sábado, 17 de julio de 2010

:sueñan los telespectadores con spoilers?

Respondiendo a la pregunta del título: pues no lo sé. Yo por ahora no. Ni siquiera anticipé en sueños quien había matado a Laura Palmer, y mira que Twin Peaks era una serie propicia para resolver sus misterios en el reino de Mr. Sandman.

Soy más de soñar con el pasado, de recrearme. Los sueños premonitorios no son lo mío, a dios gracias.

Sé que es una perogrullada, pero uno no sueña lo que quiere, de la misma forma que uno no elige las canciones que se le pegan. Habría que revisar el filtro de entrada a nuestro cerebro, porque se cuela cualquier mierda. Uno preferiría pasarse el día tarareando mentalmente el I’ll feel a whole lot better de los Byrds en lugar del Waka Waka de Shakira, pero la vida es así.

Yo soñé, en toda mi vida, con dos libros. ¿Son mis dos libros favoritos? No.

¿Son los dos libros que más me han impresionado? No.

¿Son (esta es la última pregunta retórica, tranquilos) los dos libros que más me han marcado? Pues no.

Soñé con, atención, American Psycho. Soñé que yo era el protagonista, que estaba haciendo mis cosas de matar y violar y descuartizar personas, no necesariamente en ese orden, dejando mi piso de superlujo de Manhattan hecho un cristo con sangre y vísceras, y alguien llamaba al timbre. Una situación complicadilla, sí, de esas que no arreglaría ni el señor Lobo. Easton Ellis puede estar tranquilo: su personaje crea empatía.

Soñé también con La larga marcha, un libro rarillo de Stephen King. Rarillo porque es un poco de ciencia ficción, y rarillo porque lo firmó con el pseudónimo de Richard Bachman. No soy experto en King, pero esto del pseudónimo me da que lo hizo en su época más prolífica, cuando estaba puesto de pastillas las 24 horas del día y paría un ladrillo de 800 páginas de una sentada. Supongo que para diversificar el mercado y para ver si podía vender libros sin su nombre-marca registrada. Repito: supongo.

(Lo de el pseudónimo, por cierto, debió de ser sólo en la primera edición americana, porque el que me leí yo en la biblioteca en mi tierna adolescencia ponía bien grande Stephen King y en pequeñito Richard Bachman, y curioseando en google imágenes ya veo ediciones donde directamente han eliminado el Richard Bachman de la ecuación. ¿No daría para un libro de, por ejemplo, Stephen King: el alter ego eliminado se hace real y se venga del escritor famoso?)

El tomito es uno de esos libros-premisa de King; es decir: punto de partida interesante, potente, fuerte, un principio como para un relato cojonudo, que se convierte en novela con mayor o menor fortuna.

Esto va de un concurso, o algo así, en un futuro cercano (que a lo mejor ya es pasado, pues la novela es de 1979), en el que los participantes simplemente tienen que caminar. El que se detenga tiene una amonestación. Con un número X de amonestaciones, pierdes y te matan. Así de expeditivos somos en el futuro. El último que sobreviva, gana.

Pues tras leerme la novela de una sentada, soñé que yo estaba en el concurso. No, no fue un sueño muy original, tengo que reconocerlo, pero cagué patatillas.

Ayer soñé con The IT Crowd. Sí, esa fantabulosa serie inglesa del Channel 4. Sí, esa que están pensando. Sí, ésta.

La cuarta y esperada temporada está ahora mismo en antena. El otro día me vi el tercer episodio. Entre otras cosas, Roy, uno de los protagonistas, va a un masajista (creo que ahora se llaman fisioterapeutas). Va con cierta aprensión, ya que no le gusta estar desnudo con otro hombre, por muy profesional de la salud que éste sea.

Tras una masaje completo, el profesional, que le ha dado unas friegas en la “parte baja de la espalda” a un tenso Roy, le da un besito en una nalga.


Roy queda traumatizado. Se lo cuenta a su compadre Moss, que se muestra indignado. Se lo cuenta a su supervisora Jen, que se descojona viva. Roy, alentado por Moss, denuncia el hecho. En el juicio, el jurado se muestra impertérrito ante la narración de los hechos. Esto es complicado de explicar, pero todos los miembros del jurado pertenecen a una secta, trasunto de la Cienciología, que quieren desprestigiar a los masajistas, hartos del poder que poseen desde tiempos inmemoriales. Les dije que era complicado.

Bueno, el momento del beso en el culo es muy grande. Un gag realmente digno de ver.

Tan bueno me debió de parecer, que soñé que, de copas, le contaba el episodio a los colegas. Cuando llego al momento del beso, espero con delectación sus carcajadas, pero nadie se ríe. Ni siquiera la típica sonrisa falsa, social, de compromiso. No, porque a nadie le pareció lo suficientemente gracioso como para considerarlo un chiste. Les pareció un giro más del argumento. Estoy rodeado de gente a la que les parece la cosa más normal del mundo que un masajista les bese el culo al terminar la sesión. Voy a repetir esta frase entre signos de admiración, porque creo que no he sabido captar mi momento de angustia: ¡¡ Estoy rodeado de gente a la que les parece la cosa más normal del mundo que un masajista les bese el culo al terminar la sesión!!

Horror. Una comedia de altura genera pesadillas en mi cerebro. Sólo falta el Waka Waka de música ambiente.

(Se me ocurre la idea para una serie: unos amigos comentan el episodio de esa semana de The IT Crowd. Tendría seis episodios por temporada. Sería la única serie cuyos spoilers son necesarios para entender la propia serie).

Afectuosamente suyo:

T.


No hay comentarios: