miércoles, 2 de enero de 2019

:repaso al 2018: cine


Aquí volvemos, un año más, con mi listado de lo mejor del año recién terminado, capítulo cinematográfico.
Echando la vista atrás, me ha parecido un año realmente potente, y eso que no he podido ver alguna película a la que le tengo ganas y que, con bastante probabilidad, entrarían en este listado (las últimas obras de S. Craig Zahler, Vermú, Strickland o Noé, por ejemplo). Pero, de lo visto, aquí os dejo mi top-ten, con un pequeño comentario sobre la marcha, seguido de un anexo de otras películas que he disfrutado y que os recomiendo.

10. November (2017) Rainer Sarnet: una película extraña y cargada de una religiosidad muy marciana para nuestros estándares y latitudes, plásticamente asombrosa.
9. The Rider (2017) Chloé Zhao: ya se habla, a raíz de esta película, de una especie de nuevo-neorealismo, o algo así. Como sea, a medio camino entre el docudrama y actores no-profecionales interpretándose a sí mismos (o a avatares suyos), Zhao consigue algo realmente emocionante sin rozar siquiera el melodrama. Bellísima y dolorosísima película.


8. Jusqu’à la garde (2017) Xavier Legrand: caramba, hablando de dolor… Prefiero no dar muchos detalles sobre esta cinta, solo decir que llega a unos niveles de intensidad, sobre todo en el último acto, que alcanza puro terror sin abandonar el realismo. La interpretación infantil del año, y los adultos no se quedan atrás.
7. Lazzaro felice (2018) Alice Rorhwacher: una de las películas más laureadas del año, y no sin razón; desconcertante, imprevisible, cargada de sentido sin subrayados, y de un preciosismo formal apabullante. Gran cine.
6. The House That Jack Built (2018) Lars von Trier: descenso a los infiernos, literal (pero literal), de un asesino en serie; quizás la película sobre un asesino psicópata definitiva (o la versión de von Trier de eso), con momentos descacharrante y patadas en los ojos, alternándose durante dos horas y media. Bravo, claro.
5. The Ballad of Buster Scruggs (2018) Joel y Ethan Coen: miedo le tenía yo a esta película, porque se estrenaba directamente en plataforma digital (no tengo prejuicios, pero la verdad, pocas GRANDES obras han sacado hasta el momento), y porque lo último de los hermanos me había dejado frío friísimo. Pero esta me ha encantado; un puñado de historias enclavadas en el western, tocando muchos lugares comunes y muchos tonos, pero siempre con el toque Coen. Solo por la historia protagonizada por Zoe Kazan, no por nada la más larga del film, ya valdría la pena. Pero el resto también está a gran altura, con unos Coen aplicando su refinadísima gramática a dos horas de puro disfrute.


4. Hereditary (2018) Ari Aster: hay varios novatos en este top-ten, lo cual me congratula. Aster, después de unos cortos que, cuando menos, son interesantes, debuta con una película muy madurada y cargada (quizás sobrecargada) de significantes y de simbología; parece que quiere abrumar con cada plano, con cada encuadre, con cada fotograma, por si no tuviera la oportunidad de volver a rodar. Pero a mí me ha gustado, no podía ser menos, por la forma (simetría, matrioskas, fotografía hiperdefinida, elegancia con momentos de desbarre a lo Ken Russell…) y los temas (el infierno familiar, sectas satánicas…). Vaya, que espero con ganas lo siguiente de Aster.
3. Under the Silver Lake (2018) David Robert Mitchell: como un basurero, Mitchell parece pasar con su camión por las calles de la cultura pop y arramblar con todo para volcarlo en en su película, un detritus en el que se descomponen Pynchon y Altman, Clowes y Hitchcock, en un viaje gozoso, lleno de callejones sin salida, en una búsqueda que, desde el principio, intuimos destinada al fracaso. Como siempre, lo importante es lo que el protagonista irá descubriendo mientras tanto, como que las revoluciones puntúan en el hit-parade.


