
2. Se ha terminado la cuarta temporada de Weeds y, como siempre, la espera hasta la siguiente se hará larga, muy muy larga. No puedo decir que la serie haya mejorado con el tiempo, porque ya empezó con un nivel sólo a la altura de los elegidos; pero esta temporada ha resultado especialmente brillante: redonda, compacta, sin subtramas de relleno, sin episodios de transición... sin respiro. Impresionante último capítulo: “el Andy” entra en el cuarto de baño; “Te puedo ver las tetas”, le dice a Nancy; “”Bien por ti”, responde ella; y bien por nosotros. Doug compra una soga y nos da el susto de la temporada, que acaba convirtiéndose en uno de los chistes del año. Cómo no pensar en la almorrana de Jim Morrison que cantaba en INXS. Última secuencia: antológica, resolviendo la trama principal de una bofetada, con una partida de póquer metafórica, anticipando tantos buenos momentos que se me hace la boca agua. Grande.

4. El bocadillo de la semana: huevo cocido, anchoas y queso San Simón. Gratinar y servir al dente. Delicioso.
5. Nunca fui mucho de siesta, pero le estoy empezando a coger el truco. He comprendido que es un gusto adquirido, como las aceitunas, las anchoas o las aceitunas rellenas de anchoa. Es cierto que todavía me levanto con cierta desorientación y flojera en las rodillas, pero como ritual me parece a la altura de la liturgia cristiana: divide el día en dos días más pequeños, más asimilables y más fáciles de manejar; hace la vida más sencilla, en definitiva. Así que recuerden: de cuatro a cinco, no me molesten, por favor.
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