viernes, 25 de mayo de 2012

:inside men


Con el estilo clásico de la BBC –trama solvente, estilo sobrio, interpretaciones sin estridencias- nos llega esta miniserie de cuatro episodios, cuatro horas que, aún tomándose su tiempo, sin prisas, nos mantiene pegados a la pantalla hasta su desenlace.
Se trata de un policíaco clásico, un noir como de otra época: ahora ya nadie roba dinero de verdad, dicen los personajes; su plan para hacerse con toneladas de dinero en papel parece un acto romántico más que delictivo. 
La trama tiene su epicentro en un almacén de dinero, dinero físico, que en este mundo de transacciones electrónicas se nos antoja como una criatura antediluviana, una enorme ballena varada que resulta imposible de ocultar o de ignorar.  Su presencia lo ocupa todo, obligando a los personajes a gravitar a su alrededor, a vivir su vida en función de esa enorme masa.  Los tres protagonistas representan las tres actitudes que uno puede tener ante varias toneladas de billetes de curso legal; tres actitudes después de decidir robarlos, claro.  Los tres quieren mejorar sus vidas, pero por distintos caminos que parten del robo y concluirán, claro está, en un enfrentamiento.

La historia empieza por el final, y sólo después, en un juego de flashbacks y flashforwards, iremos entendiendo todas las implicaciones y los juegos de poder.  Y alguna sorpresa que los creadores han sabido ocultar para mantener el interés durante los cuatro episodios. 
Jugar con la línea temporal para contarnos un atraco no es algo nuevo; de hecho, es casi un recurso arquetípico.  Recordemos dos ejemplos paradigmáticos: Atraco Perfecto, con sus saltos temporales perfectamente medidos, perfectamente estructurados, hizo que Kubrick comenzara a fraguarse su fama de dirigir cine como un ajedrecista, con una puesta en escena fría, matemática, angulosa; cada acción tiene una consecuencia, cada movimiento engendra más movimientos, y el desenlace es el resultado lógico de un primer impulso.  El punto de vista de Kubrick es inmisericorde, no muestra la menor empatía con sus personajes, que parecen vivir en un plano inferior, un submundo donde les mueven las pasiones, no la razón.  El choque entre los impulsos animales de los personajes, y la retícula matemática en la que los atrapa el director, crea una tensión y una fricción extraordinarias, conformando una obra maestra incontestable del noir.
Tarantino comienza su carrera cinematográfica con Reservoir Dogs, otro atraco imperfecto contado con saltos temporales.  El estilo de Tarantino es opuesto al de Kubrick, fundamentalmente porque en las más de cuatro décadas que separan ambas películas ha pasado mucho cine, por ejemplo la nouvelle vague.  La visión de Tarantino es posmoderna, está más interesado en la lógica interna del relato que en su verosimilitud: no le interesa el cine como metonimia, como espejo y resumen de la realidad; el relato de Tarantino se explica a sí mismo y en sí mismo, y por tanto la estructura  responde a necesidades dramáticas.  Como dijo Godard, uno de los referentes de don Quentin: Toda historia tiene un principio, un desarrollo y un final, pero no necesariamente en ese orden.
El uso que se hace en Inside Men de la alteración temporal  está a medio camino de estas dos propuestas, pero más próximo a Atraco Perfecto en su clasicismo, en su falta de subrayados.  Los saltos temporales vienen aclarados con un cartel que indica el mes en que se desarrolla la secuencia, aunque en realidad no haría falta porque el relato discurre meridianamente claro.  Este pequeño peaje lo debe de pagar por tratarse de televisión, un medio más permeable a la falta de atención del público.  La claridad estructural, sin embargo, debemos entenderla como una virtud.
No es, por supuesto, una ficción de los años 50, sino del 2012, y por lo tanto tiene una pátina de posmodernidad, aun en su clasicismo formal: aquí encontramos al traidor, al jefe, a la mujer fatal, al chapucero… pero ninguno responde estrictamente al estereotipo, todos van un paso más allá.  La ambigüedad moral está perfectamente explicitada en la magnífica interpretación de Steven Mackintosh, personaje principal de la obra, envuelto en una búsqueda de crecimiento personal que vertebrará la trama y nos llevará hasta un final, no sé si sorprendente, pero desde luego sí distinto a dónde creíamos que nos dirigíamos.  Y eso, teniendo en cuenta que la historia comienza por el “final”, tiene mérito.
En resumen: muy recomendable.

2 comentarios:

David dijo...

A mi también me encantó. Tanto que dudo encontrarme con algo mejor en la cosecha 2012.

Lo que más me interesó (y fascinó) es eso que comentas de la "relación" entre los personajes y la masa de dinero alrededor de la que orbitan, emitiendo sobre ellos un tremendo campo de alteración de la moral y de la percepción que tienen de si mismos. Tiene que ser muy duro trabajar en un lugar así, expuesto continuamente a la tentación y vigilado como un delincuente en potencia. Un lugar muy parecido a una carcel, en el sentido de que sus trabajadores tienen que lidiar todos los días con el "lado oscuro" del sistema en su versión más concentrada.

toni bascoy dijo...

Pues sí, muy bien explicado...