Esto, en la práctica, se explicita en una paulatina renuncia a los movimientos de cámara, hasta llegar al estatismo objetivo de sus obras de madurez. El punto de vista invisible era importante para su narración, como lo era en occidente para Howard Hawks o Roberto Rossellini. Si éstos colocaban la cámara a la altura de los ojos, para no causar un extrañamiento en la percepción del espectador que le hiciera consciente del artificio, Ozu opta por un encuadre bajo, el llamado “punto de vista desde el tatami”, al estar el tiro de cámara a la altura de un hipotético espectador arrodillado en un tatami. Es el famoso "plano Ozu".

Tan fijo como sus planos era el grupo de colaboradores con el que le gustaba trabajar, como si necesitase un marco estable a su alrededor para que las cosas funcionasen y cobrasen vida. En su dilatada obra encontramos una y otra vez a los mismos actores (Tatsuo Saito, Setsuko Hara, Chisu Ryu, Machiko Kyo...) y al mismo equipo técnico: el guionista Kogo Noda, el montador Yoshiyasu Hamamada o el director de fotografía Yuharu Atsuta.

¿Pretendía con ello devolverle la fidelidad que el cineasta había demostrado con él, o después de trabajar con Ozu durante 25 años con la cámara fija, anclada a media altura, Atsuta se había quedado sin recursos?
Sabiendo esto, cada vez que veo un "plano Ozu" me envuelve una sensación mórbida, como si la cámara estuviese filmando un mausoleo, un monumento funerario erigido por su fiel director de fotografía, que se dejó la vida construyendo la obra de Ozu plano a plano, fotograma a fotograma.
1 comentario:
Magnifico post, me ha encantado tio! Ahora la plebe tambien podrá hacer chistes gafapastas como el nuestro de "Curras menos que el cámara de Ozu"...ahi, ahi, democratizando la cultura! jajaja
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