sábado, 10 de enero de 2009

:flatulentos anónimos

Dando un paseo nocturno por las calles de Espantajería D.C. me pilló un chaparrón traicionero y me refugié raudo en una de esas cafeterías que combinan un pretendido clasicismo con las nuevas tecnologías (o sea, wifi y camareros con pajarita). Ya acomodado en un rincón y con un descafeinado y un vasito del agua en mi mesa, me llamó la atención un sesentón carcajeándose sobre su diminuto portátil. Cualquiera que me conozca sabe de mi curiosidad connatural y mi desparpajo para las relaciones sociales, y no le extrañará que mi siguiente paso fuera aproximarme al simpático sexagenario, invitarle a otra caña y charlar un rato con él. Lo que sigue a continuación es un extracto, editado y muy recortado, de la hora que nos pasamos conversando y que un servidor grabó en su cámara de fotos(!).
T.: ¿Algo divertido por el Google Earth?
N.F.: No, leyendo comentarios en mi blog.
T.: ¿Así que tiene usted un blog?
N.F.: Pues sí, ¿por qué le extraña?
T.: No sé, la mayoría de la gente que, como usted, ha vivido el 99% de su vida en el siglo veinte, suele tenerle cierta animadversión a las computadoras, optando por dedicarse a actividades más típicas de su edad y era geológica: caza mayor, batir mantequilla, jugar al tejo… ese tipo de cosas.
N.F.: Pues debo de ser una rara avis, pues llevo dos blogs, uno a mi nombre y otro con pseudónimo. En el primero nunca digo nada de lo que pienso, porque sé que lo lee mi mujer, mis hijos, mis nietos y mis amigos. Es, pues, otro blog flácido e insípido, intercambiable e inofensivo. La mayoría de las entradas tratan sobre mi trabajo (la bollería industrial), mi hobby (las reproducciones de frutas en cera) o sobre las reuniones familiares. La mitad de las visitas a mi perfil son mías, lo que resulta más patético que hacerse pajas a los setenta, otra de mis aficiones.
El segundo blog, además de anónimo es clandestino: no encontrará en él la referencia a ninguna figura popular ni a ningún movimiento social reconocible… no posee links ni está linkado a ningún otro espacio, por lo que uno sólo puede encontrarlo si lo busca, y nadie lo busca porque nadie sabe que existe. Nunca visito mi perfil, así que no sé cuantas personas han llegado a entrar. Me extrañaría que hubiese alguna.
T.: ¿Sobre qué trata este blog?
N.F.: En este superego cibernético me limito a verter mis excreciones: sólidas, líquidas y gaseosas, incluyendo mis pensamientos en el tercer apartado. Es un fiel reflejo de todo lo que expelo.
T.: Curioso que equipare sus pensamientos a sus pedos.
N.F.: No existe tanta diferencia como uno pudiera, o quisiera, creer. Ambos nos convierten en sospechosos frente a los demás.
Pero yo no soy un pensador, soy un hombre de actos y cagadas contundentes. Mi apartado preferido es el llamado “Vinieron de dentro de…”, un álbum fotográfico de mis deposiciones sólidas. De mis cagallones.
T.: ¿De dónde viene todo ese interés por la escatología?
N.F.: Eso es tan absurdo como si yo le pregunto de dónde viene toda su estulticia. Pero aún así, creo que puedo responderle: hay dos acontecimientos que marcaron mi educación sentimental: por un lado, la senilidad prematura de mi abuelo materno; toda su humanidad se vio reducida de la noche a la mañana a unos pañales de adulto y una mente enquistada en algún momento de la década de 1910. Entonces comprendí el terrible dualismo de intestinos-mente en el que estamos atrapados. Es difícil que ambas mitades funcionen bien. Ni se imagina cuantos grandes pensadores estreñidos nos contemplan desde la historia. Desde Tales a Wittgenstein, pasando por San Agustín, Virginia Wolf, Kant y un largísimo etc. Desconfíe usted de los que van con regularidad al baño.
T.: ¿Como usted?
N.F.: Como yo.
T.: ¿Cuál fue el segundo acontecimiento?
N.F.: Un crecimiento tardío. Hasta los 17 años yo apenas medía un metro cincuenta. Pero entonces, en apenas once meses, crecí 16 centímetros. Me pasé esos once meses en cama, atacado por fuertes fiebres y unos dolores terribles en las articulaciones. Casi podía sentir como mis huesos crecían, tensando la carne como la cuerda de un arco. De ese año recuerdo el olor a orina y sudor, y otro olor indescriptible, que nunca más he vuelto a oler y que yo identifico con el olor de un cuerpo mutando. En ese año, por lo demás, no tuve ni un solo pensamiento.
T.: Creo que no acabo de entender su tesis.
N.F.: Lo contrario me llenaría de inquietud.
T.: ¿Cuál es su modus operandi?
N.F.: Mi trabajo intelectual se estructura en función de mis movimientos fisiológicos. Por ejemplo, la mayoría de las tonterías que escribo las escribo, mentalmente, a las 7 de la mañana, después de echar el pis matutino. Escribiría mejor si tuviese más memoria, pero escribiría menos si tuviese la vejiga más grande. El cuerpo acaba compensándose.
T.: Y por supuesto, no nos va a facilitar la dirección de su blog.
N.F.: Por supuesto.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno.

¿Existe ese sabio de lo cotidiano? ¿Dónde podemos hallarlo departiendo conocimiento vital?

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado

toni bascoy dijo...

Gracias, compañero, por tus comentarios halagadores... y no te quepa la menor duda de que todo lo expuesto en este blog es real como la vida misma, esa perra.
Un abrazo desde Espantajería D.C.

Belén dijo...

La verdad es que el ego de un bloguero es directamente proporcional a la cantidad de visitas que tiene :)

Besicos

Anónimo dijo...

Sin lugar a dudas, una conversación muy productiva.
Por mi parte, me encantaría conocer el olor del crecimiento, aunque deduzco que en este caso no sería demasiado agradable.
Por cierto, es usted de los que mueve las sábanas cada vez que tiene una flactulencia, señor Toni Bascoy? Simplemente era una duda.

toni bascoy dijo...

Querido Fétido, cuando suelto flatulencias las sábanas se mueven por si solas, no hace falta que un servidor las agite. Espero haber resuelto su ciruiosidad, y que un día de estos quedemos para tomar un café con la Comadreja (a.k.a. Loiser).

Anónimo dijo...

Pues a mí, ese segundo y oculto blog del que habla el sexagenario me recuerda al de Harrolf, otro adorador de lo escatológico.

Un saludo.

Xoselois dijo...

Acepto el café y la agradable compañía; y si tal invitamos al cachocarne del blogger flatulento para que nos "airee" más trapos sucios. Nos haremos unas risillas.