sábado, 6 de junio de 2009

:manuscrito hallado en una botella (de licor café) [65]

Me pregunta quién ha lavado los platos, que como frase de apertura desconcertante se merece diploma olímpico. Le respondo que los he lavado yo, aun entendiendo que es una pregunta lapa. Se pasea de un lado a otro del salón, como midiendo la alfombra. Me explica, gritando a susurros, que no debería haberlo hecho. La historia viene de antiguo, ya nadie se acuerda de cómo empezó: una guerra por cada metro cuadrado, por cada palmo del piso entre Trini y ella, un piso de renta antigua, bien situado y espacioso. Trini, a priori, tiene todas las de ganar porque es la nieta de la casera, así que se dedica a hacerle la vida imposible a Rafaela. O esa es su versión. Uno de los principales campos de batalla es la cocina, concretamente el fregadero. Ninguna lava los platos de la otra, y cuanta más mierda logren acumular, cuantos menos cacharros limpios haya y más difícil sea llevar una vida normal, mayor es la victoria. Así que con el tiempo cada una ha ido formando una pila privada de loza, a modo de reserva, que yo he mandado a la porra en unos minutos de estúpido furor higiénico.
Le digo que lo siento sin la menor convicción, porque lo único que siento es seguir todavía allí; y no porque crea que estén más locas que la media, aunque de hecho lo estén: toda vida captada in media res parece una locura; lo único que quiero es volver a mi vida, a mi casa, a mi locura.
De mi lista Ventajas de Coito/Masturbación, a favor del primero (ventaja número 6): está mejor visto socialmente; a favor del segundo (número 4): no tienes que hablar con nadie.
A esta incomodidad de raíz ontológica se suma otra física: una resaca de tres pares de narices. Sólo ahora que he logrado dormir un rato me abrasa como veneno recién inoculado, como si dormir fuese una condición sine qua non para dejarme el estómago hecho añicos y la masa encefálica palpitante. Rafaela se me presenta ahora como un ser mitológico menor, de los que sólo salen en los compendios exhaustivos y sólo como nota al pie; un ser de anatomía escasa y en su mayor parte hueca para aumentar la resonancia de su voz, porque vociferar parece ser su única función e irritar y herir el único resultado de sus gritos. Leyendo entre líneas comprendo sus bramidos ayer en plena faena: quería molestar a alguien que creía en el piso pero que no estaba porque, quizás, sabía que ella estaría acompañada y planeaba molestarla.
Sea como sea, repetidas mis disculpas y sus refunfuños, puestas sobre la mesa mis buenas intenciones, ella decide perdonarme con un beso que huele a fondo de despensa. Me invita con un brillo en los ojos a esperarla mientras se toma una ducha. Luego me toca a mí pero le digo que tengo prisa, que me he dejado las contras abiertas y temo encontrarme la casa inundada. Enciende el calentador con tres movimientos entrenados y se mete en el baño. Me muero por un zumo de naranja pero no encuentro por ninguna parte un exprimidor, así que me como la naranja cortada en dos e inauguro la nueva pila de loza sucia con un cuchillo y un vaso. Mi aportación a la nueva era.
Cuando nos despedimos, ella me pide mi correo electrónico, una forma elegante y moderna de decirme hasta nunca. Le soy sincero, porque en este caso no salgo ganando mintiendo: no sé si mi correo seguirá operativo, no lo consulto desde hace meses (desde que me quedé sin trabajo, concretamente). Así que decidimos inventarnos uno sobre la marcha, uno tan concreto respecto a nuestras circunstancias que sepamos fehacientemente que no estará cogido. Yo propongo “pisamierdas_con_ositos_de_ganchillo”, pero convenimos en que es demasiado largo. No recuerdo por cuál nos decidimos al final. Qué más da.Al llegar a casa me muero por una ducha pero los dioses son crueles conmigo una vez más: aunque mi casa está ilesa, a la del vecino se le ha caído una higuera de la huerta encima; una higuera cuyas raíces han destrozado la tubería del agua. Los del ayuntamiento han venido a cortar la higuera y les he preguntado cuando volveremos a tener agua. Me han dicho que probablemente mañana, pero que no prometen nada porque hay muchas averías por toda la ciudad. Me pica todo y tengo que lavarme la punta de la polla con una botella de agua mineral.

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