2. Mandy (2018) Panos Cosmatos: una experiencia alucinógena como no había visto en años. Da igual el argumento (aunque no sea baladí, ojo) sino el viaje audio-visual. Un diseño de producción, una puesta en escena, un ritmo, unas dinámicas, unas interpretaciones… una película que no parece de este mundo, como quizás apunta el último plano. Es de ver y no dar crédito.


1. El hilo invisible (2017) Paul Thomas Anderson: si este ranking fuera una carrera de caballos, ganaría esta película por dos cuerpos de distancia. Lo que ha hecho Anderson en esta obra es tan apabullante en todos los sentidos que casi no te la puedes creer. Es absolutamente per-fec-ta. Un clásico instantáneo, una película de referencia, una obra mayor, etc, etc, etc. Si Anderson se casca un par de películas más de este nivel, estará en el olimpo acompañando a los más grandes. Así de buenas es, no exagero ni un pelo.

 

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Ahora ya, en plan telegráfico, alguna película más que me ha gustado en este 2018, sin ningún tipo de orden ni concierto: The Florida Project (2017) Sean Baker, muy natural y ligera, y muy dolorosa; The Square (2017) Ruben Östlund, otra patadita de Östlund; Selfie (2017) Víctor García León, divertidísima y muy vigente; Downsizing (2017) Alexander Payne, imperfecta y, la verdad, incluso floja por momentos, pero lo de los diminutos es algo que me encanta; Algo muy gordo (2017) Carlo Padial, un making of de la nada, muy divertida; The Day After (2017) y La cámara de Claire (2017) Hong Sang-soo, dos capítulos más de esa gran película que es la obra de Sang-soo; Cuerpo y alma (2017) Ildikó Enyedi, muy poética y melancólica, pero en bien; Noche de juegos (2018) John Francis Daley y Jonathan Goldstein, caramba, mi comedia mainstream del año, menudas risas; Dhogs (2017) Andrés Goteira, muy interesante ópera prima, muchas ganas de ver qué nos seguirá ofreciendo cuando gane en madurez y afine un poquito más; La enfermedad del domingo (2018) Ramón Salazar, mucha sencillez y elegancia; Braguino (2017) Clément Cogitore, un vistazo a la frontera de la civilización para ver meridianamente qué es la civilización; Undir trénu (2017)  Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, ligera y bien dibujada comedia negra; El mundo es suyo (2017) Alfonso Sánchez, divertida actualización de la picaresca ibérica; Isle of Dogs (2018) Wes Anderson, un ejercicio de caligrafía, prácticamente sin historia, de una preciosidad casi insoportable; Dogman (2018) Matteo Garrone, durísima y contenida película, minimalista en su tragedia, profundísima; Los Increíbles 2 (2018) Brad Bird, virtuosismo narrativo, pura dinámica; Cold War (2018) Pawel Pawlikowski, como su nombre indica, una propuesta fría, antidramática, que llega a conmover precisamente por eso; Cam (2018) Daniel Goldhaber, interesantilla y muy zeitgeist y todo eso; Den skyldige (2018) Gustav Möller, un poco predecible, pero grato thriller reducido a un solo espacio y prácticamente un personaje, más allá del ejercicio de estilo, trepidante; An Evening with Beverly Luff Linn (2018) Jim Hosking, otra marcianada de Hosking, muy divertida y enrarecida; Todos los saben (2018) Asghar Farhadi, otra gran puesta en escena de Farhadi, con una capacidad sobrehumana para plasmar un drama coral, con entradas y salidas constantes, sin que decaiga ni pierda interés; Roma (2018) Alfonso Cuarón, preciosismo formal pero con un fondo paternalista que me impide emocionarme y dejarme impresionar; The Other Side of the Wind (2018) Orson Welles, deja entrever una película perdida que es puro años setenta, casi free jazz; Ayudar al ojo humano (2017) Velasco Broca, Julián Genisson, Lorena Iglesias, sobre todo las aportaciones de Broca, pero disfrutable en su conjunto.


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