Se nos fue otro de los grandes de la nouvelle vague; ya sólo nos queda Godard (toco madera). Chabrol, a sus 80 años, seguía muy activo y prolífico, con lo cual uno no siente que se haya ido una vieja gloria que ya había dejado atrás sus momentos de espledor, sino un artista que todavía estaba desarrollando su discurso con energía.
Puede que no fuese tan reconocido como sus compañeros y coetáneos Truffaut o Godard, quizás porque su cine era más de género, o quizás por ese humor socarrón y vitriólico que le ponía a todo. Ya se sabe que si hay algo que la crítica menosprecia es el humor y la ficción de género. Pulió su estilo hasta convertirse en una revisión francesa de su admirado Hitchcock (salvando las distancias, entiéndanme: una versión desmadejada y con flecos sueltos del genio inglés), y dejó un puñado de obras magistrales, algunas de ellas formando pareja artística inmortal con su musa (y una de las mejores actrices de la historia), Isabelle Huppert.
Personalmente, siempre me calló bien, con ese aire de señor travieso que no se toma demasiado en serio a sí mismo, y ese perfil tan francés, como de dibujo de Sempé. Qué triste noticia, Claude. Hasta siempre, y gracias.
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