Y Ted ha puesto su cara (rara) al servicio de unos cuantos personajes carismáticos en la pequeña pantalla, desde el ya lejano Sam Malone de la mítica Cheers, hasta ese médico con mala hostia (antes de House) que era Becker.
En los últimos años parece en racha, prestado sus canas a algunos memorables secundarios en grandes series.
Por ejemplo, el malo malísimo de la primera temporada de Damages, donde logra competir en magnetismo y peso específico con ese monstruo (interpretativo, no sean malos) que es Glenn Close.
Por ejemplo, practicando ese deporte nacional americano que es hacer de sí mismo, en su caso en esa obra maestra de la comedia moderna (por ponerle adjetivos a algo que no lo necesita) que es Curb Your Enthusiasm.
Por ejemplo, haciendo del jefe del prota de Bored to Death, donde vuelve a demostrar, cada vez que le dan un minuto en pantalla, que es un actor cómico extraordinario. En el episodio 6 (buenísimo), encima nos suelta la frase que se ve en la foto y entonces, ya, nos ha robado el corazón.
Por dios, lean tebeos. Si no lo hacen por mí, si no lo hacen por Ted Danson, háganlo por estar a la moda, algo que no ocurría desde los lejanos ochenta, y que no volverá a ocurrir hasta dentro de veinte años (efectivamente, las tendencias visitan el planeta cíclicamente, como el cometa Haley. La cuenta atrás para el revival grunge está llegando a cero…).
También nos ha llegado al corazoncito esta imagen, perteneciente a la cuarta temporada de The Wire (descomunal), en la que el churri de Omar está leyendo con gran concentración un libro de George Pelecanos, el cual, además de extraordinario novelista, es productor y guionista de la serie. Un bonito guiño a un tipo que ha escrito alguno de los mejores episodios de la serie, o al menos en los que se desarrolla un enfrentamiento con alta carga dramática, hacia el final de cada temporada.
Para más información sobre Pelecanos, no dejen de leer este par de posts de Óscar Pálmer, una perfecta introducción a los bajos fondos de Washington D.C.
Pienso, por otro lado, en si un ganster de suburbio se leería libros sobre suburbios y gansters, pero la respuesta me viene sola, en forma de pregunta retórica: ¿acaso los futbolistas no pasan las horas muertas jugando al Fifa en la Play?
Para finalizar, este tubo de Padre de familia, de uno de mis momentos favoritos. Sí, a mí Rock Lobster, y en general todo el primer disco de B-52, me sube el ánimo.
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