El primero sólo sirve para aquellos que tengáis máquina del tiempo (aunque espero que los que la tengáis la uséis para acciones más nobles, como matar a Hitler antes de que invada Polonia, o a Kiko antes de que entre en Gran Hermano). Y es que el pasado día 28, para conmemorar el nacimiento de Jack Kirby, a unos tipos se les ocurrió crear la jornada de leer cómics en público. Servidor de ustedes se leyó en la playa el Parker de Darwyn Cooke, un señor tebeo que les recomiendo encarecidamente. No tengo fotos que lo demuestren, así que tendrán que creerme.
La cosa, me temo, dicha así, sin más, suena un poco a día del orgullo friki 2.0, a sacar a la luz el superhéroe que llevamos dentro (de la ropa). Si quieren que nos pongamos más serios, más cool, el año que viene celebremos el 17 de julio, día del nacimiento de Lyonel Feininger.
Otro aviso comiquero: seguro que habrán visto anunciado el coleccionable de Batman de Planeta de Agostini. No voy a ser yo el que les empuje a comprarse una colección de sesenta (60) números, a diez (10) euros el fascículo (echen cuentas), sobre todo porque la mitad de las historias incluidas son de relleno, nada de imprescindibles ni demás adjetivos que les vayan a poner en la publicidad. Pero miren ustedes por donde, el primer número, además de costar dos con noventa y nueve (3) euros, incluye una de las mejores historias de Batman jamás escritas y dibujadas: el Batman Año Uno, con guión de un inspirado y contenido Frank Miller, e ilustrada por un inspirado y desatado David Mazzucchelli en la que es, para un servidor, su mejor obra en el mundo del cómic de superhéroes. Para completar páginas, incluyen una historia escrita por Ed Brubaker que todavía no me he leído, pero siendo de Brubaker estará entre lo correcto y lo muy bueno. Así que si todavía está en los quioscos, no se lo piensen. Si estuviese agotado, usen la máquina del tiempo, caramba, que se lo tengo que decir todo.
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