Ahora que estamos en el futuro, o al menos en el futuro de la mayoría de las películas, podemos echar la vista atrás y hacer un poco de historia. En cada momento sólo se puede anticipar el futuro con las herramientas de que uno dispone en el presente, y en resumidas cuentas uno puede imaginar dos tipos de futuro: el que sublima el presente y el que lo niega, el post-industrial y el post-apocalíptico, uno optimista y otro pesimista, uno lampiño y otro hirsuto, que es a lo que íbamos. Como cualquier tiempo pasado fue más peludo, vemos la evolución, en términos generales, como una paulatina pérdida de vello. Los futuros que imaginamos racionales tienden a los trajes de plástico y papel plata y a los cuerpos depilados, mientras que los futuros regresivos están irremediablemente poblados por tipos vestidos de pieles y tejidos naturales, y que no han visto una gillette en eones.
La industria porno como zeitgeist capilar:
Esta evolución hacia la pérdida total de cubrimiento piloso se puede apreciar, en tiempo real, en el verdadero cine de anticipación: el porno. El porno nos muestra, nos advierte, cómo será el futuro. Un futuro inmediato, apenas el mes que viene, pero futuro al fin y al cabo. Si un historiador se armase de valor y de cleenex y revisara toda la producción pornográfica del último siglo, podría hacer un gráfico de nuestra evolución psíquica y sobre todo, para que nos vamos a engañar, física: en qué momento dejaron de llevarse las mujeres rellenitas, en qué punto los hombres con la espalda velluda se convirtieron en una filia, en qué mes exacto de los años ochenta el 99% de las mujeres se volvieron rubias y con mamas de silicona, en qué momento los huevos afeitados fueron un requisito sine qua non, en qué momento el pelo del coño se convirtió en una excentricidad... en definitiva, la historia de nuestros cuerpos a través de la introducción de implantes y complementos artificiales y de la pérdida del vello. Una huída de nosotros mismos.
Y en eso estamos ahora, a punto de dar el paso definitivo hacia el futuro-futuro, el futuro de las películas del pasado: Depilación Total: películas pornográficas con hombres y mujeres calvos y, un mes después, calles atestadas de hombres y mujeres calvos. Si un Apocalipsis no lo remedia.
El octavo peluquero: cuando una película de anticipación aspira a ser realista, a mantener una ligazón con el presente y no convertirse en una abstracción intelectual, basta con que uno de los personajes principales tenga barba. Esta vellosidad facial no sólo nos retrotrae al hombre actual, sino a nuestros ancestros y mitos creadores: al hombre prehistórico, a los dioses patriarcales, a los sabios griegos, a Freud, a Marx, a Papá Noel, al viejo de Érase una vez el Hombre... nos guste o no, el vello está inscrito en nuestro A.D.N.: somos animales peludos. Los androides no son peludos, los aliens no son peludos; nosotros sí. La ciencia ficción depilada trata de borrar todo lo que nos hace humanos: los sentimientos, los errores, la violencia, la corrupción, las risas a destiempo, los eccemas, y sí, también el pelo. En el cine de ciencia ficción se usa el rayo láser como arma contra el enemigo alienígena, mientras que en la vida real el láser ha evolucionado hasta convertirse en el sistema depilatorio definitivo. Efectivamente: el pelo es el enemigo. Nosotros somos el enemigo.
sábado, 14 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
El mapache parece feliz...si es que dan ganas de acariciarlo y todo...jajjaajaja
YO quiero una mascota así!
Publicar un comentario