
El propio Capra Jr. es una explotation de su padre: su mayor éxito como director, y el mayor éxito de la productora, es It’s a Wonderfull Death [Acertadamente titulada en nuestro país como “¡Qué bello es morir!” (N. del T.)], una película de zombies con tintes antihomofóbicos y, en el fondo, un alegato de la madurez: todos los muertos cerebrales son adolescentes; tan real que da miedo.
La productora funciona como un maelstrom, como un Big-Bang pseudo clandestino de actividad febril: en el comedor nunca coincides con más de cinco personas, pues todos los demás forman pequeños equipos repartidos por los platós y en exteriores, rodando sin parar. De hecho, si no se rueda más es porque no hay más cámaras. En las escenas de exteriores no se piden permisos de rodaje: elevaría el coste y retrasaría el ritmo de producción. Se sigue el principio de Rohmer (para qué pedir permisos de rodaje si nadie se entera de que estás rodando), pero con una planificación más propia del atraco a un banco.
Capra se acerca al rodaje de una escena en la que mi partenaire Gladis Pipe (una morenita explosiva mezcla de sangre australiana y colombiana con la que, todos coinciden, desprendo una sensualidad especial) y un servidor estamos improvisando sobre un tema conocido. Como en una sesión jazzística, el guionista nos proporciona una frase, un estribillo que nos sirve de base sobre la que realizar variaciones que, en la mayoría de los casos, nos lleva a lugares inesperados, a cadáveres exquisitos que es necesario reconstruir en las salas de montaje (a los montadores les llaman “Los Boris”, en alusión al más conocido intérprete del monstruo de Frankenstein).
Hoy interpretamos una escena postcoital en la que departimos sobre el futuro del hermano del personaje que interpreta Gladis: intuimos que está inmerso en un turbio asunto de tráfico de estupefacientes, pero no sé si soy yo el que ignora el verdadero meollo del tejemaneje, o sólo lo ignora mi personaje, o ambos. No logramos trascender la generalidad hasta que Gladis alude a un problema de tiroides de su hermano, que le proporciona una fuerza desmedida, pero también un hambre descontrolada. Veo de reojo como Keith, el guionista que nos acompaña esta tarde, sonríe satisfecho: toma nota mental para el desarrollo del argumento de la película. Quizás dé para una trilogía.
Capra Jr. me aborda en un descanso y me lleva a un aparte. Me felicita por la escena y me dice que están muy satisfechos con mi trabajo. Bloody Bar Mitzvah, con mi primer papel protagonista, se está vendiendo muy bien. Están preparando la primera superproducción (con guión terminado, con decorados construidos ex profeso, con ensayos, con catering...), y quieren contar conmigo para uno de los papeles protagonistas. Casi tengo un orgasmo (lo más parecido a una relación homosexual que he tenido en mi vida) cuando me pregunta si estoy interesado. Sí, grito, por supuesto que sí, y le abrazo y lloro de alegría y él se ríe contagiado de mi entusiasmo. La preproducción empieza la semana que viene. [Continuará]
1 comentario:
Muy bueno!, si señó.
Publicar un comentario