video de la telaraña de The Cure. Pero esto, ya digo, es algo personal.
El episodio del mago: el más tradicional, el más abiertamente vinculado a una estética terrorífica. Lluvia incesante, tormenta eléctrica, niños disfrazados, una mansión abandonada... y un prestidigitador venido a menos recién llegado de la dimensión desconocida. La escena del agua en la cara me hizo recelar de mi, hasta ese momento, adorada caja de Magia Borrás. ¡Cuantos futuros tamarices se perderían a causa de este episodio!
El episodio de la cueva: Ay, ay, ay... ¿el detonante de mi paralizante claustrofobia? Probablemente. Desde luego, la convicción de que no me iba a dedicar a la espeleología, centrando mi emergente carrera en la investigación criminalística y la cosmonáutica.
El episodio en el que salvan la Dorada de las fauces de los bulldozers de la especulación inmobiliaria a golpe de cumbayá, anticipando momentos de Horreur-Pop tipo Live AIDS y similares. Visionario.
Y podríamos seguir y seguir y seguir. Sólo recordar, por último, a la pléyade de secundarios (esta era una serie coral, al más puro estilo berlangiano), a cual más bizarro y descolocante: Frasco, el buzo, el poli Floro, los padres de Piraña, Epifanio el alcalde, el teen-idol Iván, Carlos Larrañaga en bragafaja y un larguísimo etc.
Lo dicho: un horror.
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9 comentarios:
Me he reído un montón pero mucho, mucho. Fantástica revisión de "Verano azul", de verdad. Siempre me pareció inquietante. Yo estaba loca de amor por Pancho, y pensaba que Dessi era el cisne inminente. Quería ser Dessi, fíjate tú...
Gracias por hacerme recordarlo.
PD: ¿Quién eres? ¿Te conozco?. Es que he visto que tienes mi blog y el de Emergentes y he supuesto que debo conocerte pero no tengo la menor idea de quién puedes ser. Sonrisa.
Hola, Clara:
Gracias por tu comentario. Veo que no era el único al que le olía a podrido en Nerja. Y no me conoces de nada, lo siento. Simplemente me gustaron vuestros blogs. Un saludo desde Galicia!
Mi juventud no fue sino un gran temporal
atravesado,a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.
Baudelaire
"Verano azul" ya se puede incluir en "Las flores del mal"
Pues sí, estimado faroni, tiene usted razón; se me había escapado la referencia, pero es lo que tienen las obras maestras: tienen tantas facetas, tantas interpretaciones, que son inabarcables. Me refiero a Verano Azul, claro, no al panfletillo de Baudelaire. Un saludo!
Realmente de Pila Master!, querido amigo.
Por cierto, has llegado a notar algo extraño en Tito?
En elgún que otro episodio podia apreciarse como a este "entrañable" infente le falfaba una paleta dental. Lo extraño con equis, es que si te dejabas caer frente al televisor al episodio siguienete, bocata de Tulipán en manos, observabas que el chiquillo recuperaba el marfil, para volver a perderlo un capítulo después y regenerarlo en la continuación.
Puede, o no, que se tratara o tratase de un fallo de racord, y claro, no sería menester partirle el piño, o sí, al canijo una vez le asomara para así mantener un continuum de pillo desdentado.
Pero mi mente masturbada, quiero decir perturbada, hace que vea en ello, olle, algo más rebuscado a la par que siniestro. Como en estos momentos estoy en el curro, he tenido mucho tiempo para pensar y me he puesto a crear dos teorias:
La 1ª Teoría de Lois Sobre Tito, también llamada La Siniestra, dice que Miguel Joven (así se llama el actor que interpretaba a Tito), es realmente dos personas, al más puro estilo hermanas Olsen. Por eso decía que veia en ello algo siniestro; para mi no hay nada más siniestro, salvo el melocotón en almíbar, que esas dos chiquillas. Me dan un miedo que me rilo. ¿Las recuerdas en Padres Forzosos?, pavoroso!
La 2ª Teoría de Lois Sobre Tito, también llamada La Estúpida, dice que Mercero, como buen amante del cine de terror y ciencia ficción, observese si no su fascinante film "Buenas noches, Sr. Monstruo", muy educado él, introdujo en "Verano Azul" un personaje no humano, una suerte de Replicante en bañador. Una criatura capaz de autoreproducirse, al menos autoreproducía una y otra vez el dichoso dientecillo; y al mismo tiempo capaz de replicar, cual mocoso impertinente, a todo quisqui.
Bueno, dicho esto, y como ya se está acabando mi turno en el trabajo, recogeré los bártulos y me iré con el cuento a otra parte, no sin antes despedirme amistosa, entrañable, cariñosa y efusivamente: chao!
P.D.: Visto lo visto, es lamentable ver el daño que han hecho el alcohol y la marihuana a nuestros jugosos cerebros. ¿O habrá sido el Tulipán?. Tal vez.
Dos son las cosas en las que mis padres han volcado mayor esfuerzo para que yo llegara o llegase a ser un hombre de bien: una ha sido orinar dentro del vater y la otra presentarme siempre que accediera a cualquier lugar. En cuanto a lo primero, voy haciendo mis logros paso a paso, o pis a pis. En cuanto a lo segundo, no hay solución. Soy un impresentable.
Todo esto biene a cuento de que no me presenté en el comentario anterior que era de tu amigo Lois y este también es de él. Pues eso.
Estimado Lois:
Tanta verborrea atinada es una pena que no esté encauzada a un medio más visible que esta zona de comentarios de un blog tan modesto, zona a la que sólo acceden, como ha podido comprobar, desarrapados, desaprensivos, desocupados y desdentados. Mientras los de Callejeros no hagan un programa en nuestro barrio, le recomiendo (no, le ruego) que ponga en marcha de una santísima vez su propio blog. Nos lo debe (y yo le debo 4 euros, no me olvido).
En cuanto al marfil de ida y vuelta, a mí se me ocurre una tercera hipótesis combinatoria, que llamaré La 3ª Teoría de Lois sobre Tito (con su permiso), y es la siguiente: Tito era en realidad dos replicantes. Eso explicaría su ceceo, sus cambios de humor, que sus padres siempre le diesen la razón y que aguantase estar pegado a Piraña todo el día (seamos sinceros, esto sería demasiado incluso para UN replicante).
Por lo demás, Verano Azul está tan plagado de misterios y desencuentros entre la razón y el sentido común (ríase usted de Twin Peaks), que da para otra, y otras, entradas. Permanezcan atentos a su blog amigo. Un saludo!!
Totalmente de acuerdo en lo de Chanquete. A ese lo pilla hoy Ana Rosa y se lo merienda antes que la cardiopatía...
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