sábado, 18 de julio de 2009

:Dylan (I)

“¿Me contradigo? ¿Y qué si me contradigo? Soy inmenso, contengo multitudes.” Walt Withman.

Leyendo y releyendo la literatura que Dylan ha generado se aprecia a primera vista una personalidad compleja, llena de contradicciones; como debería ser todo ser humano: miedo dan las personas clarividentes y unidireccionales: en algún momento de sus vidas tiene que haber algo de renuncia o de impostura. En Dylan, no. En Dylan hay una búsqueda continua.

“Cuando nadie sabe nada no tiene ningún sentido cambiar de idea”. Bertrand Russell.

Es habitual afirmar de Dylan que es el mayor compositor de la historia del rock (sobre todo por sus letras “complejas”; es decir, que van más allá del I love you and I wanna hold your hand), pero no se suele resaltar su faceta de intérprete. Pues ahí vamos: Dylan es el mayor intérprete de la historia del rock, no sólo por cantidad (que no es baladí: ahí está el Never Ending Tour), sino por calidad.
Del resto del triunvirato de emperadores del pop, los Beatles podían ser despreocupados, irónicos o melifluos. Los Stones podían ser canallas o vulnerables. Pero nadie ha expresado con su música y su voz todos los aspectos del ser humano como lo ha hecho Dylan; puede ser cínico y confesional, hiriente y cálido, enamorado y rencoroso, ingenuo y aleccionador en una misma canción, en una misma estrofa, coño, en un mismo verso. Y eso está al alcance de muy pocos.

“Un disco es el registro de lo que grabaste un día concreto. ¿No querrás repetir ese mismo día una y otra vez, verdad?” Bob Dylan.

Nadie desde el pop deconstruye sus composiciones cada vez que las interpreta, buscando sus aristas, sus hoyos, sus rincones ocultos. Nadie respeta tanto sus propias creaciones como para tratarlas como a seres vivos que crecen y maduran (literalmente) hasta que se le escapan de las manos. Cuando la mayoría de los intérpretes se limitan a ser jukeboxes vivientes, Dylan interpreta sus canciones cada noche como si fuera la definitiva. No hay concesiones ni para él, ni para su banda, ni para el público, ni para la NOSTALGIA.
Porque Bob niega la mayor dentro del circo pop: sus canciones e interpretaciones fluctúan y hierven de vida, incontrolables. Como el título del documental más famoso sobre su figura, Dont look back, Dylan no mira atrás, rechaza los fáciles dividendos que desde el pop se suelen amasar recurriendo al mínimo común denominador: el pasado.

4 comentarios:

Pablo Auladell dijo...

De acuerdo con todo.

Mikel dijo...

Gracias por linkarme! Me alegro de que te haya gustado JULIUS KNIPL, como a mi!

Anónimo dijo...

Dylan está a años luz de cualquier otro músico del siglo XX, por lo menos si hablamos de rock and roll, nadie le toca los talones y las críticas que se vierten sobre él suelen deberse, fundamentalmente a la ignorancia y a la arrogancia. Tú has dado en la clave: el respeto que siente por su obra es lo que la hace irrepetible. Gracias por esta excelente reflexión Tony, esperamos la segunda entrega.

Kuratti

toni bascoy dijo...

Gracias, maestro kuratti.
Considero tu libro 20/20 como una de las joyas nacionales sobre el genio de Duluth, con lo que este comentario tuyo es para mi como un galón más en mis ombros.
Un abrazo!